Europa se encamina hacia la senda del rearme para garantizar su propia seguridad con un ejercito de disuasión que no dependa de Estados Unidos. Sin embargo, las rivalidades políticas entre los países complican la eficiencia del proyecto, sumado a un encarecimiento económico en la producción industrial de armamento. Más del 60% de los europeos apoyan la creación de un ejército común europeo según las encuestas. La ineficiencia de los procesos ponen en entredicho la velocidad de este plan, algo que supone un problema ante las nuevas tensiones geopolíticas que acechan al continente y al mundo
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