• hace 2 años
La ocasión la pintan calva.

Tenemos a huevo sacar del mapa a Podemos y a esas excrecencias con las que el socialista Pedro Sánchez comparte el Gobierno de España y no deberíamos dejar pasar la oportunidad.

No me refiero a ilegalizarlos, que es lo que merecen, porque no se dan todavía las circunstancias para ello, sino para expulsarlos del escenario político, para arrinconarlos mediáticamente y poner fin a esta ignominia.

Aprovechando que Europa, Estados Unidos y todo eso que eufemísticamente denominamos Occidente ha decidido por fin negarle el pan y la sal a Vladimir Putin, sería insensato no aprovechar para hacer lo mismo con sus cómplices, compinches y secuaces.

Putin no es el heredero de los zares, aunque viva en el Kremlin. Sigue siendo el fiel, feroz, dedicado y cruel sucesor de Stalin, Kruchev, Andropov y otros secretarios generales del Partido Comunista de la Unión Soviética.

Su abuelo fue cocinero de Papá Stalin y el se crio en las juventudes del partido. Ejerció como espía rojo en Alemania del Este, fue jefe del Servicio Federal de Seguridad, la tenebrosa organización que antaño se conocía como KGB y desde su llegada al poder ha encarcelado o eliminado todos los que han osado disentir o ponerse en su camino.

Es un comunista de tomo y lomo, como los son el ministro Alberto Garzón, la vicepresidenta Yolanda Díaz, el cretino de Juan Carlos Monedero o el caradura de Pablo Iglesias, con quien además comparte amigos y aliados: los torturadores chavistas, el sandinista Ortega, los castristas cubanos y toda esa patulea siniestra.

Para esta tarea -urgente, inmediata, imprescindible- no podemos confiar en los políticos, porque tenemos en España un centroderecha tan acomplejado y flojo que hasta permite al PSOE, que es el partido más corrupto de la UE, le marque de forma recurrente con el estigma de la mangancia o le eche encima, vía Memoria Histórica, los espantos de la Guerra Civil, teniendo como tienen, los socialistas a sus espaldas, el horror de las chekas, los fusilamientos presos y hasta el asesinato de Calvo Sotelo. O que los sectarios de Podemos y sus aliados etarras o separatistas se pasen el día tildándolos de nazis, ultras o peligrosos, sin recibir una respuesta adecuada.

Esto es cosa nuestra y ya hemos puesto en marcha la campaña.

Si la panda de chupones que nos rodea se ha movilizado para prohibir a los equipos de baloncesto ruso seguir en la Euroliga, la UEFA ha sacado de la Champions al Spartak y andan maquinando para impedir a tenistas como Medveded o Rublev dar raquetazos en el circuito tenístico, muy inútiles tendríamos que ser si no logramos sacar del escenario político español a los comunistas que apoyan la invasión de Ucrania, se abrazan con los verdugos y se manifiestan pidiendo la disolución de la OTAN.

¡A por ellos, que son pocos y cobardes!

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