Ha entrado oficialmente en vigor un alto el fuego entre Israel y Hezbolá, que podría poner fin a más de un año de conflicto.
Con la mediación de Estados Unidos, el acuerdo exige a ambas partes la retirada de combatientes y armas de la región meridional del Líbano en un plazo de 60 días.
El ejército libanés, apoyado por las fuerzas de paz de la ONU, reemplazará a las fuerzas de Hezbolá al sur del río Litani.
El conflicto se ha recrudecido en los últimos meses, con la intensificación de la campaña militar israelí, que incluye bombardeos aéreos y una invasión terrestre limitada.
Miles de civiles han sido desplazados y se han producido importantes destrucciones en todo Líbano.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, declaró que Israel se reserva el derecho a emprender acciones militares si Hezbolá viola el acuerdo rearmándose, reconstruyendo infraestructuras o lanzando ataques.
Los críticos señalan la fuerza de Hezbolá en comparación con el Ejército libanés, escaso de recursos, y los problemas a los que se enfrentan las fuerzas de paz de la ONU, para hacer cumplir los acuerdos anteriores.
Los residentes cercanos a la frontera en el norte de Israel han expresado sus dudas sobre la voluntad de Hezbolá de cumplir los acuerdos.
El alto el fuego se produce tras una implacable campaña israelí dirigida contra los dirigentes y la infraestructura de Hezbolá.
La exdiplomática estadounidense Gina Abercrombie-Winstanley describió estos esfuerzos como un debilitamiento significativo del grupo respaldado por Irán.
Sin embargo, el coste humano ha sido inmenso, ya que ciudades libanesas como Baalbek y Beirut sufrieron intensos bombardeos justo antes de que el acuerdo entrara en vigor.
La atención se desplaza ahora a Gaza, donde los dirigentes de Hamás han acogido con satisfacción el alto el fuego y se han mostrado dispuestos a negociar un acuerdo similar.
Las conversaciones para una tregua en Gaza siguen estancadas, pero Hamás ha informado a los mediadores de Egipto, Qatar y Turquía de su disposición a debatir un intercambio de prisioneros y un alto el fuego más amplio.
Aunque el alto el fuego entre Hezbolá e Israel permite albergar esperanzas de que se reduzcan las tensiones en Líbano, su aplicación será objeto de estrecha vigilancia.
Un comité dirigido por Estados Unidos, Francia y otras partes interesadas supervisará su cumplimiento, pero la región sigue en vilo mientras se ponen a prueba los términos del acuerdo.
Con la mediación de Estados Unidos, el acuerdo exige a ambas partes la retirada de combatientes y armas de la región meridional del Líbano en un plazo de 60 días.
El ejército libanés, apoyado por las fuerzas de paz de la ONU, reemplazará a las fuerzas de Hezbolá al sur del río Litani.
El conflicto se ha recrudecido en los últimos meses, con la intensificación de la campaña militar israelí, que incluye bombardeos aéreos y una invasión terrestre limitada.
Miles de civiles han sido desplazados y se han producido importantes destrucciones en todo Líbano.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, declaró que Israel se reserva el derecho a emprender acciones militares si Hezbolá viola el acuerdo rearmándose, reconstruyendo infraestructuras o lanzando ataques.
Los críticos señalan la fuerza de Hezbolá en comparación con el Ejército libanés, escaso de recursos, y los problemas a los que se enfrentan las fuerzas de paz de la ONU, para hacer cumplir los acuerdos anteriores.
Los residentes cercanos a la frontera en el norte de Israel han expresado sus dudas sobre la voluntad de Hezbolá de cumplir los acuerdos.
El alto el fuego se produce tras una implacable campaña israelí dirigida contra los dirigentes y la infraestructura de Hezbolá.
La exdiplomática estadounidense Gina Abercrombie-Winstanley describió estos esfuerzos como un debilitamiento significativo del grupo respaldado por Irán.
Sin embargo, el coste humano ha sido inmenso, ya que ciudades libanesas como Baalbek y Beirut sufrieron intensos bombardeos justo antes de que el acuerdo entrara en vigor.
La atención se desplaza ahora a Gaza, donde los dirigentes de Hamás han acogido con satisfacción el alto el fuego y se han mostrado dispuestos a negociar un acuerdo similar.
Las conversaciones para una tregua en Gaza siguen estancadas, pero Hamás ha informado a los mediadores de Egipto, Qatar y Turquía de su disposición a debatir un intercambio de prisioneros y un alto el fuego más amplio.
Aunque el alto el fuego entre Hezbolá e Israel permite albergar esperanzas de que se reduzcan las tensiones en Líbano, su aplicación será objeto de estrecha vigilancia.
Un comité dirigido por Estados Unidos, Francia y otras partes interesadas supervisará su cumplimiento, pero la región sigue en vilo mientras se ponen a prueba los términos del acuerdo.
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