Mi cumpleaños número 16 fue una pesadilla

  • hace 5 años
Ella es Tara, y quiere contarles sobre su cumpleaños número 16. Normalmente, esa fecha es un día muy especial que recuerdas para siempre. ¡Ese también fue su caso!

Para que entiendas de dónde viene, tiene una familia interesante. Es decir, en teoría son una familia típica de clase media: sus padres, su hermana un año mayor y ella. Pero, en realidad, viven en un circo. O en un parque de diversiones. O ambas. Todos en su familia son unos bromistas y, por más que a veces sea agotador, Tara los adora. A ella también le encantan las bromas, solo que tiene menos experiencia con ellas, así que a veces logran sorprenderla o asustarla. Pero nunca se ofende, el humor hace que sus vidas sean más divertidas.

Regresando al asunto de los 16, Tara puede asegurarte que no se sentía con ánimos de bromas, y que estaba terriblemente asustada. Planeaba organizar una gran fiesta con todos sus amigos y parientes. Al principio quería ocuparse de todo sola, pero sus padres insistieron en organizarla. Dijeron que ella debía relajarse, arreglarse y aparecer en el lugar que ellos elegirían. ¡Excelente! Pidió un turno para peinarse y hacerse las uñas el día de su cumpleaños, planeaba ir desde ahí al lugar de la fiesta ya vestida y elegante.

El día comenzó con una gran sorpresa. Se suponía que le darían los regalos en la fiesta, así que no esperaba recibir nada a la mañana. Pero, apenas abrió los ojos: ¡sorpresa, sorpresa! ¡Encontró las llaves de un auto en su almohada! ¿Qué? ¿Se trataba de una broma?

Hicieron una parada para tomar un café y, más tarde, comenzaron a ir a la ubicación de la fiesta sorpresa, así que la hermana la guiaba. De pronto, le rogó a Tara que se detuviera en el centro comercial más cercano porque tenía que ir el baño con desesperación.

Mientras su hermana regresaba al auto, Tara notó algo extraño. Había un hombre que la seguía. “Meh, debe ser una coincidencia”, pensó. Pero la siguió por todo el estacionamiento. Tara se puso nerviosa y encendió el motor para que ella se subiera y pudieran irse en el instante. Como no tenía tanta experiencia, no logró hacerlo rápido. Su hermana también notó que estaba ocurriendo algo extraño: miró hacia atrás, vio al hombre y aceleró sus pasos. Demasiado tarde. En cuando abrió la puerta trasera del auto, lista para meterse, él la empujó adentro y se metió con ella.

Tara se paralizó. Estaba en shock. ¡¿Qué estaba pasando?! El hombre, que parecía un drogadicto o un criminal suelto, pateó el asiento delantero y dijo “¿Qué estás esperando? ¡Vámonos!”. Ella no podía pensar, se limitó a obedecer. Pero enseguida la ira apareció en ella y gritó: “¡¿Qué es lo que quieres?! ¡Voy a detener el auto ahora mismo, tú te vas a bajar!”.

Oyó que su hermana lloriqueaba atrás. Pobre, claramente estaba asustada. “¡Mira, hoy es mi cumpleaños! ¡Por favor, no lo arruines!”. “Oh, por favor”, respondió él, “¡no podría imp

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