Comer mientras se ve la televisión, se usa el móvil o se realizan otras actividades digitales es un hábito común, pero perjudicial para la salud.
Esta práctica reduce la atención durante las comidas, lo que interfiere con las señales de hambre y saciedad del organismo.
Como resultado, hay un mayor consumo de alimentos, un aumento de calorías y opciones menos saludables.
Los estudios demuestran que el uso de teléfonos inteligentes o la lectura durante las comidas pueden aumentar la ingesta de calorías hasta en un 15%.
Esto se debe a que las distracciones dificultan la percepción de sabores y texturas, prolongan el tiempo de las comidas y comprometen la formación de la memoria alimentaria, esencial para regular el hambre y el apetito.
También es problemático para niños y adolescentes, ya que puede afectar a su relación con la comida, aumentando la selectividad alimentaria y la impulsividad, además de contribuir a la ansiedad y la depresión.
Para combatirlo, es esencial adoptar una alimentación consciente.
Este enfoque incluye evitar los dispositivos electrónicos durante las comidas, crear un entorno tranquilo, implicarse en la preparación de la comida y centrarse en los sabores y texturas de los alimentos.
Establecer horarios y lugares específicos para comer son otras estrategias útiles para fomentar una alimentación consciente y saludable.
Esta práctica reduce la atención durante las comidas, lo que interfiere con las señales de hambre y saciedad del organismo.
Como resultado, hay un mayor consumo de alimentos, un aumento de calorías y opciones menos saludables.
Los estudios demuestran que el uso de teléfonos inteligentes o la lectura durante las comidas pueden aumentar la ingesta de calorías hasta en un 15%.
Esto se debe a que las distracciones dificultan la percepción de sabores y texturas, prolongan el tiempo de las comidas y comprometen la formación de la memoria alimentaria, esencial para regular el hambre y el apetito.
También es problemático para niños y adolescentes, ya que puede afectar a su relación con la comida, aumentando la selectividad alimentaria y la impulsividad, además de contribuir a la ansiedad y la depresión.
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