La dependencia afectiva es una forma de vinculación que va más allá de los límites del amor sano, convirtiéndose en una necesidad obsesiva del otro.
La psicoterapeuta Simona Lauri la describe como una condición en la que la pareja se sitúa en el centro de todo, a menudo en detrimento de uno mismo.
Este fenómeno, también conocido como adicción al amor, puede tener graves repercusiones en el bienestar personal, llevando a descuidar los deseos y objetivos individuales.
Los principales síntomas incluyen la necesidad constante de la presencia de la pareja para sentirse realizado, manifestaciones de celos y miedo al abandono, hasta comportamientos extremos como el acoso en caso de separación.
El aislamiento social es otra señal de alarma, al igual que fingir interés por actividades indeseables o vivir la relación como única fuente de felicidad.
Salir de esta espiral requiere primero tomar conciencia. Un primer paso es dedicar tiempo a la soledad para reconectar con las propias necesidades y emociones.
Crear una 'lista de prioridades' ayuda a distinguir lo que de verdad es importante, construyendo un sentimiento de autonomía similar al de una casa hecha de muchos ladrillos.
Por último, cultivar la autonomía, el amor propio y la autoestima permite vivir el amor como una experiencia valiosa pero no totalizadora.
El objetivo es encontrar un equilibrio emocional que permita amar sin perderse a uno mismo, manteniendo una vida plena y satisfactoria fuera de la relación.
La psicoterapeuta Simona Lauri la describe como una condición en la que la pareja se sitúa en el centro de todo, a menudo en detrimento de uno mismo.
Este fenómeno, también conocido como adicción al amor, puede tener graves repercusiones en el bienestar personal, llevando a descuidar los deseos y objetivos individuales.
Los principales síntomas incluyen la necesidad constante de la presencia de la pareja para sentirse realizado, manifestaciones de celos y miedo al abandono, hasta comportamientos extremos como el acoso en caso de separación.
El aislamiento social es otra señal de alarma, al igual que fingir interés por actividades indeseables o vivir la relación como única fuente de felicidad.
Salir de esta espiral requiere primero tomar conciencia. Un primer paso es dedicar tiempo a la soledad para reconectar con las propias necesidades y emociones.
Crear una 'lista de prioridades' ayuda a distinguir lo que de verdad es importante, construyendo un sentimiento de autonomía similar al de una casa hecha de muchos ladrillos.
Por último, cultivar la autonomía, el amor propio y la autoestima permite vivir el amor como una experiencia valiosa pero no totalizadora.
El objetivo es encontrar un equilibrio emocional que permita amar sin perderse a uno mismo, manteniendo una vida plena y satisfactoria fuera de la relación.
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