Lo estos progres es de psiquiatra.
Los pillas robando, saqueando los fondos europeos para parados o forrándose a cuenta de los muertos del COVID y apelan a la Guerra Civil.
Dice Milei que la mujer de su jefe se dedica al tráfico de influencias y además de elevar a Begoña a la categoría de ‘Primera Dama’, congelan las relaciones diplomáticas con Argentina, gritan que la democracia española está siendo atacada y proclaman cuestión de Estado los negocios de la paisana.
Como sentencia Abascal: ‘¿Qué diablos tiene que ver la consorte del presidente socialista con la soberanía y dignidad de España?’.
Y encima, con una caradura que espeluzna, esta cuadrilla de maleantes demanda el apoyo de PP y Vox para afear a Milei sus palabras.
Sánchez, ese gigante de la petulancia que no informó a la oposición ni a la ciudadanía de su salto mortal con el Sáhara, ni de la postura en Ucrania, de lo que se hace con Gibraltar o de las razones de su abrazo a los terroristas de Hamas, ahora exige a Feijóo y a Abascal que arropen a su mujer y desautoricen al presidente argentino.
Y lo hace a los pocos días de que el macarra Óscar Puente tildara de ‘drogadicto’ a Milei y de que varios ministros del Gobierno Frankenstein le rieran la gracia.
No voy a alegar en defensa de Milei que no estaba en una visita de Estado, porque además de que no necesita atenuante alguno, lo que soltó’ de Begoña y su marido en el Viva 24 de VOX es una verdad como un templo.
Les adelanto que el juez Peinado, al que amenazan los sanchistas en cartas anónimas, impulsa esta semana el ‘Begoñagate’, tras ratificarse los periodistas es sus informaciones sobre los apaños de la mujer del amo del PSOE.
Si me gustaría subrayar que la histeria de La Moncloa y de sus marionetas periodísticas produce vergüenza ajena. Por burda y forzada.
Si llamar ‘corrupta’ a la esposa comisionista del presidente del Gobierno, a la que un juez ha empapelado e investiga por corrupción, es motivo para retirar a la embajadora en Buenos Aires y pontificar que las relaciones entre Argentina y España están en el punto más bajo de su historia, tildar de drogadicto’ al presidente democrático de un país hermano, como hizo hace dos semanas el ministro Puente, debería dar pie al inicio de una guerra.
Anda Sánchez, escribe una carta y coge otros cinco días de vacaciones, para lloriquear en el cuarto de baño, pero no nos montes estos patéticos numeritos.
Los pillas robando, saqueando los fondos europeos para parados o forrándose a cuenta de los muertos del COVID y apelan a la Guerra Civil.
Dice Milei que la mujer de su jefe se dedica al tráfico de influencias y además de elevar a Begoña a la categoría de ‘Primera Dama’, congelan las relaciones diplomáticas con Argentina, gritan que la democracia española está siendo atacada y proclaman cuestión de Estado los negocios de la paisana.
Como sentencia Abascal: ‘¿Qué diablos tiene que ver la consorte del presidente socialista con la soberanía y dignidad de España?’.
Y encima, con una caradura que espeluzna, esta cuadrilla de maleantes demanda el apoyo de PP y Vox para afear a Milei sus palabras.
Sánchez, ese gigante de la petulancia que no informó a la oposición ni a la ciudadanía de su salto mortal con el Sáhara, ni de la postura en Ucrania, de lo que se hace con Gibraltar o de las razones de su abrazo a los terroristas de Hamas, ahora exige a Feijóo y a Abascal que arropen a su mujer y desautoricen al presidente argentino.
Y lo hace a los pocos días de que el macarra Óscar Puente tildara de ‘drogadicto’ a Milei y de que varios ministros del Gobierno Frankenstein le rieran la gracia.
No voy a alegar en defensa de Milei que no estaba en una visita de Estado, porque además de que no necesita atenuante alguno, lo que soltó’ de Begoña y su marido en el Viva 24 de VOX es una verdad como un templo.
Les adelanto que el juez Peinado, al que amenazan los sanchistas en cartas anónimas, impulsa esta semana el ‘Begoñagate’, tras ratificarse los periodistas es sus informaciones sobre los apaños de la mujer del amo del PSOE.
Si me gustaría subrayar que la histeria de La Moncloa y de sus marionetas periodísticas produce vergüenza ajena. Por burda y forzada.
Si llamar ‘corrupta’ a la esposa comisionista del presidente del Gobierno, a la que un juez ha empapelado e investiga por corrupción, es motivo para retirar a la embajadora en Buenos Aires y pontificar que las relaciones entre Argentina y España están en el punto más bajo de su historia, tildar de drogadicto’ al presidente democrático de un país hermano, como hizo hace dos semanas el ministro Puente, debería dar pie al inicio de una guerra.
Anda Sánchez, escribe una carta y coge otros cinco días de vacaciones, para lloriquear en el cuarto de baño, pero no nos montes estos patéticos numeritos.
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