Le he mandado esta mañana a Alvise un WhatsApp que no debería echar en saco roto.
“Cuando los generales y emperadores romanos salían a las calles, para que el pueblo les aclamara enfebrecido, siempre llevaban al lado a un esclavo que sostenía sobre sus cabezas una corona de laurel, mientras les susurraba al oído ‘memento mori’: recuerda que eres mortal”.
El mensaje, además de recordar al flamante triunfador de las elecciones europeas que juró en este plató, cuando nadie quería entrevistarlo porque les parecía un apestado, que vendría en cuanto consiguiese el acta, tiene por objeto contribuir a que el líder de ‘Se Acabó la Fiesta’ no se vuelva tarumba.
Tiene Alvise un intenso amor propio y algunos pájaros en la cabeza, pero creo -a diferencia de lo que opinaba antes de los comicios del 9 de junio-, que puede contribuir y mucho a sanear el podrido panorama político español.
Este fenómeno de 34 años, que se fue, con una mano delante y otra detrás, a Inglaterra siendo un chaval, que no concluyó con título estudio alguno y que comenzó a descollar como jefe de gabinete de Toni Cantó estando en Ciudadanos, logró el domingo 800.763 votos y tres escaños, sin dinero, sin apoyo mediático, sin equipo, sin programa electoral y vituperado por políticos y periodistas.
¿Para hacer exactamente qué?
Como es más listo que el hambre, ha propuesto modificar la Constitución para que pederastas y asesinos sean condenados a ‘trabajos forzosos’ y construir, al estilo del salvadoreño Bukele, una macrocárcel para 40.000 indeseables, que estaría dispuesto a transferir a cualquier país o a la misma ONU si le acusan de violar derechos humanos.
Y dice que el Rey la ha pifiado firmando la ilegal amnistía a Puigdemont y que no quiere que el socialista Sánchez dimita, porque el marido de Begoña escaparía a República Dominicana a gastarse los millones, cuando merece pudrirse en prisión.
Como pueden imaginar, estos proyectos ‘mano dura’ desatan el entusiasmo de sus admiradores, aunque no tanto como su promesa de sortear entre sus ilusionados seguidores el sueldo de eurodiputado y las decenas de miles de euros que cuelgan del cargo.
Me ha parecido inteligente la reacción de Abascal, que en lugar de estigmatizar a Alvise y su tropa, como ha hecho el PP de Feijóo con VOX, le ha felicitado y le tiende la mano.
Es una jugada política perspicaz y no sólo porque en algún asunto como la emigración ilegal van a confluir llegado el caso.
La clave está en los votantes de ‘Se Acabó la Fiesta’.
Michavila, de GAD3, afirma que son en un 80 % jóvenes tecnológicos, conectados a las redes sociales.
Target Point asegura, usando datos brutos del CIS, que un 20% son nuevos votantes y un 27% personas que no votaban.
¡Un 47% de electores a estrenar!
Alvise ha mordido en la parroquia de VOX, ha captado ‘peperos’ y encandilado a veteranos de Ciudadanos, pero -además- ha llevado a las urnas a casi 400.000 chavales frescos como la lechuga y partidarios del rock duro’ en política.
Justo el tipo de joven e
“Cuando los generales y emperadores romanos salían a las calles, para que el pueblo les aclamara enfebrecido, siempre llevaban al lado a un esclavo que sostenía sobre sus cabezas una corona de laurel, mientras les susurraba al oído ‘memento mori’: recuerda que eres mortal”.
El mensaje, además de recordar al flamante triunfador de las elecciones europeas que juró en este plató, cuando nadie quería entrevistarlo porque les parecía un apestado, que vendría en cuanto consiguiese el acta, tiene por objeto contribuir a que el líder de ‘Se Acabó la Fiesta’ no se vuelva tarumba.
Tiene Alvise un intenso amor propio y algunos pájaros en la cabeza, pero creo -a diferencia de lo que opinaba antes de los comicios del 9 de junio-, que puede contribuir y mucho a sanear el podrido panorama político español.
Este fenómeno de 34 años, que se fue, con una mano delante y otra detrás, a Inglaterra siendo un chaval, que no concluyó con título estudio alguno y que comenzó a descollar como jefe de gabinete de Toni Cantó estando en Ciudadanos, logró el domingo 800.763 votos y tres escaños, sin dinero, sin apoyo mediático, sin equipo, sin programa electoral y vituperado por políticos y periodistas.
¿Para hacer exactamente qué?
Como es más listo que el hambre, ha propuesto modificar la Constitución para que pederastas y asesinos sean condenados a ‘trabajos forzosos’ y construir, al estilo del salvadoreño Bukele, una macrocárcel para 40.000 indeseables, que estaría dispuesto a transferir a cualquier país o a la misma ONU si le acusan de violar derechos humanos.
Y dice que el Rey la ha pifiado firmando la ilegal amnistía a Puigdemont y que no quiere que el socialista Sánchez dimita, porque el marido de Begoña escaparía a República Dominicana a gastarse los millones, cuando merece pudrirse en prisión.
Como pueden imaginar, estos proyectos ‘mano dura’ desatan el entusiasmo de sus admiradores, aunque no tanto como su promesa de sortear entre sus ilusionados seguidores el sueldo de eurodiputado y las decenas de miles de euros que cuelgan del cargo.
Me ha parecido inteligente la reacción de Abascal, que en lugar de estigmatizar a Alvise y su tropa, como ha hecho el PP de Feijóo con VOX, le ha felicitado y le tiende la mano.
Es una jugada política perspicaz y no sólo porque en algún asunto como la emigración ilegal van a confluir llegado el caso.
La clave está en los votantes de ‘Se Acabó la Fiesta’.
Michavila, de GAD3, afirma que son en un 80 % jóvenes tecnológicos, conectados a las redes sociales.
Target Point asegura, usando datos brutos del CIS, que un 20% son nuevos votantes y un 27% personas que no votaban.
¡Un 47% de electores a estrenar!
Alvise ha mordido en la parroquia de VOX, ha captado ‘peperos’ y encandilado a veteranos de Ciudadanos, pero -además- ha llevado a las urnas a casi 400.000 chavales frescos como la lechuga y partidarios del rock duro’ en política.
Justo el tipo de joven e
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