• anteayer
Transcripción
00:00:00El viento silbaba a través de los árboles que rodeaban la mansión de Alexander Morary,
00:00:05un hombre que lo tenía todo, pero que, en silencio, no tenía nada. La opulencia de
00:00:11su hogar era un reflejo de su éxito, un imperio construido con esfuerzo y una mente brillante.
00:00:19Pero ese éxito, como una prisión invisible, lo había encerrado en una vida solitaria,
00:00:24lejos de cualquier rastro de amor o conexión.
00:00:27Era una noche fría, y Alexander había decidido sumergirse en su rutina de insomnio, vagando
00:00:33por los pasillos interminables de su casa, observando sin ver las obras de arte colgadas
00:00:38en las paredes, escuchando el eco de sus propios pasos. El silencio era espeso, casi palpable,
00:00:46hasta que un sonido lo rompió, el suave y casi imperceptible chirrido de una puerta
00:00:51que no debería haberse abierto. Frunció el seño, deteniéndose a mitad de camino
00:00:57en la escalera. Ese sonido venía de la cocina. Sin prisa, pero con cautela, se dirigió hacia
00:01:04allí, cada paso hundiéndose en la alfombra como si el propio aire se hubiera vuelto más
00:01:09denso. Cuando cruzó el umbral de la cocina, sus ojos se clavaron en una figura pequeña
00:01:15y encorvada junto a la despensa, una sombra que no pertenecía a su hogar.
00:01:21Por un momento pensó que su mente le jugaba una mala pasada, producto de las noches de
00:01:26soledad. Pero no, no era una ilusión. Allí estaba un niño, desaliñado, con ropas desgastadas
00:01:35y sucias, que buscaba comida con manos nerviosas y desesperadas. Alexander se quedó inmóvil,
00:01:42observando como el chico metía pedazos de pan y algunas frutas en una mochila ajada
00:01:47sin percatarse de su presencia. Por un instante sintió un destello de enojo. ¿Quién se atrevía
00:01:55a irrumpir en su propiedad? Pero el enojo se desvaneció tan rápido como apareció,
00:02:00sustituido por algo más profundo, algo que no había sentido en años, curiosidad.
00:02:06—¿Tienes hambre? —dijo su voz resonando en la vasta cocina. El niño se congeló. Sus manos
00:02:16temblaron mientras dejaba caer un trozo de pan al suelo. Lentamente giró la cabeza,
00:02:21y sus ojos grandes y asustados se encontraron con los de Alexander. Era un niño de no más
00:02:27de doce años, con el cabello enmarañado y la piel pálida por el frío. Sus labios estaban secos,
00:02:34y había un brillo de desesperación en su mirada. No quería, Joe, balbuceó Mateo,
00:02:41retrocediendo lentamente hacia la puerta, como un animal acorralado. Alexander alzó una mano,
00:02:48deteniéndolo con un gesto firme pero sereno. —No te voy a hacer daño. Hizo una pausa,
00:02:56evaluando al niño con una mezcla de lástima y una empatía que lo sorprendió a sí mismo.
00:03:01—Sólo quiero saber por qué. Mateo se quedó quieto, su respiración pesada,
00:03:07indeciso entre correr o quedarse. Ninguna de las opciones parecía buena para él,
00:03:13pero sus piernas flacas no respondieron, y se quedó pegado al suelo como si de alguna
00:03:18manera supiera que huir no resolvería nada. —Necesitaba comida —dijo al fin,
00:03:24con la voz apenas audible. —Sólo quería comer.
00:03:28Alexander no dijo nada al principio, pero caminó hacia una de las sillas de la cocina y se sentó,
00:03:35cruzando los brazos. Su mirada no era la de un juez, sino la de alguien que intentaba
00:03:42descifrar un enigma. —¿Por qué aquí? —preguntó, sin rastro de reproche en su voz. —Hay miles de
00:03:49casas en esta ciudad, y elegiste la mía. El silencio que siguió fue espeso. Mateo bajó
00:03:57la cabeza, sin saber qué decir. En su mente, el lujo que lo rodeaba no coincidía con la pregunta
00:04:04que le hacían. Había esperado gritos, incluso que lo atraparan antes de entrar. —Pero no esto.
00:04:12—No esa tranquilidad, esa curiosidad. —No lo sé —respondió finalmente.
00:04:18—Sólo me colé. —Nadie me vio.
00:04:22—Es que esta casa parece diferente a las demás. Alexander levantó una ceja,
00:04:29sorprendido por la respuesta. Tal vez, más de lo que esperaba, había verdad en esas palabras.
