• hace 7 meses
Estoy en una fase de la vida en la que me obsesionan la Patria y la Familia y en la que lo único que envidio de los demás es el talento.
Me importan un comino los coches, las casas y hasta las mujeres ajenas.
Aclaro esto por si hay algún un mameluco que nos toma mal la matrícula y cuando sacudimos leña a Sánchez, por la cacicada de ordenar a RTVE que fiche a Broncano para que le dore la píldora desde el ente público, cree que lo hacemos porque nos dan pelusa los 28 millones que embolsa el cómico.
¡No señores, no!
Me la bufa que el socialista Bono sea propietario de una hípica, que Pepiño Blanco palee millones o que Zapatero facture una fortuna merced a sus pringosas labores con los torturadores chavistas y los oligarcas chinos.
Como me la trae al pairo que el macarra Óscar Puente juegue ahora al golf en el elitista Club Puerta de Hierro o la familia Calviño posea hoteles y decenas de apartamentos costeros.
Dicho esto, he realizado una meticulosa investigación y no he sido capaz de encontrar en Occidente un gobierno tan cutre, tan chabacano, tan cínico, tan hortera y tan ignorante como megalómano tinglado de 22 ministros que preside Sánchez.
Hoy nos enteramos de que el marido de Begoña Gómez, la ‘alegre conseguidora’, cobra a un inquilino 1.100 euros al mes, por un pisito de 40 metros que la pareja tiene en la zona de Tres Olivos, en Madrid.
No es que sea una renta desquiciada, pero es que el ‘casero’ Sánchez acaba de reclamar a los propietarios de viviendas precios de alquiler ‘asequibles’ y no me parece precisamente barato cargar 25 euros por metro cuadrado a 20 kilómetros de la Puerta del Sol.
Lo de estos ‘progres’ es de una hipocresía apabullante.
Aunque empieza a ser peligroso decirlo quizá haya que recordar a estos vendeburras del PSOE que Franco, ese que sacan pasear como si fuera el ‘coco’, congeló los alquileres y construyó la friolera 4.080.619 viviendas sociales, unos cuatro millones más de las que ha hecho ese Sánchez al que abuchearon el otro día los albañiles en Sevilla.
De las casas de Franco, muchas de ellas todavía reconocibles porque queda en la fachada de los edificios una placa del Instituto Nacional de la Vivienda (INV) con yugo y flechas, sabemos que la inmensa mayoría de los beneficiarios las pagaron en menos de 10 años.
De las de Sánchez no sabemos nada.
Este Gobierno infame, que presume de Agenda 2030, se ha confundido de fecha: sigue en la Agenda 1936.

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