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00:00La Palabra del Día, con Isaías Lafuente
00:04Pues mirad, la palabra asteroide nos llegó del griego asteroides, que literalmente nombraría
00:09a lo que es parecido o tiene forma de estrella. Aunque el nombre lo propuso el astrónomo
00:14William Herschel, descubridor del planeta Urano en 1802, a muchos colegas de entonces
00:20les pareció un término ridículo para esos cuerpos celestes que ellos seguían considerando
00:25todavía planetas. Otro astrónomo, más tarde Giuseppe Piazzi, cuajó el término
00:30planetoide, que tampoco es que sea muy bonito, y que entró en nuestro diccionario en los
00:34años 20 del siglo XX. Una década después, los académicos españoles registraron el
00:40término asteroide ya generalizado por entonces en el mundo académico. El diccionario nos
00:45define asteroide como cuerpo menor del sistema solar de dimensiones inferiores a mil kilómetros
00:51de diámetro. Cuando un asteroide, alguna de sus partes u otro cuerpo celeste penetra
00:57en nuestra atmósfera, recibe entonces el nombre de meteoro, del griego meteoros, que
01:02nombraba en general a lo que está en el aire, lo que está en el cielo. Las estrellas fugaces
01:07y los bólidos, que como diría Nieves con Costrina, fueron cuerpos celestes incandescentes
01:12antes que rapidísimos coches de carreras, lo son. Y cuando llegan a impactar en la Tierra,
01:18los llamamos entonces meteoritos, que suena pequeño, pero pueden ser grandes en su extensión
01:23o en su capacidad destructora. Este asteroide que hoy nos ocupa, el YR4, tiene el tamaño
01:29de un campo de fútbol y podría llegar a la Tierra en 2032. Sería justo 100 años
01:35después de que la palabra impactase en nuestro diccionario.

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