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Cuando uno oye la palabra “bullying”, lo primero que se imagina es compañeros crueles de clase que te hacen la vida imposible. Ese no fue el caso de Marcos, él se llevaba bien con ellos. En su lugar, fue víctima de bullying por parte de su profesora. ¿Te imaginas? UNA PROFESORA. Tuvo que soportar muchísimas situaciones desagradables, y le gustaría contarte cómo se las arregló para resolver el problema.
En ese entonces, Marcos estaba en el último año de secundaria. Siempre había sido un estudiante mediocre de matemática, era su debilidad todos los años. Pero lo cierto era que le gustaba, así que hacía muchas preguntas en las clases. El último año tuvo a una nueva profesora, la Sra. Ramos, conocida por ser una genio de la matemática. También era famosa por ser una mujer malvada y sin corazón, pero Marcos nunca pensó que sería algo para preocuparse. Las clases con ellas comenzaron, y él tenía la esperanza de aprovechar su inteligencia y mejorar sus notas en matemática.
Las primeras lecciones fueron buenas. Marcos estaba muy entusiasmado y hacía preguntas. Muchas veces eran preguntas tontas, pero, como él lo veía, cualquier profesor estaría contento de ayudar a un estudiante interesado. A Ramos no le llevó mucho tiempo usar frases como “Y otra vez el niño lento”, “Qué sorpresa, otra vez no entiendes”, “¿Tengo que explicar extralento para ti?”. ¡Frente a todos! Y todos se reían. Por alguna razón, ella lo veía como una especie de enemigo. Todas las clases, Marcos recibía algún nuevo y creativo insulto. No era el mejor en matemática, pero tampoco era el peor, así que no comprendió ese desprecio.
Quizá pienses que lo mejor hubiera sido respirar profundo y mantener la calma durante el año. El problema era que, al tener tantas lecciones de matemática a la semana, para Marcos se hacía cada vez más difícil ir a la escuela. Así que intentó resolver el problema por su cuenta: se mostraba amigable y relajado con ella. Lo único que logró fue empeorar las cosas, Ramos se puso peor. Muy bien, hora del plan B, pensó. Decidió enfrentarla directamente. Le dije: “Sra. Ramos, ¿podría dejar de ofenderme frente a toda la clase?”. Lo único que le respondió fue: “No sé de qué estás hablando. Y por cierto, no esperaría una nota aceptable al final del año si fuera tú”.
Tendría que recurrir a medidas extremas. Marcos le contó su problema al director, y él envió a alguien para vigilarla durante la clase. Ella se mostró normal y respetuosa durante el día, y luego volvió a fastidiarlo con el doble de entusiasmo. Eso fue todo. Marcos fue a una tienda, compró un grabador y grabó cada uno de los insultos que la Sra. Ramos le dirigió durante el resto del año. Un día le hizo una pregunta en clase. La respuesta sigue grabada en el cerebro de Marcos: “Enseño desde hace más de 10 años, y esta es la pregunta más estúpida
Cuando uno oye la palabra “bullying”, lo primero que se imagina es compañeros crueles de clase que te hacen la vida imposible. Ese no fue el caso de Marcos, él se llevaba bien con ellos. En su lugar, fue víctima de bullying por parte de su profesora. ¿Te imaginas? UNA PROFESORA. Tuvo que soportar muchísimas situaciones desagradables, y le gustaría contarte cómo se las arregló para resolver el problema.
En ese entonces, Marcos estaba en el último año de secundaria. Siempre había sido un estudiante mediocre de matemática, era su debilidad todos los años. Pero lo cierto era que le gustaba, así que hacía muchas preguntas en las clases. El último año tuvo a una nueva profesora, la Sra. Ramos, conocida por ser una genio de la matemática. También era famosa por ser una mujer malvada y sin corazón, pero Marcos nunca pensó que sería algo para preocuparse. Las clases con ellas comenzaron, y él tenía la esperanza de aprovechar su inteligencia y mejorar sus notas en matemática.
Las primeras lecciones fueron buenas. Marcos estaba muy entusiasmado y hacía preguntas. Muchas veces eran preguntas tontas, pero, como él lo veía, cualquier profesor estaría contento de ayudar a un estudiante interesado. A Ramos no le llevó mucho tiempo usar frases como “Y otra vez el niño lento”, “Qué sorpresa, otra vez no entiendes”, “¿Tengo que explicar extralento para ti?”. ¡Frente a todos! Y todos se reían. Por alguna razón, ella lo veía como una especie de enemigo. Todas las clases, Marcos recibía algún nuevo y creativo insulto. No era el mejor en matemática, pero tampoco era el peor, así que no comprendió ese desprecio.
Quizá pienses que lo mejor hubiera sido respirar profundo y mantener la calma durante el año. El problema era que, al tener tantas lecciones de matemática a la semana, para Marcos se hacía cada vez más difícil ir a la escuela. Así que intentó resolver el problema por su cuenta: se mostraba amigable y relajado con ella. Lo único que logró fue empeorar las cosas, Ramos se puso peor. Muy bien, hora del plan B, pensó. Decidió enfrentarla directamente. Le dije: “Sra. Ramos, ¿podría dejar de ofenderme frente a toda la clase?”. Lo único que le respondió fue: “No sé de qué estás hablando. Y por cierto, no esperaría una nota aceptable al final del año si fuera tú”.
Tendría que recurrir a medidas extremas. Marcos le contó su problema al director, y él envió a alguien para vigilarla durante la clase. Ella se mostró normal y respetuosa durante el día, y luego volvió a fastidiarlo con el doble de entusiasmo. Eso fue todo. Marcos fue a una tienda, compró un grabador y grabó cada uno de los insultos que la Sra. Ramos le dirigió durante el resto del año. Un día le hizo una pregunta en clase. La respuesta sigue grabada en el cerebro de Marcos: “Enseño desde hace más de 10 años, y esta es la pregunta más estúpida
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