00:04:36Su mansión, aunque imponente, tenía un aire de abandono, de soledad. Como si aquellos que
00:04:44la habitaban fueran meras sombras de lo que alguna vez fue vida. —¿Qué edad tienes? —preguntó
00:04:51Alexander. —Once o doce. —No estoy seguro —contestó Mateo, encogiéndose de hombros.
00:04:59La inocencia en su respuesta golpeó a Alexander de una manera extraña. El niño,
00:05:06pese a su corta edad, ya había perdido tanto. Alexander suspiró y observó a Mateo un momento
00:05:13más, notando el cansancio en sus ojos. No era sólo hambre, era algo más profundo,
00:05:19algo que Alexander reconocía de su propio pasado, aunque lo había enterrado hace mucho tiempo.
00:05:26—Quédate —dijo Alexander de repente, rompiendo el silencio. Mateo lo miró con
00:05:32incredulidad, sin comprender. —Quédate esta noche. —Tienes hambre, estás cansado.
00:05:39—Pero hay una condición. Su voz se endureció levemente,
00:05:44aunque mantenía una calma implacable. —Mañana me contarás quién eres.
00:05:51—Si no lo haces, te irás por la misma puerta por la que entraste y no volverás.
00:05:56Mateo lo miró con los ojos muy abiertos, incapaz de procesar lo que acababa de escuchar. Pero antes
00:06:04de que pudiera responder, Alexander se levantó y salió de la cocina, dejando al niño solo,
00:06:10con su mochila y la comida que había intentado robar. La puerta se cerró detrás de Alexander,
00:06:16pero en el aire quedó suspendida una promesa, un pacto silencioso que, aunque aún no lo sabían,
00:06:22cambiaría la vida de ambos para siempre. La mañana se filtraba tímidamente a través de
00:06:29las cortinas pesadas de la habitación donde Alexander se encontraba. Había pasado una
00:06:35noche inquieta, algo poco común para él, pues normalmente el sueño lo eludía sin remedio.
00:06:40Los pensamientos sobre el niño que había encontrado en su cocina llenaban su mente.
00:06:47¿Quién era realmente? ¿Qué circunstancias lo habían llevado a irrumpir en su hogar?
00:06:52Decidido a obtener respuestas, se levantó y descendió las escaleras hacia el comedor. Allí,
00:06:59sentado en una silla demasiado grande para su pequeño cuerpo, estaba Mateo,
00:07:04con la mirada fija en un plato de comida que no se atrevía a tocar.
00:07:08El aroma del pan recién horneado y los huevos revueltos llenaba el aire,
00:07:13pero el niño parecía ajeno a todo. «Come», dijo Alexander suavemente mientras tomaba
00:07:20asiento frente a él. Mateo alzó la mirada, sorprendido por la gentileza en el tono de
00:07:26Alexander. Tomó el tenedor con manos temblorosas y empezó a comer lentamente, como si temiera que
00:07:33en cualquier momento le arrebataran el plato. El silencio se alargó entre ellos, solo interrumpido
00:07:39por el suave tintineo de los cubiertos. Alexander observaba cada movimiento del niño,
00:07:45notando las sombras bajo sus ojos, la delgadez de sus muñecas y esa cautela constante propia
00:07:52de quien ha conocido más peligros que alegrías. Finalmente, Alexander rompió el silencio.
00:07:59«Me debes una historia», dijo, recostándose en su silla. «Ayer acordamos que me contarías
00:08:06quién eres». Mateo dejó el tenedor a un lado y limpió sus manos en el pantalón. Respiró hondo,
00:08:14como si estuviera preparándose para sumergirse en aguas profundas. «Mi nombre es Mateo», comenzó,
00:08:20evitando la mirada penetrante de Alexander. «No estoy seguro de cuántos años tengo. Creo
00:08:28que doce. Mi mamá y yo vivíamos en un pequeño apartamento en el centro. No teníamos mucho,
00:08:35pero estábamos juntos. Ella trabajaba en una fábrica, largas horas por poco dinero,
00:08:41pero siempre encontraba tiempo para mí». Alexander asintió lentamente, recordando
00:08:48los días en que su propia madre hacía malabares para mantener el hogar unido.
00:08:52«Hace dos años, mamá enfermó», continuó Mateo, su voz quebrándose ligeramente. «No
00:09:00teníamos dinero para medicinas ni para médicos. Hice lo que pude, trabajé en lo que encontré,
00:09:06pero...» Se detuvo, mordiéndose el labio inferior para contener las lágrimas.
