• hace 5 años
¡Hola, amigos! Me llamo Sonia. Diría que esta es una historia con muchas pérdidas para mí. Y algunas de ellas fueron para mejor, por así decirlo.

Todo comenzó unas semanas antes de mi graduación de la secundaria. Ya llevaba más de un año saliendo con Nick. Siempre estábamos juntos, todo el tiempo y en todas partes: en la escuela, después de clases, en el gimnasio… Hasta insistía para que fuera a sus prácticas de fútbol y, obviamente, yo no me perdía un solo partido. Había dejado de salir casi por completo con mis amigas, porque, ya sabes, a Nick no le gustaba que fuera a alguna parte sin él. Pero eso no me molestaba.

Sin embargo, mientras más nos acercábamos a la graduación, menos tiempo podíamos pasar juntos. Además, los exámenes finales comenzarían en cualquier momento. En un punto, prepararme para ellos, enviar cartas a las universidades, dedicar horas extra a la escuela para obtener mejores calificaciones y entrenar con Nick me exigía demasiado tiempo. Ya no podía estar con él día y noche, y eso agregó un drama extra a mi vida. De pronto discutíamos todo el tiempo. Por lo general era yo la que cedía, mientras que Nick continuaba comportándose como un macho alfa, por así decirlo.

Una mañana, mi mamá me despertó. Entró a mi habitación llorando y me dijo que mi bisabuela había ingresado al hospital con problemas de salud. Por supuesto, me preocupé mucho y fui a visitarla. Quizá piensen que no hay nada de sorprendente en eso si consideramos que tenía 95 años. Pero todos en nuestra familia amábamos a Nana, y estábamos bastante seguros de que ese sería su último viaje al hospital, si me entiendes. Así que tendríamos que prepararnos para lo peor.

No pude evitar llorar cuando la vi en la cama del hospital. Parecía muy cansada y pequeña, me dijo que estaba feliz de verme. Charlamos un poco y me preguntó si podía cuidar de su gato, Bola de Nieve, mientras ella estaba en el hospital. Obviamente le prometí que lo haría, decidí ir a verlo después del hospital, pero encontré a Nick en la salida.

Tenía caras de pocos amigos, sabes. Creí que había venido a apoyarme, pero se mostró muy frío y me preguntó dónde tenía mi teléfono. Revisé mis bolsillos y me di cuenta de que lo había olvidado en casa. Estaba nerviosa y triste por lo que le había ocurrido a Nana, y mis padres solo contribuían a mis nervios, así que no pensé en ninguna otra cosa. Cuando recibí el típico mensaje de texto de Nick a la mañana, le respondí que iría al hospital y fui a ver a Nana a toda velocidad. Quizá pensó que era yo la que necesitaba atención médica, y como dejé el teléfono en casa, él no podía contactarme, por lo que se preocupó y decidió venir.

Le expliqué todo y me disculpé por haberlo preocupado, aunque de todas maneras parecía un poco molesto y nada feliz. Por un segundo pensé que debería ser más amable conmigo, ya que estaba por perder a mi Nana, pero intenté alejar esos pe

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