Ocurrió un 14 de noviembre de 2012. Era una huelga general de aquellos años de crisis económica, recortes sociales y despidos masivos y baratos. Ester Quintana estaba en paro después de regentar una cafetería en Barcelona. Decidió que era su deber apoyar la huelga en la calle, pero aquella protesta le salió cara. Una pelota de goma disparada por los Mossos d'Esquadra le impactó en el rostro. Perdió el ojo izquierdo y su vida dio un vuelco. Dos agentes fueron juzgados por su caso. Salieron absueltos. La impunidad policial es regla en estas situaciones. No se pudo identificar a quien apretó el gatillo y ni siquiera quedó probado si el impacto fue de una pelota de goma o un proyectil de foam. Ocho años y seis operaciones después, su rostro es ya símbolo de la lucha por la prohibición de esta munición "menos letal" que ha segado una vida, 11 ojos, dos bazos y un testículo en intervenciones policiales los últimos 20 años. Así consta en el informe que este miércoles ha presentado en Madrid junto a las organizaciones Novact e Irídia. Pensó que su caso sería el último en Catalunya, donde lograron la prohibición, pero lamenta que no fuera así.
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