La huida a Bélgica del presidente catalán Carles Puigdemont y su decisión de no presentarse ante la justicia española provoca sentimientos encontrados entre los catalanes. Mientras unos le reprochan su cobardía y que abandone a los suyos, otros justifican su decisión o estiman que ha sido un acto de responsabilidad para evitar males mayores.
“Tiene que estar, tiene que estar. Es que sería una decepción para todo el pueblo catalán”, afirma un hombre en una calle de Barcelona. “Hombre, yo creo que él tenía que dar la cara. En vez de irse a un país extranjero, que dé la cara. La gente está dando la cara por él aquí. Que él también dé la cara”, añade otro.
Encontramos argumentos muy distintos en Berga, el pueblo de la Cataluña central que se ha convertido en emblema del separatismo.
“Yo entiendo a los miembros del Govern que se han ido a Bruselas para buscar un marco legal y una seguridad jurídica que quizá desde aquí, con el Estado Español, vistos los diferentes casos que se han dado, no la han visto tan segura como se espera en una democracia europea”, comenta una joven.
“(Puigdemont) ha elegido una opción que entre las pocas opciones que tenía era la menos dolorosa posible. Creo que ha sido un acto de responsabilidad para tratar de evitar un conflicto a la sociedad catalana”, afirma un hombre, mientras sigue las últimas noticias en la televisión de un bar.
En Vilanova I la Geltrú, los sentimientos se mueven también entre la justificación y la decepción. “Es la única solución que tenía”, opina una mujer. Otra, disiente: “Pues que se haya ido para evitar la cárcel, estoy decepcionada. Soy catalana y con tanto follón que ha metido…”.
“Tiene que estar, tiene que estar. Es que sería una decepción para todo el pueblo catalán”, afirma un hombre en una calle de Barcelona. “Hombre, yo creo que él tenía que dar la cara. En vez de irse a un país extranjero, que dé la cara. La gente está dando la cara por él aquí. Que él también dé la cara”, añade otro.
Encontramos argumentos muy distintos en Berga, el pueblo de la Cataluña central que se ha convertido en emblema del separatismo.
“Yo entiendo a los miembros del Govern que se han ido a Bruselas para buscar un marco legal y una seguridad jurídica que quizá desde aquí, con el Estado Español, vistos los diferentes casos que se han dado, no la han visto tan segura como se espera en una democracia europea”, comenta una joven.
“(Puigdemont) ha elegido una opción que entre las pocas opciones que tenía era la menos dolorosa posible. Creo que ha sido un acto de responsabilidad para tratar de evitar un conflicto a la sociedad catalana”, afirma un hombre, mientras sigue las últimas noticias en la televisión de un bar.
En Vilanova I la Geltrú, los sentimientos se mueven también entre la justificación y la decepción. “Es la única solución que tenía”, opina una mujer. Otra, disiente: “Pues que se haya ido para evitar la cárcel, estoy decepcionada. Soy catalana y con tanto follón que ha metido…”.
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