Hoy podríamos hablar de muchas cosas.
De la subida de los precios, del IPC, de que desde que Sánchez duerme en La Moncloa las familias españoles han perdido casi un 20% de poder adquisitivo o de que los jóvenes españoles son cada vez más pobres y tienen cada día más difícil acceder a la vivienda.
De eso o de que la Universidad Complutense se vio obligada a urdir una treta para colocar a la mujer de Sánchez al frente de la cátedra de Transformación Social Competitiva, no teniendo la paisana ni una triste licenciatura.
Pero no. Hoy vamos a seguir con la matraca catalana.
Hay consenso general en que no se dilucidará nada antes de las elecciones europeas del próximo 9 de junio, porque el marido de Begoña no quiere enseñar la patita, y división de opiniones sobre si allá, para el 6 de octubre, habrá que repetir los comicios.
Y crece el porcentaje de expertos convencido de que el socialista Illa lo tiene crudo.
Siguiendo los plazos y procedimientos marcados por la ley, lo lógico es que el subalterno de Sánchez haga una primer intento el lunes 10 de junio, cuando se cumple el límite de 10 días hábiles desde la constitución del nuevo Parlament.
Pinchará en hueso y llegará entonces el turno de Puigdemont, quien dispondrá hasta el 25 de agosto para intentar su investidura.
No ha sido la derechona de Junts la lista más votada, pero no le falta razón al ‘Payés Errante’ cuando le dice a Sánchez que tampoco él fue quien sacó más escaños en la generales y sin embargo se encaramó a la presidencia del Gobierno de España, urdiendo pactos con proetarras, golpistas y peseteros.
Hay, sin embargo, una diferencia crucial en ambos casos: Sánchez no necesitaba la complicidad del PP para arrebatar la presidencia a Feijóo, pero Puigdemont precisa inexorablemente la del PSC, para quitarle la presidencia a Illa.
De momento, los socialistas dicen que han ganado y que no apoyarán al fugado, pero todo depende de su amo.
Si al marido de Begoña le viene bien, sacrificará a Illa y ungirá al Puigdemont, argumentando que lo hace por la paz y la concordia. Y sus súbditos tragarán encantados, porque el sometimiento de los ‘progres’ al yugo de separatistas y proetarras no es sólo cuestión de interés; hay también mucho de convencimiento, de asunción de la tesis de que España fue un invento de Franco y que hay que liberar a catalanes y a vascos del rancio yugo de la Meseta.
Mi duda y probablamente la del jefe del PSOE, es si el ‘Payés Errante’, ya con la amnistía en el talego y sentado en la presidencia de la Generaltita catalana, seguiría jugando a favor del Gobierno Frankenstein.
Esa incógnita es lo que me lleva hoy a pensar que aumentan las probabilidades de que tengamos de nuevo elecciones en Cataluña este otoño y que coincidiendo con las autonómicas, nos metan las generales.
De la subida de los precios, del IPC, de que desde que Sánchez duerme en La Moncloa las familias españoles han perdido casi un 20% de poder adquisitivo o de que los jóvenes españoles son cada vez más pobres y tienen cada día más difícil acceder a la vivienda.
De eso o de que la Universidad Complutense se vio obligada a urdir una treta para colocar a la mujer de Sánchez al frente de la cátedra de Transformación Social Competitiva, no teniendo la paisana ni una triste licenciatura.
Pero no. Hoy vamos a seguir con la matraca catalana.
Hay consenso general en que no se dilucidará nada antes de las elecciones europeas del próximo 9 de junio, porque el marido de Begoña no quiere enseñar la patita, y división de opiniones sobre si allá, para el 6 de octubre, habrá que repetir los comicios.
Y crece el porcentaje de expertos convencido de que el socialista Illa lo tiene crudo.
Siguiendo los plazos y procedimientos marcados por la ley, lo lógico es que el subalterno de Sánchez haga una primer intento el lunes 10 de junio, cuando se cumple el límite de 10 días hábiles desde la constitución del nuevo Parlament.
Pinchará en hueso y llegará entonces el turno de Puigdemont, quien dispondrá hasta el 25 de agosto para intentar su investidura.
No ha sido la derechona de Junts la lista más votada, pero no le falta razón al ‘Payés Errante’ cuando le dice a Sánchez que tampoco él fue quien sacó más escaños en la generales y sin embargo se encaramó a la presidencia del Gobierno de España, urdiendo pactos con proetarras, golpistas y peseteros.
Hay, sin embargo, una diferencia crucial en ambos casos: Sánchez no necesitaba la complicidad del PP para arrebatar la presidencia a Feijóo, pero Puigdemont precisa inexorablemente la del PSC, para quitarle la presidencia a Illa.
De momento, los socialistas dicen que han ganado y que no apoyarán al fugado, pero todo depende de su amo.
Si al marido de Begoña le viene bien, sacrificará a Illa y ungirá al Puigdemont, argumentando que lo hace por la paz y la concordia. Y sus súbditos tragarán encantados, porque el sometimiento de los ‘progres’ al yugo de separatistas y proetarras no es sólo cuestión de interés; hay también mucho de convencimiento, de asunción de la tesis de que España fue un invento de Franco y que hay que liberar a catalanes y a vascos del rancio yugo de la Meseta.
Mi duda y probablamente la del jefe del PSOE, es si el ‘Payés Errante’, ya con la amnistía en el talego y sentado en la presidencia de la Generaltita catalana, seguiría jugando a favor del Gobierno Frankenstein.
Esa incógnita es lo que me lleva hoy a pensar que aumentan las probabilidades de que tengamos de nuevo elecciones en Cataluña este otoño y que coincidiendo con las autonómicas, nos metan las generales.
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