El Peñarol uruguayo sacó a relucir este martes su estirpe para sorprender a domicilio al Godoy Cruz argentino y vencerlo por 1-3 en un partido del Grupo 8 de la Copa Santander Libertadores de América disputado en la capital de la provincia de Mendoza.
Juan Olivera, en los minutos 1 y 41, y Luis Aguiar, en el 67, anotaron los goles del equipo uruguayo, mientras que Rubén Ramírez, en el 30, marcó el empate parcial del conjunto del oeste de Argentina.
Peñarol madrugó a Godoy Cruz antes de cumplirse el minuto de juego, cuando Henry Mier, la figura del primer tiempo, aprovechó una desatención defensiva rival y asistió a Olivera para que el punta sometiera a Sebastián Torrico y estableciera el 0-1.
El anfitrión respondió enseguida con una entrada profunda de Ariel Rojas que no pudo definir el uruguayo Fabricio Núñez, pero desde ese momento hasta la media hora de juego, cuando logró el empate, fue un equipo irresoluto y falto de ideas.
Nicolás Olmedo no aparecía para cortar y distribuir el juego, y ni Diego Villar ni el uruguayo Carlos Sánchez aportaban su habitual dinámica para jugar en los espacios y abastecer a los puntas.
Peñarol fue un equipo inteligente. Contuvo al Godoy Cruz y usó como salida permanente a Mier, quien por la banda izquierda fue incontenible.
Olivera se perdió el segundo gol a los 20 minutos, Luis Aguiar hizo lo propio a los 26 y Torrico se lo impidió al propio Mier a los 28.
El equipo aurinegro pagó su pecado en el minuto 30, cuando 'Tito' Ramírez cabeceó al gol y anotó el empate, pero se redimió con un nuevo y certero centro de Mier y otra definición de Olivera en el 41, que puso el justo 1-2 con el que terminó el primer tiempo.
Los de Diego Aguirre casi marcan el tercero apenas comenzada la segunda etapa por medio de Aguiar, que se reivindicó a los 67 minutos después de una corrida en contragolpe de casi 70 metros del argentino Alejandro Martinuccio.
Tras una interrupción de nueve minutos por una bajada de tensión en la iluminación del estadio, el equipo argentino acrecentó su falta de ingenio para generar situaciones de riesgo y apenas apeló a los centros frontales para Ramírez y Álvaro Navarro.
El Carbonero se apoyó en la seguridad de sus defensas centrales, que casi no fallaron en los 90 minutos, y en la tranquilidad del resto para circular el balón y dejar que el tiempo pasara.
Juan Olivera, en los minutos 1 y 41, y Luis Aguiar, en el 67, anotaron los goles del equipo uruguayo, mientras que Rubén Ramírez, en el 30, marcó el empate parcial del conjunto del oeste de Argentina.
Peñarol madrugó a Godoy Cruz antes de cumplirse el minuto de juego, cuando Henry Mier, la figura del primer tiempo, aprovechó una desatención defensiva rival y asistió a Olivera para que el punta sometiera a Sebastián Torrico y estableciera el 0-1.
El anfitrión respondió enseguida con una entrada profunda de Ariel Rojas que no pudo definir el uruguayo Fabricio Núñez, pero desde ese momento hasta la media hora de juego, cuando logró el empate, fue un equipo irresoluto y falto de ideas.
Nicolás Olmedo no aparecía para cortar y distribuir el juego, y ni Diego Villar ni el uruguayo Carlos Sánchez aportaban su habitual dinámica para jugar en los espacios y abastecer a los puntas.
Peñarol fue un equipo inteligente. Contuvo al Godoy Cruz y usó como salida permanente a Mier, quien por la banda izquierda fue incontenible.
Olivera se perdió el segundo gol a los 20 minutos, Luis Aguiar hizo lo propio a los 26 y Torrico se lo impidió al propio Mier a los 28.
El equipo aurinegro pagó su pecado en el minuto 30, cuando 'Tito' Ramírez cabeceó al gol y anotó el empate, pero se redimió con un nuevo y certero centro de Mier y otra definición de Olivera en el 41, que puso el justo 1-2 con el que terminó el primer tiempo.
Los de Diego Aguirre casi marcan el tercero apenas comenzada la segunda etapa por medio de Aguiar, que se reivindicó a los 67 minutos después de una corrida en contragolpe de casi 70 metros del argentino Alejandro Martinuccio.
Tras una interrupción de nueve minutos por una bajada de tensión en la iluminación del estadio, el equipo argentino acrecentó su falta de ingenio para generar situaciones de riesgo y apenas apeló a los centros frontales para Ramírez y Álvaro Navarro.
El Carbonero se apoyó en la seguridad de sus defensas centrales, que casi no fallaron en los 90 minutos, y en la tranquilidad del resto para circular el balón y dejar que el tiempo pasara.
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