• el año pasado
¡Es acojonante!
Y no me refiero a la caradura de Sánchez, que figura ya en el Libro Guinness de los Récords, sino a las tragaderas de los periodistas españoles.
Cierto que corren tiempos duros, que la época en que los medios de comunicación eran un negocio floreciente y teníamos corresponsales y enviados especiales por todos lados son ya un recuerdo borroso y que el Grupo PRISA -dueño de El País y la Cadena SER- debe la friolera de 870 millones de euros.
Cierto que el primer anunciante de España y quien decide dónde se inserta publicidad ‘oficial’ -400 millones sacados del bolsillo del contribuyente-, es el Gobierno Sánchez… ¡pero un poco de dignidad paisanos!
Hace un par de semanas me quede estupefacto, al ver a Pedrojota Ramírez sentado en primera fila y aplaudiendo como una foca de circo las gracias de Jorge Javier Vázquez en la presentación del libro del jefe del PSOE.
Este miércoles, hasta sentí bochorno viendo en diferido la rueda de prensa, en la que el amigo de Txapote hacía balance de este aciago 2023.
Con la displicencia del cateto que echa pienso a los gorrinos de la cochiquera o a las reses atadas al pesebre del establo, Sánchez se permitió recriminar a la prensa que no sea más dura con PP y VOX y en una alusión directa a Isabel Díaz Ayuso, subrayó que le parece ‘absolutamente reprochable’ que se bromee sobre él diciendo 'me gusta la fruta'.
Eso, como el recital de bulos que ofreció a continuación o que eludiera asuntos cruciales, entra dentro de lo ‘normal’.
También que los ‘comisarios’ de La Moncloa seleccionaran los ‘interrogadores’ y sólo permitieran tomar la palabra a seis: El País, Servimedia, RNE, El Periódico de Catalunya, el Diario ARA e Infolibre.
Es decir, el rotativo gubernamental, una agencia ‘neutra’, la radio ‘pública’, dos periódicos catalanes adictos al ‘régimen’ y un digital ‘progre’, que paga la nómina si le cae a tiempo el ‘maná’ monclovita.
Habrá alguno de ustedes mascullando que es lo ‘previsible’ y que ningún político, si puede, se arriesga a dar la palabra a un reportero crítico y asume el peligro de ser empalado.
Vale, pero es que ahora viene lo de los periodistas.
¿Creen que alguno de los designados inquirió por la ilegal amnistía a los golpistas o por el retorno de Puigdemont?
¿Se le ocurrió al de El País o a cualquiera de los otros cinco ‘masajistas’ bendecidos por La Moncloa poner sobre el tapete el turbio pacto entre el PSOE y Bildu, para entregar Pamplona a los proetarras, algo para lo que apenas faltaban unas horas?
¡Ni de coña!
Se prestaron sumisos a la farsa y preguntaron por Ortega-Smith y el susto que le metió al cagón de Más Madrid, pero ni palabra de los asuntos que de verdad marcan el año que ahora concluye.
Lo he pasado muy bien como periodista los 50 años que he ejercido la profesión y ha habido momentos en lo que he llegado a pensar que la de reportero audaz era una función creada por Dios para mi, pero les juro que el Periodismo español, con contadas y honrosas excepciones, me da ahora ver

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