Mi mejor LECCIÓN DE KARMA

  • hace 5 años
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Este es Sergio, y quiere hablarles acerca del karma. El karma puede ser misterioso, todos hemos oído de él, aunque raramente vemos alguna prueba de su existencia. Pero, en un día en particular de su vida, Sergio sintió todo su peso, y hoy quiere compartir esa historia contigo.

Sergio viene de una familia no muy adinerada. Vive con sus dos hermanos y su mamá soltera. Ella siempre trabajó día y noche para alimentarlos y vestirlos, y sus hijos intentaban ayudarla. Así que para Sergio fue toda una emoción llegar a la mayoría de edad. Literalmente al día siguiente, comenzó a buscar trabajo a tiempo parcial para combinarlo con la escuela. Por fin podría agregar algo de dinero al presupuesto familiar.

Sergio aún recuerda el día en que se convirtió en un orgulloso empleado de “Dodo’s Pizza”. Se veía como todo un bobo con su nueva visera y los enormes y horribles jeans del uniforme, pero estaba orgulloso de sí mismo. Se le vino a la mente que, cuando era aún más joven, se comportaba como un idiota y se la pasaba haciendo bromas a los empleados de restaurantes de comida rápida. Le parecían patéticos. Sergio se creía una especie de héroe de las bromas telefónicas: llamaba a diferentes restaurantes y los volvía locos. Ahora estaba del otro lado y se sentía avergonzado de sí mismo.

Con cada semana de pago aprendía más y más. Primero trapeaba los pisos y limpiaba los retretes. Luego, comenzó a dar una mano en la cocina. Hasta que un día llegó al santuario: la caja registradora y el teléfono para tomar órdenes. Ni si lo hubieran nombrado director ejecutivo de la empresa hubiera estado tan orgulloso como en ese momento. Parecía una tontería, pero era un trabajo que exigía cierta responsabilidad, y Sergio estaba seguro de que tenía lo necesario. Hizo mi primera factura dos días antes del DÍA DEL KARMA, necesitaba un poco de tiempo para practicar.
Pero, desafortunadamente, no tuvo ese tiempo. El día kármico, una chica de su turno se enfermó y tuvo que irse a casa. Su gerente no logró encontrar a un sustituto. Siguiendo las leyes de Murphy, ese resultó ser un día muy atareado, parecía que de pronto toda la ciudad había decidido que quería una pizza o dos. Los muchachos de la cocina no tenían respiro y no querían a un novato molestando, así que enviaron a Sergio a tomar las órdenes y recibir el dinero. Ver tantas personas formando una fila lo ponía supernervioso, tenía mucho miedo de cometer un error. Así que hacía las cosas muy lento. El teléfono no paraba de sonar, cosa que no ayudaba mucho.

Ya completamente desesperado, atendió una de las miles de llamadas y oyó: “¿Su refrigerador está andando?”. Sergio estaba confundido, se limitó a decir: “Sí, ¿por qué?”. “¡Entonces mejor vayan y atrápenlo!”. Una ola de carcajadas y luego colgaron. “Cielos, ¿no podía haber ocurrido otro día?”, pensó. “¡Muy bien, unive

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