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Si te gusta el agua con gas, aquí tienes una noticia «efervescente»: podría ser un sorprendente estímulo para tu metabolismo.

Un estudio del Hospital de Neurocirugía Tesseikai de Japón sugiere que el dióxido de carbono (CO2) del agua con gas podría ayudar sutilmente al organismo a procesar el azúcar de forma más eficaz.

Al beber agua con gas, el CO2 entra en el torrente sanguíneo a través de la pared del estómago e interactúa con los glóbulos rojos.

Estas células, dotadas de la enzima anhidrasa carbónica, transforman el CO2 en bicarbonato, creando un entorno ligeramente alcalino que activa las enzimas que procesan el azúcar.

Este efecto metabólico refleja lo que los científicos observan durante la diálisis renal, donde los mecanismos del CO2 ayudan a reducir los niveles de azúcar en sangre.

Aunque el efecto es pequeño -reduce el azúcar en sangre en una cantidad ínfima-, las burbujas también pueden ayudar a reducir el apetito al expandirse en el estómago y favorecer la sensación de saciedad.

Combinada con una dieta sana y ejercicio regular, el agua con gas podría convertirse en una herramienta menor pero refrescante para controlar el peso.

Sin embargo, la clave está en la moderación. Abusar de las bebidas carbonatadas puede provocar hinchazón o malestar, sobre todo en las personas con estómagos sensibles.

Y comprueba siempre si el agua con gas contiene aditivos como azúcar o sodio.
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