Podía haber dicho Isabel Díaz Ayuso que dará ‘la del pulpo’ a Sánchez, Begoña y compinches, pero viendo delante a Feijóo y al resto de la Junta Directiva Nacional del PP se cortó un poco.
Y tras manifestar su plena disposición a comparecer ante la Comisión de Investigación sobre las mascarillas, que el PSOE ha montado en el Congreso de los Diputados, se limitó a anunciar que les cantará ‘lo más grande’.
En otras palabras: les restregará por la cara que son el partido más corrupto y putero de Occidente, que se lo llevaron crudo aprovechando el sufrimiento de la ciudadanía española en los meses atroces de la pandemia, y que están implicados en el millonario mangazo desde presidentes autonómicos socialistas a ministros sanchistas, pasando por la mujer del jefe de la banda.
El mismo día en que nos enteramos de que el novio de Ayuso se querella contra la fiscal jefe de Madrid por ‘revelación de secretos’, delito todavía castigado con cárcel en nuestro Código Penal, no enteramos de que la firma de Begoña Gómez aparece en un documento avalando a una UTE, que fue beneficiada con un contrato de 7 millones de euros por el Gobierno que preside su marido.
Y que uno de los accionistas de la UTE, Carlos Barrabés, montó después el máster que dirige Gómez en la Universidad Complutense y donde todos los alumnos, licenciados a diferencia de la directora, pagan la friolera de 7.000 euros por barba.
La primera pregunta es qué pinta la esposa del presidente del Gobierno Frankestein, ayudando a compañías privadas a conseguir adjudicaciones del Gobierno, pero el asunto va a mucho más lejos.
Esto no es una cuestión de estética, de buenas formas y estilo.
Esto es caso de juzgados, por tráfico de influencias, con toques de prevaricación y abuso de poder.
Gómez, de 49 años, casada Sánchez desde 2006 y madre de sus dos hijas, vio que su marido se saltaba la ley a la torera, enchufaba a sus amigos y entraba a saco en las instituciones y debió pensar que todo el monte es orégano.
Si él lo hace, por qué yo no, y se convirtió en lobista.
Pues todo esto que les estoy contando no existe en esa RTVE que pagamos los contribuyentes, ficha a Broncano con un sueldo como el de Mbappe y sólo sirve a Sánchez.
Ni en las cadenas y medios afines al ‘régimen', que son casi todos.
En otros tiempos, no muy lejanos, el zote Patxi López, el macarra Óscar Puente, la atolondrada Pilar Alegría, la ‘Brunete Pedrete’ periodística y resto del orfeón progre, hubieran puesto sordina al asunto, pero tal como se están gastando los digitales libres y gracias a las redes sociales y a que algunos políticos del centroderecha han decidido morder, lo de ‘Bego la Alegre Lobista Socialista’ no lo tapa ya ni María Santísima.
Y tras manifestar su plena disposición a comparecer ante la Comisión de Investigación sobre las mascarillas, que el PSOE ha montado en el Congreso de los Diputados, se limitó a anunciar que les cantará ‘lo más grande’.
En otras palabras: les restregará por la cara que son el partido más corrupto y putero de Occidente, que se lo llevaron crudo aprovechando el sufrimiento de la ciudadanía española en los meses atroces de la pandemia, y que están implicados en el millonario mangazo desde presidentes autonómicos socialistas a ministros sanchistas, pasando por la mujer del jefe de la banda.
El mismo día en que nos enteramos de que el novio de Ayuso se querella contra la fiscal jefe de Madrid por ‘revelación de secretos’, delito todavía castigado con cárcel en nuestro Código Penal, no enteramos de que la firma de Begoña Gómez aparece en un documento avalando a una UTE, que fue beneficiada con un contrato de 7 millones de euros por el Gobierno que preside su marido.
Y que uno de los accionistas de la UTE, Carlos Barrabés, montó después el máster que dirige Gómez en la Universidad Complutense y donde todos los alumnos, licenciados a diferencia de la directora, pagan la friolera de 7.000 euros por barba.
La primera pregunta es qué pinta la esposa del presidente del Gobierno Frankestein, ayudando a compañías privadas a conseguir adjudicaciones del Gobierno, pero el asunto va a mucho más lejos.
Esto no es una cuestión de estética, de buenas formas y estilo.
Esto es caso de juzgados, por tráfico de influencias, con toques de prevaricación y abuso de poder.
Gómez, de 49 años, casada Sánchez desde 2006 y madre de sus dos hijas, vio que su marido se saltaba la ley a la torera, enchufaba a sus amigos y entraba a saco en las instituciones y debió pensar que todo el monte es orégano.
Si él lo hace, por qué yo no, y se convirtió en lobista.
Pues todo esto que les estoy contando no existe en esa RTVE que pagamos los contribuyentes, ficha a Broncano con un sueldo como el de Mbappe y sólo sirve a Sánchez.
Ni en las cadenas y medios afines al ‘régimen', que son casi todos.
En otros tiempos, no muy lejanos, el zote Patxi López, el macarra Óscar Puente, la atolondrada Pilar Alegría, la ‘Brunete Pedrete’ periodística y resto del orfeón progre, hubieran puesto sordina al asunto, pero tal como se están gastando los digitales libres y gracias a las redes sociales y a que algunos políticos del centroderecha han decidido morder, lo de ‘Bego la Alegre Lobista Socialista’ no lo tapa ya ni María Santísima.
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