¿Existe la bella durmiente?

  • hace 8 años
Madrid, 27 mar (efesalud.com). Los adultos estamos tan acostumbrados a mentir a los niños que si contáramos el número de veces que lo hacemos al cabo del día, las semanas o los meses, no podríamos siquiera escribir esa cifra juntando todos los dedos de las manos y de los pies; y aunque siempre damos por hecho de que lo hacemos por su bien, hay situaciones en las que deberíamos pensar nuestra respuesta con más y mejor tino, ya que el engaño piadoso, cuando no una mentira absurda, puede resultar fatal para su bienestar futuro, máxime si esa media verdad está íntimamente relacionada con el amor o la felicidad.

RELATO: "El momento de la verdad", de la escritora Isabel Cañelles (Editorial Relee).

Le estoy contando a Elmo el cuento de «La bella durmiente».
-…y el príncipe la vio ahí echada en la cama, tan guapa, tan plácida, que le dio un beso en los labios. Y entonces, la bella durmiente se despertó, y vio al príncipe, y le pareció una maravilla.
Elmo mira al vacío, extasiado.
-¿Y a que no sabes cómo se llamaba el príncipe? -le pregunto.
-¿Cómo?
-Elmo.
-Nooo… -dice, incrédulo.
-Que sí.
-¿De verdad? -sus ojos se iluminan.
-De verdad de la buena.
-¡Como yo! -grita.
-Justo.
-Ay -dice, riéndose-, que me voy a casar con la bella durmiente.
-¿Y a que no sabes cómo se llamaba la bella durmiente?
-¿Cómo?
-Lola -Lola es la niña que le gusta a Elmo.
-Me estás diciendo una mentira.
-No, no, de verdad se llamaba Lola.
-¡Elmo y Lola!
-Exacto.
Elmo camina sonriente. De pronto se vuelve y se pone a pegarme.
-No es verdad, no es verdad, no es verdad… -Deja de pegarme, me mira a los ojos y me pregunta muy serio-: ¿Me estás diciendo una mentira o no?
Este es el momento en que una madre ha de decidir, y tiene décimas de segundo para hacerlo. Cojo a Elmo en brazos (casi no puedo ya con él), lo aprieto fuerte y le digo al oído:
-Claro que es verdad, amor.
Elmo me abraza, feliz.
Al fin y al cabo -me consuelo-, nadie sabe cómo se llamaban el príncipe y la bella durmiente.

IN ENGLISH: The moment of truth

I’m telling Elmo the story of Sleeping Beauty.
”... and the prince saw her lying on the bed, so beautiful and peaceful that he kissed her on the lips. And then Sleeping beauty woke up and saw the prince and she thought he was wonderful.”
Elmo is staring into space, enraptured.
“And I bet you don’t know what the prince was called,” I ask.
“What?”
“Elmo.”
“Nooo ? ,” he says, disbelievingly.
“Yes.”
“Really?” And his eyes light up.
“Really and truly.”
“Just like me!” he shouts.
“Exactly.”
“Ohh” he laughs, “I’m going to marry Sleeping beauty.”
“And I bet you don’t know what Sleeping Beauty was called?”
“What?”
“Lola.” Lola is the girl that Elmo likes.
“You’re telling fibs.”
“No, no, she was really called Lola.”
“Elmo and Lola!”
“Exactly.”
Elmo walks on smiling. Suddenly he turns around and starts hitting me.
“It’s not true, it’s not true, it’s not true ?”
He stops hitting me, looks me in the eye and asks very seriously, “Are you telling fibs or not?”
This is the moment when a mother has to decide, and she has a fraction of a second to do so.
I lift Elmo up (I can hardly carry him now), hug him tightly and whisper in his ear, “Of course it’s true, honey.”
Elmo hugs me happily.
After all, I console myself, nobody knows what the prince and Sleeping Beauty were called.

Translation/Traducción: Fionnuala Ni Eigeartaigh.

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