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En una nueva edición de las 'Aventuras de un padre foodie', Pedro Blanco habla de su propio experiencia llevando la cocina del juego a la vida real.

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Transcripción
00:00pizzas de madera, espaguetis de plastilina, plátanos de tela, chorizo de
00:04plástico, cuchillos que no cortan, tenedores que no tienen punta, delantales
00:10que tienen la medida de un babero, cazos y sartenes en miniatura.
00:14¿Cuántas cocinitas habrán cargado los reyes este año y cómo las disfrutan, por
00:18cierto, los más pequeños? Claro que eso en lo que los niños ven un juguete, los
00:24padres y las madres casi vemos un deseo, el deseo de conseguir que se
00:29familiaricen más con la cocina, que acaben estableciendo vínculos
00:33sentimentales, no sé, con las zanahorias o que deseen hincarle el diente al
00:36aguacate. El siguiente paso es pasar de la cocinita a la cocina, a que se encaramen
00:41al taburete y se asomen a la encimera y empiecen a tocar, a mezclar, a aplastar, a
00:47cortar, a trocear, que comiencen a familiarizarse con el proceso que luego
00:52da lugar a ese plato que, es verdad, quizá no se coman. He de confesar, eso sí, que yo
00:59soy de esos padres a los que les ha costado abrir la cocina de par en par a
01:03los pequeños, para que no se manchen, para que no se lastimen, para que no rompan
01:08nada, para que no se hagan daño, en fin, para que no la líen. Sin embargo, ahora sé
01:14que es justo lo que tienen que hacer, liarla primero, liarla primero en la
01:18cocina, para entenderla después. A los reyes les pido paciencia para mí,
01:24curiosidad para los niños y quitagrasas para todos.

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