Alfonso Rojo: “Puigdemont manda más en Moncloa que el marido de Begoña y Cebrián sacude a Sànchez”
El puto amo de La Moncloa no es el marido de Begoña. Es Puigdemont.
Y lo ha dejado claro este martes en el Congreso de Los Diputados. Sin necesidad siquiera de estar presente.
La decisión de Junts de tumbar las cuentas, que había esbozado Sánchez para 2025, deja claro que el auténtico presidente del Gobierno es el golpista catalán amnistiado.
El PSOE, cumpliendo órdenes de su amo y para que este pudiera seguir viajando en Falcón, entregó hace un año la gobernabilidad de España a proetarras y separatistas.
Y justo en el aniversario de las elecciones del 23-J, la facción más xenófoba de esta cuadrilla infecta, vuelve a enseñar los dientes, poniendo en evidencia de que no se sienten constreñidos por un pacto de legislatura con socialistas y compinches, sino que irán pasando facturas una a una, mientras dure la Coalición Frankenstein.
Puigdemont es en estos momentos el verdadero Presidente del Gobierno de España, pero no soy yo de los que confían en que un día de estos se le crucen los cables y tire a Sánchez a la basura.
Eso es en lo que confía el nutrido el contingente de políticos de centroderecha, esencialmente del PP, que ha sucumbido a lo que en inglés llaman “wishful thinking”, uno de los errores más frecuentes en los que caen gobernantes, periodistas y la gente en general: convencerse de que las cosas saldrán como uno desea que salgan.
Para derribar a Sánchez en una moción de censura es imprescindible que se unan PP y VOX y con eso podemos contar, pero sólo suman 170 escaños.
Para llegar a los 176 tendrían a contar con los 7 de Junts y no veo yo a Abascal yendo de la mano de Puigdemont ni a cobrar el Gordo de la Lotería Primitiva.
Otra opción pasa por el PNV, que tiene 5 escaños, con Coalición Canaria, que cuenta con uno, pero se hace todo muy complicado, porque los peseteros y amorales nacionalistas vascos de derechas no son nunca buena compañía.
Puestas así las cosas, vuelvo a lo de ayer: hay que proseguir inasequibles al desaliento la guerra de desgaste.
Y ninguna tan efectiva como la que se está desarrollando en los juzgados, al socaire del Begoñagate, de los desafinos del hermano músico de Sánchez, el voraz Koldo y los socialistas ladrones.
A nosotros, los periodistas no adictos al régimen, lo que nos corresponde es contarlo aunque caigan chuzos de punta.
Como ha hecho hoy Juan Luis Cebrián, fundador de El País, director del rotativo 20 años y su presidente ejecutivo hasta hace tres meses, cuando se le ocurrió escribir que estaba hasta el moño de que los paniaguados de La Moncloa dictaran al periódico de PRISA titulares y editoriales.
¡Qué cosas tiene la vida!
Cebrián, el amigo de Felipe González, soler de la zona oscura.
Y lo ha dejado claro este martes en el Congreso de Los Diputados. Sin necesidad siquiera de estar presente.
La decisión de Junts de tumbar las cuentas, que había esbozado Sánchez para 2025, deja claro que el auténtico presidente del Gobierno es el golpista catalán amnistiado.
El PSOE, cumpliendo órdenes de su amo y para que este pudiera seguir viajando en Falcón, entregó hace un año la gobernabilidad de España a proetarras y separatistas.
Y justo en el aniversario de las elecciones del 23-J, la facción más xenófoba de esta cuadrilla infecta, vuelve a enseñar los dientes, poniendo en evidencia de que no se sienten constreñidos por un pacto de legislatura con socialistas y compinches, sino que irán pasando facturas una a una, mientras dure la Coalición Frankenstein.
Puigdemont es en estos momentos el verdadero Presidente del Gobierno de España, pero no soy yo de los que confían en que un día de estos se le crucen los cables y tire a Sánchez a la basura.
Eso es en lo que confía el nutrido el contingente de políticos de centroderecha, esencialmente del PP, que ha sucumbido a lo que en inglés llaman “wishful thinking”, uno de los errores más frecuentes en los que caen gobernantes, periodistas y la gente en general: convencerse de que las cosas saldrán como uno desea que salgan.
Para derribar a Sánchez en una moción de censura es imprescindible que se unan PP y VOX y con eso podemos contar, pero sólo suman 170 escaños.
Para llegar a los 176 tendrían a contar con los 7 de Junts y no veo yo a Abascal yendo de la mano de Puigdemont ni a cobrar el Gordo de la Lotería Primitiva.
Otra opción pasa por el PNV, que tiene 5 escaños, con Coalición Canaria, que cuenta con uno, pero se hace todo muy complicado, porque los peseteros y amorales nacionalistas vascos de derechas no son nunca buena compañía.
Puestas así las cosas, vuelvo a lo de ayer: hay que proseguir inasequibles al desaliento la guerra de desgaste.
Y ninguna tan efectiva como la que se está desarrollando en los juzgados, al socaire del Begoñagate, de los desafinos del hermano músico de Sánchez, el voraz Koldo y los socialistas ladrones.
A nosotros, los periodistas no adictos al régimen, lo que nos corresponde es contarlo aunque caigan chuzos de punta.
Como ha hecho hoy Juan Luis Cebrián, fundador de El País, director del rotativo 20 años y su presidente ejecutivo hasta hace tres meses, cuando se le ocurrió escribir que estaba hasta el moño de que los paniaguados de La Moncloa dictaran al periódico de PRISA titulares y editoriales.
¡Qué cosas tiene la vida!
Cebrián, el amigo de Felipe González, soler de la zona oscura.