• el año pasado
Una mujer adoptada que pasó décadas preguntándose quién era su padre biológico por fin pudo compartir un emotivo primer abrazo con él y su hermana, un momento que ha tardado más de 30 años en llegar. Los abrazos llenos de lágrimas sucedieron en Carlsbad, Nuevo México, y pusieron fin a un proceso de años de Aliesha Bree, que pasó muchas noches llenando cuadernos, buscando en las redes sociales y en sitios web de pruebas genéticas para encontrar a su familia. Al final, Aliesha salió adelante gracias a la ayuda de una comunidad de redes sociales conocida colectivamente como "ángeles buscadores", personas que ofrecen su tiempo para ayudar a reunir a personas con sus familiares biológicos. Aliesha fue adoptada cuando tenía seis días de vida y, al ser una adopción cerrada, nunca se le revelaron detalles sobre su padre biológico. Durante años, Aliesha mantuvo una relación amorosa con su familia adoptiva, pero sentía un fuerte sentimiento de falta de identidad. Las pruebas genéticas resultaron infructuosas; los cuatro cuadernos de nombres que había buscado en las redes sociales resultaron ser un callejón sin salida, pensó. Pero entonces, cuando consultó a un grupo de ángeles buscadores en las redes sociales, un voluntario respondió en sólo unos minutos diciendo que estarían encantados de ayudarla. Después de unos días de mirar las notas y conexiones de Aliesha, esa persona pudo hacer un árbol genealógico aproximado, que conectó a Aliesha con su abuela biológica y, finalmente, con su padre, Fermín Gutiérrez, de 58 años, que no tenía ni idea de que ella había existido. Aliesha decidió ponerse en contacto con la hija de Fermin, Bianca, de 23 años, su media hermana, quien, después de cierto escepticismo inicial, comunicó la información a su padre. Fermín, de Carlsbad, no se lo podía creer: había salido con la madre biológica de Aliesha cuando vivía en Luisiana, antes de mudarse a Nuevo México, pero no sabía que ella había quedado embarazada.

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