Evitar el consumo de alcohol, ya sea por motivos de salud, religión o simple elección, sigue siendo un reto en una sociedad en la que beber es la norma social.
Esta práctica de avergonzar o cuestionar a quienes deciden abandonar o reducir su consumo se ha ganado un nombre: Sober Shaming.
Una encuesta de 'Go Magenta' revela que el 68% de las personas que han moderado su consumo de alcohol se han enfrentado a cuestionamientos recurrentes, y el 34% señala la incomodidad de dar explicaciones.
Frases como «¿estás enfermo?» o «bebe un poco» dejan al descubierto un estigma arraigado en la cultura del alcohol.
Los expertos explican que la decisión de alguien de no beber puede llevar a quienes le rodean a reflexionar sobre su propio consumo, generando malestar.
En otros casos, beber refuerza el sentido de pertenencia. Optar por la sobriedad puede verse como una falta de lealtad al grupo.
A pesar de la presión social, la tendencia a reducir el consumo va en aumento. Los datos muestran que el 44% de los adultos de 25 a 34 años y el 36% de los jóvenes de 18 a 24 años declaran no beber «casi nunca».
Este cambio refleja una mayor atención a la salud, el equilibrio y el autocontrol.
Esta práctica de avergonzar o cuestionar a quienes deciden abandonar o reducir su consumo se ha ganado un nombre: Sober Shaming.
Una encuesta de 'Go Magenta' revela que el 68% de las personas que han moderado su consumo de alcohol se han enfrentado a cuestionamientos recurrentes, y el 34% señala la incomodidad de dar explicaciones.
Frases como «¿estás enfermo?» o «bebe un poco» dejan al descubierto un estigma arraigado en la cultura del alcohol.
Los expertos explican que la decisión de alguien de no beber puede llevar a quienes le rodean a reflexionar sobre su propio consumo, generando malestar.
En otros casos, beber refuerza el sentido de pertenencia. Optar por la sobriedad puede verse como una falta de lealtad al grupo.
A pesar de la presión social, la tendencia a reducir el consumo va en aumento. Los datos muestran que el 44% de los adultos de 25 a 34 años y el 36% de los jóvenes de 18 a 24 años declaran no beber «casi nunca».
Este cambio refleja una mayor atención a la salud, el equilibrio y el autocontrol.
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