Mi mamá y yo nos peleamos por un chico. ¡Patético!

  • hace 5 años
¡Nuevas historias animadas de 2019 que sucedieron de verdad!

¡Hola, amigos! Me llamo Clarissa. La historia que voy a contarles sucedió hace un año, y trata de cómo mi mamá y yo dejamos de hablarnos por algunas semanas a causa de un chico.

Todo ocurrió cuando tenía 16. En aquel entonces vivía con mi abuela, ya que mamá trabajaba en otra ciudad con horarios variables. Mi abuela había trabajado como profesora de idiomas toda la vida. Cuando se retiró, comenzó a enseñar francés e italiano en casa.
Un día llegué a casa de la escuela como siempre y la encontré en la sala, enseñándole a un nuevo estudiante. Me quedé perpleja de solo verlo: un chico alto y muy apuesto. Oh, Dios, era perfecto. Fue la primera vez que me sentí atraída por alguien, tal vez era mi primer amor o como quieras llamarlo. En ese momento supe que no podría dejar de pensar en él. La abuela me pidió amablemente que subiera y los dejara solos, pero yo estaba segura de haber captado un claro interés en sus ojos antes de irme.

Más tarde descubrí que se llamaba Alex y que moría por aprender francés. ¡Oh là là! Y como recién acababa de comenzar, supuse que vendría a visitar nuestra casa con frecuencia por un buen tiempo. No había puerta entre la sala y la cocina; cada vez que Alex venía a estudiar, yo sentía de inmediato muchos deseos de tomar un té o leer algo ahí mismo, para echar un mejor vistazo a esa belleza.
Pero claro, era demasiado tímida como para ir y hablar con él, demostrarle mis sentimientos o algo por el estilo. Además, era mayor que yo: mi abuela me contó más tarde que tenía 24. Pero, ya sabes, no era una diferencia de edad tan grande, y yo seguía fantaseando con que nos enamoraríamos, caminaríamos por el parque, nos tomaríamos de las manos, cosas como esas. Estoy segura de que mis sentimientos eran muy obvios, porque mi abuela se dio cuenta de inmediato, entendió que me gustaba Alex. No paraba de guiñarme el ojo, sonreírme… todo eso.

En una ocasión, quedé completamente en ridículo. ¡Oh, aún muero de vergüenza de solo recordarlo! En una ocasión, mi abuela me pidió que agregara un poco de fertilizante a las plantas. No era nada agradable, me ensucié por completo con, ya sabes, abono. Una vez que terminé, entré a casa con la ropa sudada, y encontré a Alex. Al parecer, él había entrado y yo ni lo había notado. Me vio sucia y con un olor asqueroso. Se cubrió la boca y la nariz, ¡por mí!, y regresó a sus estudi

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