Walden Robert Cassotto nació el 14 de mayo de 1936 en el barrio del Bronx, Nueva York, en plena época de la Gran Depresión. Fue un niño enfermizo y débil a causa de un ataque de fiebre reumática; que le dejó por herencia una muy seria afección cardiaca, que lo acompañó a lo largo de sus cortos 37 años de vida.
Conocedor de los riesgos que corría su salud, y siendo consciente de que tenía poco tiempo, puso toda su energía y ambición en llegar a ser lo que tanto deseaba: un gran cantante e intérprete de canciones populares.
Darin incursionó en el Rock and Roll, convirtiéndose en un ídolo de los adolescentes, especialmente tras sus exitosos temas Splish Splash y Dream Lover, en 1959. Pero apostó a más. No dejó de lado el Country y menos aún el Swing y el Jazz, en los que—en mi opinión personal— más se destacó. Así pues, con semejante abanico de géneros cubiertos, se ganó la admiración de muchas generaciones y el margen de edad de sus seguidores se extendió desde los 15 a los 90 años.
Más allá de sus cualidades como artista, todos aquellos que lo conocieron personalmente nunca dudaron en destacar su "Don de gente", su amabilidad para con los fans, su generosidad y buen humor (del que hizo gala en la televisión de los ’60 con El Show de Bobby Darin).
Participó en trece películas y en 1963 fue nominado al Oscar como mejor actor de reparto por su participación en el film Captain Newman MD. Pero tres años después, en 1967, una noticia lo desbastó y desestructuró su historia personal. Un viejo secreto familiar, celosamente guardado por sus allegados, fue develado. Polly (ya fallecida), y a quien Bobby siempre había creído su madre, resultó ser su abuela; y su "hermana" mayor Nina, la verdadera madre biológica del cantante.
No siempre la voz de un buen cantante se luce como debiera. Necesita, invariablemente, de una buena orquesta; de un acompañamiento instrumental inmejorable que la eleve técnicamente y convierta en una parte integrada, armónica y perfectamente constitutiva del resto. Cuando algo de todo ella falla lo que primero sale perdiendo es la calidad interpretativa.
Con Bobby Darin la sincrónica conjunción de todos esos ingredientes se combinaba de un modo exquisito; y las hermosas composiciones a las que les dio vida no pudieron seguir otro camino que el de convertirse en clásicos.
Tanto en Mack The Knife, Lazy River, Artificial Flowers y Beyond The Sea, por citar sólo algunos de sus temas más representativos, la naturalidad, simpatía y falta de esfuerzo aparente con las que cantaba se hacían evidentes. El perfecto fraseo, la elegancia y ritmo de su pronunciación, como así también el manejo de los graves y los agudos, convirtieron a Darin en una personalidad destacada de los escenarios internacionales. Su elegancia y profesionalismo, sólo comparable con Sinatra o Dean Martin, es difícil de encontrar a diario.
Conocedor de los riesgos que corría su salud, y siendo consciente de que tenía poco tiempo, puso toda su energía y ambición en llegar a ser lo que tanto deseaba: un gran cantante e intérprete de canciones populares.
Darin incursionó en el Rock and Roll, convirtiéndose en un ídolo de los adolescentes, especialmente tras sus exitosos temas Splish Splash y Dream Lover, en 1959. Pero apostó a más. No dejó de lado el Country y menos aún el Swing y el Jazz, en los que—en mi opinión personal— más se destacó. Así pues, con semejante abanico de géneros cubiertos, se ganó la admiración de muchas generaciones y el margen de edad de sus seguidores se extendió desde los 15 a los 90 años.
Más allá de sus cualidades como artista, todos aquellos que lo conocieron personalmente nunca dudaron en destacar su "Don de gente", su amabilidad para con los fans, su generosidad y buen humor (del que hizo gala en la televisión de los ’60 con El Show de Bobby Darin).
Participó en trece películas y en 1963 fue nominado al Oscar como mejor actor de reparto por su participación en el film Captain Newman MD. Pero tres años después, en 1967, una noticia lo desbastó y desestructuró su historia personal. Un viejo secreto familiar, celosamente guardado por sus allegados, fue develado. Polly (ya fallecida), y a quien Bobby siempre había creído su madre, resultó ser su abuela; y su "hermana" mayor Nina, la verdadera madre biológica del cantante.
No siempre la voz de un buen cantante se luce como debiera. Necesita, invariablemente, de una buena orquesta; de un acompañamiento instrumental inmejorable que la eleve técnicamente y convierta en una parte integrada, armónica y perfectamente constitutiva del resto. Cuando algo de todo ella falla lo que primero sale perdiendo es la calidad interpretativa.
Con Bobby Darin la sincrónica conjunción de todos esos ingredientes se combinaba de un modo exquisito; y las hermosas composiciones a las que les dio vida no pudieron seguir otro camino que el de convertirse en clásicos.
Tanto en Mack The Knife, Lazy River, Artificial Flowers y Beyond The Sea, por citar sólo algunos de sus temas más representativos, la naturalidad, simpatía y falta de esfuerzo aparente con las que cantaba se hacían evidentes. El perfecto fraseo, la elegancia y ritmo de su pronunciación, como así también el manejo de los graves y los agudos, convirtieron a Darin en una personalidad destacada de los escenarios internacionales. Su elegancia y profesionalismo, sólo comparable con Sinatra o Dean Martin, es difícil de encontrar a diario.
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