Un estudio reciente de la Universidad Northwestern ha confirmado lo que muchos intuían: la soledad aumenta con la edad.
Tras analizar datos de nueve estudios a largo plazo, los investigadores detectaron un patrón claro: la soledad alcanza su pico máximo en la vejez.
Curiosamente, el estudio también revela una curva en forma de U, donde la soledad también es elevada en adultos jóvenes, antes de disminuir en la mediana edad.
Las personas de este grupo etario, que suelen estar inmersas en relaciones estables y cuentan con una activa vida social, experimentan los niveles más bajos de soledad.
El aislamiento social, el estado civil, el nivel de ingresos y la salud son algunos de los elementos que contribuyen a la soledad en todos los grupos de edad.
Ante la evidencia de que la soledad es un problema de salud pública de gran calado, el estudio resalta la necesidad de intervenciones específicas.
En un mundo que enfrenta una epidemia de soledad, fomentar vínculos sociales significativos es crucial para combatir el aislamiento.
Tras analizar datos de nueve estudios a largo plazo, los investigadores detectaron un patrón claro: la soledad alcanza su pico máximo en la vejez.
Curiosamente, el estudio también revela una curva en forma de U, donde la soledad también es elevada en adultos jóvenes, antes de disminuir en la mediana edad.
Las personas de este grupo etario, que suelen estar inmersas en relaciones estables y cuentan con una activa vida social, experimentan los niveles más bajos de soledad.
El aislamiento social, el estado civil, el nivel de ingresos y la salud son algunos de los elementos que contribuyen a la soledad en todos los grupos de edad.
Ante la evidencia de que la soledad es un problema de salud pública de gran calado, el estudio resalta la necesidad de intervenciones específicas.
En un mundo que enfrenta una epidemia de soledad, fomentar vínculos sociales significativos es crucial para combatir el aislamiento.
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