• hace 5 años
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Él es Greg. Quiere contarte una historia de Tinder que le ocurrió hace un par de años. Greg estaba buscando el amor verdadero y, de alguna forma, lo encontró; pero lo engañaron brutalmente.
Greg tenía problemas para conseguir novia. Suponía que simplemente tenía mala suerte, se considera bastante apuesto y para nada aburrido. Pero, como suele ocurrir, no le gustaban las chicas interesadas en él, y las que sí le gustaban no le prestaban atención. Vaya suerte. Pero no perdía las esperanzas. ¡Si no puedes conocer a alguien en la vida real, bienvenido al maravilloso mundo de las aplicaciones de citas! Era divertido, tuvo coincidencias con varias chicas y comenzó a hablar con ellas. Nada demasiado emocionante, pero era un comienzo. Después de unos días de deslizar a la izquierda y la derecha, coincidió con una chica preciosa de su ciudad. Su nombre era Keira, y tenía su edad.
Comenzaron a hablar, ella sabía cómo intrigar a un sujeto. Sus conversaciones eran diferentes a las que había tenido con otras chicas, que a veces se le hacían muy superficiales y similares entre sí. Keira lo atrajo desde el primer momento, era hermosa y además ingeniosa.

El siguiente paso era hablar por teléfono. Greg le pidió su número y ella se lo dio. ¡Tuvieron una charla muy entretenida! Ella sonaba genuinamente interesada en él. Su voz era profunda y tierna, aunque sonaba un poco adulta. Tampoco le resultó tan raro, era una chica muy madura, por más que fuera una adolescente como él. La llamaba de vez en cuando, Keira siempre respondía y tenían charlas muy divertidas.

Un día, la invitó a salir. No sabía cómo se lo tomaría Keira, pero ella aceptó sin dudar. ¡Greg ya se imaginaba en una cita con esa hermosa chica! Pero, cuando llegó el día, le dijo que no podía ir porque estaba enferma. Bueno, cosas que pasan, pensó; tendría que esperar. Acordaron otra cita para la semana siguiente. El día anterior ella le confirmó que sin duda iría. ¡Hurra! Pero, una hora antes de la cita, le escribió para disculparse y decirle que debía acompañar a su madre al doctor urgentemente. ¡Qué mala suerte! Agregó que la próxima vez no faltaría, que estaba un 100% segura.
Como imaginarás, la vez siguiente le canceló por otra razón. Para entonces, Greg comenzaba a irritarse, pero las disculpas de Keira parecían tan sinceras que no dijo nada. Sin embargo, lo hizo una vez más, hasta que un día le hizo saber que estaba en el hospital con una “enfermedad seria”, o eso dijo, y que tendrían que posponerlo. Pero seguía deseosa de saber más sobre él, y le rogó que no se olvidara de ella. Greg le preguntó si podía ir a visitarla al hospital, le pidió que al menos le dijera qué hospital era ese, pero Keira se negó: no quería que nadie la viera en esa horrible condición. Tampoco aclaró qué era lo que tenía, solo dio a entender que se trataba de algo muy grave.

Greg

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