No alberga la menor de las dudas.
Carlos Herrera ya sabe cuál es el precio que está dispuesto a pagar Pedro Sánchez a sus particulares 'cobradores del frac' con tal de seguir cuatro años más en la poltrona de La Moncloa.
El director de 'Herrera en COPE' considera que el líder del PSOE cambiará el nombre a las cosas, a la amnistía, a la consulta para la autodeterminación, para intentar vendérselo bonito al resto de los españoles como si eso fuese a cambiar la naturaleza de las tropelías que pretende perpetrar.
El periodista estrella de la emisora episcopal también se muestra crítico con la manera en la que Sánchez y los socialistas están llevando a efecto la negociación de la investidura, en un cuarto oscuro y con una total opacidad que, gracias a los 'genios' de Ferraz, se han apresurado en llamarla "discreción".
A Sánchez se le acaba el tiempo. El 31 de octubre jura la Constitución la princesa heredera Leonor y a partir de ahí al presidente en funciones no le va a quedar otra que ir explicando las ofertas y los acuerdos, si es que llegan. No duden de que muchos serán inconstitucionales, pero lograrán que no lo parezcan porque ahí tienen a Gracita Pumpido preparándose para afinar la amnistía, la consulta, lo que sea necesario.
En el PSOE no lo llaman opacidad a este silencio que están manteniendo, lo llaman discreción. Pero siguen pasando los días y aquí no hay fecha para la investidura. Si hacemos caso al PNV, el acuerdo será a última hora y le van a sacar a Sánchez hasta la ropa interior. De hecho los nacionalistas vascos ya han dicho que quieren arrancar al presidente del Gobierno en funciones el reconocimiento del País Vasco como nación y si eso es necesario para que Sánchez sea investido presidente hasta los reconoce como imperio.
Aquí no se sabe gran cosa porque el PSOE, por la boca de Salvador Illa, sigue jugando a la falta de trasparencia disfrazada de supuesta discreción. No se les cae la cara de vergüenza, te reconocen que están negociando a oscuras y que tú, como ciudadano, no te vas a enterar hasta que lo tengan cerrado y te lo endiñen.
La pregunta es bien sencilla, ¿va a aceptar Sánchez una amnistía, un mediador internacional y una consulta a los catalanes? Luego lo llamarán de una u otra manera, pero a esa pregunta se reduce todo.
Carlos Herrera ya sabe cuál es el precio que está dispuesto a pagar Pedro Sánchez a sus particulares 'cobradores del frac' con tal de seguir cuatro años más en la poltrona de La Moncloa.
El director de 'Herrera en COPE' considera que el líder del PSOE cambiará el nombre a las cosas, a la amnistía, a la consulta para la autodeterminación, para intentar vendérselo bonito al resto de los españoles como si eso fuese a cambiar la naturaleza de las tropelías que pretende perpetrar.
El periodista estrella de la emisora episcopal también se muestra crítico con la manera en la que Sánchez y los socialistas están llevando a efecto la negociación de la investidura, en un cuarto oscuro y con una total opacidad que, gracias a los 'genios' de Ferraz, se han apresurado en llamarla "discreción".
A Sánchez se le acaba el tiempo. El 31 de octubre jura la Constitución la princesa heredera Leonor y a partir de ahí al presidente en funciones no le va a quedar otra que ir explicando las ofertas y los acuerdos, si es que llegan. No duden de que muchos serán inconstitucionales, pero lograrán que no lo parezcan porque ahí tienen a Gracita Pumpido preparándose para afinar la amnistía, la consulta, lo que sea necesario.
En el PSOE no lo llaman opacidad a este silencio que están manteniendo, lo llaman discreción. Pero siguen pasando los días y aquí no hay fecha para la investidura. Si hacemos caso al PNV, el acuerdo será a última hora y le van a sacar a Sánchez hasta la ropa interior. De hecho los nacionalistas vascos ya han dicho que quieren arrancar al presidente del Gobierno en funciones el reconocimiento del País Vasco como nación y si eso es necesario para que Sánchez sea investido presidente hasta los reconoce como imperio.
Aquí no se sabe gran cosa porque el PSOE, por la boca de Salvador Illa, sigue jugando a la falta de trasparencia disfrazada de supuesta discreción. No se les cae la cara de vergüenza, te reconocen que están negociando a oscuras y que tú, como ciudadano, no te vas a enterar hasta que lo tengan cerrado y te lo endiñen.
La pregunta es bien sencilla, ¿va a aceptar Sánchez una amnistía, un mediador internacional y una consulta a los catalanes? Luego lo llamarán de una u otra manera, pero a esa pregunta se reduce todo.
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