No voy a recurrir, porque sonaría blasfemo, al ‘todo está consumado’ que dijo Cristo en la cruz, nada más beber el vinagre y justo antes de inclinar la cabeza y entregar el espíritu, pero esto es una agonía.
¡Nos la han metido doblada!
Hasta la empuñadura y con recochineo.
Y la prueba es la cara de satisfacción, el regodeo con que los golpistas catalanes y sus compinches cantaban victoria este jueves en el Congreso de los Diputados.
La aprobación de una Ley de Amnistía para Puigdemont y su panda de racistas, quiebra de raíz la igualdad entre todos los ciudadanos y es una derrota sin paliativos para España, para nuestra Democracia y para nuestro Estado de Derecho.
Imagino que estas horas sigue Felipe VI tragándose una a una las palabras del memorable discurso que pronunció el 3 de octubre de 2017, porque dentro de dos semanas -por imperativo legal y como un cordero- sancionará con su firma el bodrio legal con el que Sánchez compra los 7 votos de Junts, que le permiten seguir durmiendo en La Moncloa.
No es el Rey el único que traga quina, porque en las altas esferas del PP tendrían que estar tirándose de los pelos y haciendo penitencia, viendo lo ocurrido y reflexionando sobre lo que Rajoy y sus pusilánimes ministros pudieron hacer con el Artículo 155 y no hicieron.
Quien disfruta como un gorrino en un patatal es Sánchez, que despachó a defender su engendro a un garrulo socialista de Castellón y se presentó a votar con gesto lujurioso.
Es evidente que las eminencias que hace 47 años redactaron la Constitución, no la protegieron de gobernantes desleales. Ni imaginaban que el jefe del PSOE, con la connivencia al completo de su claudicante partido, fuera a poner a España de rodillas ante los delincuentes, para comprar su supervivencia como presidente del Gobierno.
El marido de Begoña no sólo perdonará, sino que va a pedir perdón en nombre del España, a los golpistas y malversadores del 1 de octubre.
Vale… ¿y ahora qué?
En teoría, tras ser publicada en el BOE, hay un plazo máximo de dos meses para la ley de impunidad judicial entre en vigor.
El rumor es que Puigdemont se viene a Barcelona este 10 de junio y se postula como candidato a presidente de la Generalitat de Cataluña, dando por supuesto que ERC -a los que entregará la mesa del Parlament- la CUP y los Comunes respaldarán sus aspiraciones y que el PSOE tragará como siempre.
Yo lo ignoro. Lo que tengo muy claro es que debemos poner pie en pared, porque sumirse en la melancolía o la desesperanza sería hacerle el juego a Sánchez.
Con los jueces, donde el Tribunal Supremo tiene capacidad para frenar seco tanta arbitrariedad, hay que dar a fondo la batalla.
Yendo a Europa y a las instituciones de la UE, pero sobre todo aquí y en esta lucha, ustedes son decisivos.
Si tienen correo electrónico, cuenta en redes sociales o un simple Whatsapp, difundan lo que publicamos.
Denle alas al Begoñagate, pásense los vídeos y sobre todo, cuando tengan la oportunidad de votar, vayan en masa a hacerlo.
Y voten por
¡Nos la han metido doblada!
Hasta la empuñadura y con recochineo.
Y la prueba es la cara de satisfacción, el regodeo con que los golpistas catalanes y sus compinches cantaban victoria este jueves en el Congreso de los Diputados.
La aprobación de una Ley de Amnistía para Puigdemont y su panda de racistas, quiebra de raíz la igualdad entre todos los ciudadanos y es una derrota sin paliativos para España, para nuestra Democracia y para nuestro Estado de Derecho.
Imagino que estas horas sigue Felipe VI tragándose una a una las palabras del memorable discurso que pronunció el 3 de octubre de 2017, porque dentro de dos semanas -por imperativo legal y como un cordero- sancionará con su firma el bodrio legal con el que Sánchez compra los 7 votos de Junts, que le permiten seguir durmiendo en La Moncloa.
No es el Rey el único que traga quina, porque en las altas esferas del PP tendrían que estar tirándose de los pelos y haciendo penitencia, viendo lo ocurrido y reflexionando sobre lo que Rajoy y sus pusilánimes ministros pudieron hacer con el Artículo 155 y no hicieron.
Quien disfruta como un gorrino en un patatal es Sánchez, que despachó a defender su engendro a un garrulo socialista de Castellón y se presentó a votar con gesto lujurioso.
Es evidente que las eminencias que hace 47 años redactaron la Constitución, no la protegieron de gobernantes desleales. Ni imaginaban que el jefe del PSOE, con la connivencia al completo de su claudicante partido, fuera a poner a España de rodillas ante los delincuentes, para comprar su supervivencia como presidente del Gobierno.
El marido de Begoña no sólo perdonará, sino que va a pedir perdón en nombre del España, a los golpistas y malversadores del 1 de octubre.
Vale… ¿y ahora qué?
En teoría, tras ser publicada en el BOE, hay un plazo máximo de dos meses para la ley de impunidad judicial entre en vigor.
El rumor es que Puigdemont se viene a Barcelona este 10 de junio y se postula como candidato a presidente de la Generalitat de Cataluña, dando por supuesto que ERC -a los que entregará la mesa del Parlament- la CUP y los Comunes respaldarán sus aspiraciones y que el PSOE tragará como siempre.
Yo lo ignoro. Lo que tengo muy claro es que debemos poner pie en pared, porque sumirse en la melancolía o la desesperanza sería hacerle el juego a Sánchez.
Con los jueces, donde el Tribunal Supremo tiene capacidad para frenar seco tanta arbitrariedad, hay que dar a fondo la batalla.
Yendo a Europa y a las instituciones de la UE, pero sobre todo aquí y en esta lucha, ustedes son decisivos.
Si tienen correo electrónico, cuenta en redes sociales o un simple Whatsapp, difundan lo que publicamos.
Denle alas al Begoñagate, pásense los vídeos y sobre todo, cuando tengan la oportunidad de votar, vayan en masa a hacerlo.
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