El impacto del cambio climático se ha convertido en una preocupación creciente para las personas mayores, que se enfrentan a riesgos agravados por unas condiciones medioambientales adversas.
En GeriatRio 2024, Gina Torres Rego Monteiro, investigadora de Fiocruz, subrayó que la crisis climática va más allá del calentamiento global.
«La Tierra es un sistema interconectado y las consecuencias incluyen sequías, escasez de agua, incendios graves, tormentas catastróficas y aumento del nivel del mar, lo que genera inundaciones costeras y una disminución de la biodiversidad», explicó.
En julio de 2024 se registraron los tres días más calurosos de la historia, y sólo en 2023 las muertes relacionadas con el calor en Estados Unidos aumentaron un 117% respecto a 1999.
Esta situación ejerce presión sobre los servicios de urgencias hospitalarios, que pueden resultar insuficientes para hacer frente a la creciente demanda.
La Dra. Cristiane Novaes, de la Universidad Federal del Estado de Río de Janeiro, afirma que ya hay pruebas de que las enfermedades sensibles al clima son cada vez más frecuentes.
Las alteraciones cardiovasculares, frecuentes en las personas mayores, tienen ahora un nuevo desencadenante: las olas de calor extremo.
Estos fenómenos también intensifican otros problemas, como la inflamación de las vías respiratorias, la irritación ocular y los trastornos mentales, como el estrés, la ansiedad y la depresión.
En las zonas densamente pobladas, el riesgo de muerte durante una ola de calor es un 34% mayor, y afecta sobre todo a niños y ancianos.
El 'Informe 2024 sobre el estado del clima', publicado en ‘BioScience’, da la voz de alarma: estamos entrando en una fase sin precedentes de la crisis climática.
Los científicos abogan por medidas urgentes como limitar las emisiones de carbono, abandonar los combustibles fósiles, invertir en energías renovables y restaurar los ecosistemas.
Concienciar a la población sobre hábitos más sostenibles, incluida una dieta basada en plantas, es esencial para mitigar futuros impactos.
En GeriatRio 2024, Gina Torres Rego Monteiro, investigadora de Fiocruz, subrayó que la crisis climática va más allá del calentamiento global.
«La Tierra es un sistema interconectado y las consecuencias incluyen sequías, escasez de agua, incendios graves, tormentas catastróficas y aumento del nivel del mar, lo que genera inundaciones costeras y una disminución de la biodiversidad», explicó.
En julio de 2024 se registraron los tres días más calurosos de la historia, y sólo en 2023 las muertes relacionadas con el calor en Estados Unidos aumentaron un 117% respecto a 1999.
Esta situación ejerce presión sobre los servicios de urgencias hospitalarios, que pueden resultar insuficientes para hacer frente a la creciente demanda.
La Dra. Cristiane Novaes, de la Universidad Federal del Estado de Río de Janeiro, afirma que ya hay pruebas de que las enfermedades sensibles al clima son cada vez más frecuentes.
Las alteraciones cardiovasculares, frecuentes en las personas mayores, tienen ahora un nuevo desencadenante: las olas de calor extremo.
Estos fenómenos también intensifican otros problemas, como la inflamación de las vías respiratorias, la irritación ocular y los trastornos mentales, como el estrés, la ansiedad y la depresión.
En las zonas densamente pobladas, el riesgo de muerte durante una ola de calor es un 34% mayor, y afecta sobre todo a niños y ancianos.
El 'Informe 2024 sobre el estado del clima', publicado en ‘BioScience’, da la voz de alarma: estamos entrando en una fase sin precedentes de la crisis climática.
Los científicos abogan por medidas urgentes como limitar las emisiones de carbono, abandonar los combustibles fósiles, invertir en energías renovables y restaurar los ecosistemas.
Concienciar a la población sobre hábitos más sostenibles, incluida una dieta basada en plantas, es esencial para mitigar futuros impactos.
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