Tengo tres madrastras cazafortunas y un papá rico. ¡Es una guerra!

  • hace 4 años
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Hola, me llamo Maggie y tengo 16 años. Hace poco, tres de mis exmadrastras intentaron quitarnos todo lo que tenemos. Sí, tres de ellas. Fue una verdadera guerra: mi papá y yo contra El Trío Malvado.
Verás, mi papá es dueño de una gran compañía, y nos va bastante bien. A pesar de ser un hombre de negocios, siempre fue muy dulce y atento. Su único defecto es que siempre escogió a la mujer equivocada. La primera de ellas fue mi mamá, que nos dejó cuando yo tenía 5 años. Siempre regañaba a mi papá si él hacía algo mal o decía algo que a ella no le gustaba. No era raro que llorara y se echara al suelo para victimizarse y que papá le diera todo lo que ella quería.
Mamá exigió el divorcio en cuanto conoció a otro sujeto. Papá quedó devastado y, como si fuera poco, perdió la mitad de su fortuna. Yo no entendía muy bien lo que pasaba, solo tenía 5 años. Recuerdo a papá llorando mucho y pasando buena parte del día fuera de casa.
Durante unos tres años solo fuimos él y yo. Y a decir verdad, fueron los mejores momentos de mi vida. Luego, a lo largo de los diez años que siguieron, se casó otras dos veces y convivió con una tercera mujer durante un tiempo. Las tres eran altas, hermosas y muy malvadas.

Ni siquiera quiero llamarlas por sus nombres, mejor usaré apodos. La primera era La Buitre: nos atacó en cuanto percibió la debilidad de mi papá. Él se abrió con ella en un bar y le contó todo, incluyendo el asunto del dinero. Desde ese mismo instante, La Buitre se volvió repentinamente altruista y muy atenta. Papá se enamoró, se casaron y disfrutaron durante unos años de un estilo de vida lleno de lujos: hoteles caros con piscina, abrigos de piel, martinis, y a veces todo eso al mismo tiempo.

En un punto, la empresa de papá pasó por ciertas dificultades, así que le dijo a su esposa: “cariño, tendremos que reducir gastos por un tiempo”. ¡Puf! Desapareció como una ninja y se quedó con algunos de los bienes de papá tras el divorcio. Bueno, al menos no me hacía nada malo, a diferencia de la segunda.

La segunda fue La Mujer Lobo. Conoció a mi papá en un evento de caridad que ella misma había organizado. Él se enamoró de su “dulzura”. Todo lo opuesto a La Buitre, ¿cierto? ¡Te equivocas! Bueno, sí era buena con papá, pero no por eso dejaba de drenarle la billetera como una aspiradora. Y era dulce… con papá cerca. Cada vez que se quedaba sola

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