• hace 5 años
Es uno de los mayores desafíos de la salud pública en este siglo XXI y tiene como base la educación, algo que tiene que ver con las costumbres de casa, "hay que enseñarles, educarles, mostrarles la comida de manera atractiva", según la nutricionista Elvira Cañedo. En casa de Ángel, cuando sus hijos eran pequeños, comían de forma regular bollería industrial, zumos industriales, comida rápida, etc. Por eso, se ha multiplicado por diez el número de niños con obesidad, porque hay poca concienciación y eso impide a los padres actuar a tiempo, aunque Ángel sí detectó comportamientos diferentes en sus hijos. Decidió llevarles a un especialista que lo primero que hizo fue eliminar los productos industriales, volver a una alimentación basada en productos de temporada, aumentar el consumo de fruta y verdura y eliminar los productos que no necesitamos: zumos y bollería industrial. Además, otros estudios demuestran el impacto positivo que tienen las rutinas domésticas, como por ejemplo comer en familia, acostarse pronto y dormir ocho horas o limitar el tiempo de uso de pantallas y dispositivos electrónicos. Siguiendo estas pautas, Ángel notó que su hija había cambiado en todo, en salud, amabilidad, carácter, etc. Cambiando los hábitos, se puede prevenir esta enfermedad que afecta a más de 120 millones de niños en todo el mundo.
-Redacción-

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