• hace 2 años
Pedro Sánchez está más muerto que un gato en restaurante chino.
Y no sólo porque su ineptitud ha contribuido a que media España ande más tiesa que la mojama y mirando con pavor lo que se avecina, sino porque con él, y este orden, han salido de la cárcel terroristas de ETA, golpistas catalanes y, ahora, violadores y pederastas.
Quedan a la espera el socialista Griñán y sus compinches de los EREs, agraciados por el cepillado del delito de malversación; y cruzan los dedos narcotraficantes y secuestradores, confiados en que también haya benevolencia con lo suyo.
Nada puede descartarse con Sánchez y este PSOE inicuo.
La obscena mezcla de sectarismo feroz, indigencia intelectual, incompetencia y arrogancia que caracteriza al Gobierno socialcomunista, hace inimaginable a mis ojos que en las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2023 y luego en las generales de finales de año, la ciudadanía pueda ser tan centuria como para volver a darles a PSOE y Podemos los votos suficientes para que reediten con los amigos de ETA y los golpistas una mayoría Frankestein.
Cierto que en España hay más tontos que botellines y que el personal va a la urna cegado por las siglas, pero todas las encuestas, con la bochornosa excepción del CIS de Tezanos, pronostican el triunfo del centroderecha.
La tendencia parece clara y difícil de revertir, viendo los despropósitos, necedades y tropelías que perpetra a diario Sánchez: una ruina en lo económico, una calamidad en lo legislativo y un bochorno en lo político.
He estado haciendo números y cruzando sondeos y me sale que la suma de los escaños de PP y VOX llega a la mayoría absoluta.
No por mucho, pero llega, porque los populares se meriendan a Ciudadanos y los de Abascal no bajan nunca de los 30 diputados.
El PSOE no llega ni a los100 y Podemos se desinfla, sin que Yolanda Díaz coja vuelo.
Aunque los trincones del PNV, los proetarras de Bildu, los independentistas catalanes y otros zarrapastrosos periféricos mantienen el tipo, la suma no le da esta vez a Sánchez para renovar estancia en La Moncloa.
Feijóo y Abascal ni se saludan, pero llegado el día y pensando en España y en su propio interés, no tendrán otra que pactar y entenderse.
Lo contrario frustraría la esperanza en el cambio que tiene una mayoría de españoles.
Y no se lo íbamos a perdonar.

Category

🗞
Noticias

Recomendada