¿Por qué te quedas lejos, Señor, y te escondes en los momentos de angustia? El malvado se impone y aplasta al humilde: que quede atrapado en las trampas que maquina.. El malvado se jacta de la avidez de su alma, el aprovechador maldice y desprecia al Señor. Enrisca la nariz y no se preocupa: "¡No hay Dios", dice; eso es todo lo que piensa. En todas sus empresas le va bien, tus sentencias son muy altas para él, barre de un soplo a todos sus rivales.
El Salmo 10 es un himno de confianza en Dios, en medio de la adversidad. El salmista clama a Dios pidiéndole que intervenga en un mundo lleno de maldad, violencia e injusticia. El salmista se aferra a la idea de que Dios es un Dios justo y bondadoso que no abandona a sus fieles.
El salmista describe la situación de los pobres y necesitados, los cuales son víctimas de la opresión y la violencia de los malvados, que parecen actuar impunemente. Estos opresores no temen a Dios, y creen que su poder y riqueza los protegerán de cualquier consecuencia de sus acciones injustas.
Sin embargo, el salmista se mantiene firme en su fe en Dios y en su justicia divina. Reconoce que Dios ve todo lo que ocurre en el mundo y que tarde o temprano ejercerá su juicio sobre los malvados. El salmista también está convencido de que Dios no olvida a los necesitados y que siempre está dispuesto a escuchar sus clamores y atender sus necesidades.
En el versículo 14, el salmista expresa su confianza renovada en Dios cuando dice: "Tú lo has visto, porque tú miras el sufrimiento y el penar para tomarlos en tus manos. A ti se acoge el desvalido, tú eres el amparo del huérfano".
Este Salmo es un recordatorio para los creyentes de que en medio de la adversidad y el sufrimiento, Dios siempre escucha nuestras súplicas y nos ofrece su protección y consuelo. Debemos tener fe en que, aunque parezca que los malvados triunfan en el mundo, Dios no permitirá que la injusticia prevalezca para siempre.
Por tanto, como católicos, debemos seguir el ejemplo del salmista de orar por aquellos que sufren injusticia y a la vez tener siempre presente que Dios es nuestro protector y defensor, en quien podemos confiar. Él es nuestro refugio en tiempos de necesidad y el que nos extenderá su mano amorosa para levantarnos y guiarnos en el camino que nos ha trazado.
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El salmista describe la situación de los pobres y necesitados, los cuales son víctimas de la opresión y la violencia de los malvados, que parecen actuar impunemente. Estos opresores no temen a Dios, y creen que su poder y riqueza los protegerán de cualquier consecuencia de sus acciones injustas.
Sin embargo, el salmista se mantiene firme en su fe en Dios y en su justicia divina. Reconoce que Dios ve todo lo que ocurre en el mundo y que tarde o temprano ejercerá su juicio sobre los malvados. El salmista también está convencido de que Dios no olvida a los necesitados y que siempre está dispuesto a escuchar sus clamores y atender sus necesidades.
En el versículo 14, el salmista expresa su confianza renovada en Dios cuando dice: "Tú lo has visto, porque tú miras el sufrimiento y el penar para tomarlos en tus manos. A ti se acoge el desvalido, tú eres el amparo del huérfano".
Este Salmo es un recordatorio para los creyentes de que en medio de la adversidad y el sufrimiento, Dios siempre escucha nuestras súplicas y nos ofrece su protección y consuelo. Debemos tener fe en que, aunque parezca que los malvados triunfan en el mundo, Dios no permitirá que la injusticia prevalezca para siempre.
Por tanto, como católicos, debemos seguir el ejemplo del salmista de orar por aquellos que sufren injusticia y a la vez tener siempre presente que Dios es nuestro protector y defensor, en quien podemos confiar. Él es nuestro refugio en tiempos de necesidad y el que nos extenderá su mano amorosa para levantarnos y guiarnos en el camino que nos ha trazado.
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