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Cuando la gente piensa en hacer dieta para perder peso, muchos imaginan que tienen que restringir la cantidad de alimentos que comen. Sin embargo, esto no es necesario. 

Es posible comer grandes cantidades de alimentos y, al mismo tiempo, consumir menos calorías para lograr el déficit calórico deseado. 

El peso de los alimentos no está directamente relacionado con el número total de calorías, y la calidad nutricional de los alimentos marca la diferencia. Los alimentos frescos son más sanos que los procesados.

Los cambios sencillos pueden ayudar a reducir las calorías. Por ejemplo, sustituir los refrescos por agua o elegir fruta fresca en lugar de un segundo trozo de pizza. 

Los alimentos ricos en fibra, como la fruta y la verdura, sacian más y suelen tener menos calorías. 

Sustituir los alimentos calóricos por opciones menos calóricas tiene beneficios que van más allá de la pérdida de peso.

El control de peso es más fácil comiendo fruta y verdura, que son nutritivas, ricas en agua y fibra, y bajas en calorías. 

Además, sustituir los aperitivos procesados por opciones saludables mejora la ingesta de nutrientes esenciales. 

Una dieta equilibrada puede ayudar a prevenir enfermedades cardiacas, diabetes de tipo 2 y ciertos tipos de cáncer.

Merece la pena considerar algunos cambios de alimentos: 100 g de nueces (659 kcal) pueden sustituirse por 2 filetes de pollo a la plancha (162 kcal) y 100 g de brócoli (34 kcal). 

Estas sustituciones ayudan a aumentar la saciedad sin aumentar significativamente el aporte calórico. En resumen, comer mejor, no menos, es el camino hacia una vida más sana.
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