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El año pasado fue el más caluroso jamás registrado: los océanos hirvieron, los glaciares se derritieron y las temperaturas subieron más rápido de lo previsto.

Aunque la contaminación por combustibles fósiles y el fenómeno climático natural de El Niño fueron factores clave, no pudieron explicar por sí solos este calor extraordinario.

Ahora, un estudio publicado en ‘Science' apunta a un factor crítico ausente: las nubes.

Las nubes bajas, especialmente sobre los océanos, desempeñan un papel vital en la regulación de la temperatura de la Tierra al reflejar la luz solar hacia el espacio.

Sin embargo, estas nubes brillantes han ido disminuyendo o desapareciendo, lo que ha provocado un descenso del albedo del planeta, es decir, de su capacidad para reflejar la luz solar.

Como consecuencia, la Tierra absorbe más luz solar, lo que acelera el calentamiento, según Helge Goessling, físico del clima y coautor del informe.

El albedo de la Tierra lleva disminuyendo desde la década de 1970 debido al deshielo de la nieve y el hielo marino, que dejan al descubierto superficies más oscuras que absorben el calor.

El estudio reveló que el calor récord del año pasado coincidió con una reducción significativa de la nubosidad baja, especialmente sobre partes del océano Atlántico Norte.

Este fenómeno forma parte de una tendencia de una década a la disminución de la nubosidad.

Aunque las razones exactas de este cambio no están claras, los investigadores sugieren varios factores contribuyentes.

Uno de ellos es la reducción de la contaminación por azufre procedente del transporte marítimo debido a una normativa medioambiental más estricta.

Aunque beneficiosa para la salud humana, esta contaminación antes iluminaba las nubes, contribuyendo a enfriar el planeta.

Las variaciones climáticas naturales, como los cambios en los patrones oceánicos, también pueden influir.

Sin embargo, el factor más preocupante es el propio calentamiento global. Las nubes bajas prosperan en una atmósfera fresca y húmeda.

A medida que el planeta se calienta, estas nubes disminuyen o desaparecen, creando un bucle de retroalimentación: el calentamiento global reduce la cobertura de nubes, lo que acelera aún más el calentamiento.

Mark Zalinka, científico atmosférico, describe las nubes como el «protector solar» de la Tierra, y señala cómo incluso pequeños cambios en el comportamiento de las nubes pueden afectar drásticamente a las temperaturas globales.

Si el calentamiento global altera significativamente la cobertura de nubes, las proyecciones futuras podrían subestimar el ritmo del cambio climático.

Tapio Schneider, científico del clima, advierte que si el calentamiento global es el principal impulsor de la disminución de las nubes, el planeta podría experimentar un calentamiento más intenso de lo previsto.

Entender cómo responden las nubes al calentamiento global es crucial.

Los científicos describen las nubes como uno de los mayores retos de la climatología, aunque su papel determinará cuánto calentamiento se avecina.

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