• el año pasado
Este es mi ‘Sermón de la Montaña’.
No porque vaya a ir cargado de bienaventuranzas, a los mansos, a los pobres de espíritu, a los que lloran y a quienes tienen hambre y sed de justicia, que también, sino por el tamaño y la dificultad de la tarea que nos espera.
Me habrán oído mas de una vez proclamar que esto del Periodismo es mejor que trabajar.
Me reafirmo, matizando que conlleva momentos ingratos y tal como evoluciona, corre riesgo de convertirse en una actividad a medio camino entre la orden mendicante y el asaltante de caminos.
El Periodismo se ha deteriorado mucho en España y no sólo porque se ha transformado en una ruina como negocio.
Para empezar, vivimos en un planeta inundado de noticias, donde las fuentes -partidos políticos, empresas, personalidades, científicos y hasta famosillos- han descubierto que pueden llegar directamente al público.
El periodista no decide ya lo que es publicable y lo que no.
Lo mismo pasa con las empresas, cuyo papel como ‘guardabarreras’ de la información se ha erosionado tanto, que apenas se nota.
Antes, en una ciudad como La Coruña, lo que no salía en La Voz de Galicia no existía. Daba igual que te casases. Si no te sacaban en el huecograbado, seguías soltero.
En Granada, si el Ideal no insertaba tu esquela, para la mayor parte de la ciudad seguías vivo.
Ahora, merced a Internet y a las nuevas tecnologías, ya no es así, pero los medios clásicos, la televisión en concreto, siguen siendo claves. Sobre todo en Política.
El ‘sanchismo’ solo es posible gracias al cinturón mediático que libra a Sánchez de la rendición de cuentas.
Gracias a esa ‘Brunete Pedrete’ que justifica las tropelías del jefe del PSOE, oculta la cocaína del Tito Berni, camufla la estafa de los EREs, silencia el pasteleo con los terroristas, maquilla el indulto a los golpistas y disimula la incompetencia de sus ministros.
¿Por qué ha habido más de 10 millones de españoles que este 23J han bendecido en las urnas todas las fechorías de Sánchez?
Pues porque mientras el centroderecha ha descuidado desde hace décadas las ideas, la cultura y la comunicación, la izquierda y sus compinches han trabajado a tiempo completo para tener amarrados al ‘pesebre’ a tertulianos, artistas, columnistas, periódicos y emisoras, ahormando la opinión publica a esa plantilla siniestra autodenominada ‘progresismo’.
Categoría en la que incluyen desde terroristas a golpistas, pasando por nacionalistas vascos burgueses o catalanes racistas, y por supuesto a todos los que se cagan en España.
¿Cómo lo han hecho?
En el caso de los medios de comunicación, por la via de promocionar a los suyos, engrasar con publicidad institucional a los afines y subvencionar a sus ‘sicarios’.
Frente a eso, lo del PP -con excepciones notables como Madrid- es de coña.
Aspirando sumisos a que alguna vez les perdonen la vida o que la SER, El Pais, LaSexta y el resto les publiquen una reseña favorable, siguen porcinamente metiendo fondos en los medios que los hacen chacina y dando alas, como a

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