• hace 4 años
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¡Hola! Me llamo Eleanor, y tengo 14 años. Lo que estoy por contarte me ocurrió hace poco más de un año. Es una historia de traición… seguida de otra más.

¿Alguna vez has tenido esa conexión con alguien? Me refiero al tipo de conexión donde a veces no necesitas decir nada para que la otra persona te entienda completamente. Bueno, en mi caso, esa persona es mi papá.

Recuerdo que, en una ocasión, le di a mi papá una horrible taza para café que había hecho yo misma. Creo que tenía ocho años, las hacíamos en la escuela para el Día del Padre. Como sea, a papá le gustó tanto que, desde entonces, solo pasó a usar esa taza para tomar su café matutino antes de ir al trabajo.

Si bien tenía que trabajar muy duro para mantenernos, al regresar a casa siempre jugaba conmigo, o me ayudaba con proyectos escolares, o veíamos películas juntos, u otras cosas como esas. Todos los viernes le llevaba flores a mamá para hacerla feliz, y todo los sábados se despertaba temprano a preparar los panqueques más deliciosos para toda la familia.

Pero un día, nuestras vidas cambiaron: papá perdió su trabajo. Él repetía que todo sucede por una razón y que, de todas maneras, no le gustaba lo que hacía. Pero yo notaba lo triste que estaba. Buscaba diferentes opciones; el problema era que, al parecer, no hay tantas alternativas en el mercado laboral cuando tienes casi 50 años.
Habíamos entrado al segundo mes de desempleo de papá, cuando un viejo amigo de mamá vino a la ciudad y ella lo invitó a cenar a casa. Parecía asombrado por la forma en que las cosas estaban dispuestas dentro y fuera de la casa, como por ejemplo las flores. Mamá comentó que ella había hecho todo sola, y él respondió que tenía un talento asombroso. Se había vuelto muy buena en jardinería, paisajismo y diseño de interiores después de haber tomado varias clases en Internet. Hacia el final de la cena, nos enteramos de que el amigo de mamá planeaba abrir una nueva sede de su empresa en nuestra ciudad, así que le ofreció a ella la oportunidad de diseñar la oficina.

Al principio fue un poco raro: mis padres decidieron que era el turno de mamá de ganar dinero y el turno de papá de quedarse en casa y ocuparse de mí y del hogar. Pero, según entendí en aquel entonces, se trataba de un pequeño descanso para mamá; al parecer, no se sentía del todo feliz siendo una simple ama de casa. En fin, comenzó a trab

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