• hace 15 años
Cuando Byron y Shelley se encontraron en su exilio de Ginebra, nadie podía imaginar que llegarían a ser tan amigos. Ni siquiera ellos mismos. Aquellos dos rebeldes a quienes el establishment del entorno Oxbridge llamaba "los satánicos", formaron un grupo con sus mujeres Mary y Claire muy compenetrado, tanto que el hiperbólico Shelley lo llamó "nuestra pequeña liga incestuosa", aunque para decepción de su amigo nunca consumaran entre ellos los juegos eróticos que sí incluían a alguna cuñada, prima o hermanastra que iba y venía. Ya en Italia, la amistad entre ellos se vulcanizó al fuego prometeico de la poesía, que los unió por encima de cualquier antagonismo.

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