El Seaview se encuentra en el Ártico para supervisar la prueba de una potencia extranjera de lo que se rumorea es una bomba de protones del tamaño de una maleta, y la explosión, incluso a 20 millas de distancia, se estima tremenda. Posteriormente, el primer ministro del pequeño país oriental responsable de la explosión, hace ejecutar a los científicos americanos desertores que ayudaron a construir la bomba. O eso es lo que cree, ya que de alguna manera, milagrosamente, uno de los científicos, el Dr. Everett Lang, escapa y quiere desertar de vuelta a América - y solo lo hará con el Almirante Nelson y el Seaview. Crane se encuentra con Lang y consigue sacarlo de allí, aunque a costa de un viejo junco y de la vida de varios agentes.
Crane y Lang son recuperados por el Seaview y se dirigen a un lugar en el que hay una gran versión de la bomba escondida en el fondo del mar. Lang revela que creyó tontamente que el premier quería conseguir la paz, en lugar de utilizar el arma de forma ofensiva. Acepta ayudar a desactivar la bomba para inutilizarla. La cosa tiene todo tipo de sensores y dispositivos antimanipulación, pero Nelson y Lang consiguen desarmarla. Luego la suben a bordo del Seaview. El problema es que Lang sigue queriendo jugar a ser Dios y conecta en secreto un detonador a la bomba. Anuncia desafiantemente que ahora será él quien dicte las acciones del mundo.
Lang anuncia que el mundo tiene 24 horas para desarmarse o él pulsará el botón. Nelson se entera de que, una vez pulsado el botón, la barra de ignición tardará 60 segundos en hacer efecto. Él, Crane y varios otros miembros de la tripulación se abalanzan sobre Lang y el botón es pulsado. Acaban teniendo que retirar los cilindros de protones para poder expulsar el armazón de la bomba. Una tremenda explosión sacude el submarino, pero el mundo se salva... una vez más.
Crane y Lang son recuperados por el Seaview y se dirigen a un lugar en el que hay una gran versión de la bomba escondida en el fondo del mar. Lang revela que creyó tontamente que el premier quería conseguir la paz, en lugar de utilizar el arma de forma ofensiva. Acepta ayudar a desactivar la bomba para inutilizarla. La cosa tiene todo tipo de sensores y dispositivos antimanipulación, pero Nelson y Lang consiguen desarmarla. Luego la suben a bordo del Seaview. El problema es que Lang sigue queriendo jugar a ser Dios y conecta en secreto un detonador a la bomba. Anuncia desafiantemente que ahora será él quien dicte las acciones del mundo.
Lang anuncia que el mundo tiene 24 horas para desarmarse o él pulsará el botón. Nelson se entera de que, una vez pulsado el botón, la barra de ignición tardará 60 segundos en hacer efecto. Él, Crane y varios otros miembros de la tripulación se abalanzan sobre Lang y el botón es pulsado. Acaban teniendo que retirar los cilindros de protones para poder expulsar el armazón de la bomba. Una tremenda explosión sacude el submarino, pero el mundo se salva... una vez más.
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