00:09:12Un día, simplemente no despertó. El peso de sus palabras cayó como una loza en la habitación.
00:09:20Alexander sintió un nudo formarse en su garganta, una sensación que había olvidado que existía.
00:09:27Recordó a su propio padre, un hombre frío y distante que nunca estuvo presente,
00:09:33y cómo su ausencia había moldeado su vida. «Desde entonces, he estado solo», dijo Mateo.
00:09:40«Trato de sobrevivir como puedo. Algunos días son mejores que otros. Anoche tenía
00:09:47demasiado frío y hambre. Vi tu casa y pensé que quizás aquí encontraría algo».
00:09:53Alexander miró al niño, notando la madurez forzada en sus ojos, el tipo de mirada que
00:09:59solo tienen aquellos que han visto más de lo que deberían a su edad. «¿No tienes a nadie más?
00:10:05¿Familia? ¿Amigos?» Preguntó, aunque ya intuía la respuesta. Mateo negó con la cabeza.
00:10:16«Las calles están llenas de gente, pero nadie ve realmente a los demás. Somos invisibles».
00:10:23Esa última palabra resonó en Alexander. «Invisibles».
00:10:28Una ironía, pensó, pues a pesar de su riqueza y posición, él también se sentía así,
00:10:35rodeado de personas que solo veían su dinero, no a él. Dos mundos diferentes,
00:10:41unidos por una sensación común de soledad. «Lo siento», dijo Alexander sinceramente.
00:10:48«No debería ser así». Mateo se encogió de hombros. «Es lo que es. He aprendido a
00:10:57arreglármela solo». Un silencio contemplativo llenó el espacio entre ellos.
00:11:02Alexander se encontró reflexionando sobre su propia infancia. Su padre,
00:11:09un magnate obsesionado con el trabajo, nunca tuvo tiempo para él. Las pocas interacciones que
00:11:15tuvieron estuvieron llenas de expectativas imposibles y críticas constantes. La casa
00:11:21en la que creció era fría, a pesar de su lujo. Y ahora, mirándose en el espejo de Mateo,
00:11:27se dio cuenta de que había seguido los mismos pasos, construyendo muros a su alrededor para
00:11:33evitar ser herido. «¿Te gustaría quedarte aquí un tiempo?», preguntó de repente,
00:11:40sorprendiéndose a sí mismo. Mateo lo miró con cautela. «¿Por qué harías eso?».
00:11:46Alexander se tomó un momento antes de responder. «Digamos que entiendo lo que es estar solo. Tal
00:11:55vez podamos ayudarnos mutuamente». El niño lo estudió, tratando de encontrar alguna trampa
00:12:01en la oferta. «No quiero ser una carga», dijo finalmente. «No lo serás». Alexander esbozó una
00:12:09leve sonrisa, la primera en mucho tiempo. «Además, esta casa es demasiado grande para
00:12:16uno solo». Mateo bajó la mirada, jugando con el borde de la servilleta. «Está bien. Puedo
00:12:25quedarme. Por un tiempo». Alexander asintió, satisfecho. «Entonces es un trato». Se puso
00:12:34de pie. «Ahora, veamos qué podemos hacer con esas ropas. Estoy seguro de que podemos encontrar algo
00:12:42que te quede mejor». Mientras subían las escaleras hacia las habitaciones,
00:12:47Alexander no pudo evitar sentir que algo dentro de él cambiaba. Una pequeña chispa de calidez
00:12:53encendía en su corazón, derritiendo lentamente el hielo que lo había envuelto durante años.
00:12:59Mateo, por su parte, sentía una mezcla de alivio y desconfianza. Había aprendido a no esperar nada
00:13:07de nadie, pero una parte de él quería creer que esta vez podía ser diferente.
00:13:12Al llegar al pasillo, Alexander señaló una puerta. «Este será tu cuarto. Tómate tu tiempo para
00:13:21acomodarte. Si necesitas algo, solo pide». Mateo asintió, entrando en la habitación.
00:13:29Era más grande que todo el apartamento en el que había vivido con su madre. Las paredes estaban
00:13:35pintadas de un azul suave y una cama mullida se alzaba en el centro. «Gracias», dijo en voz baja.
00:13:43Alexander hizo un gesto con la mano, restándole importancia. «Nos vemos más tarde».
00:13:50Se dio la vuelta y comenzó a caminar por el pasillo, pero se detuvo al escuchar la voz de
00:13:56Mateo. «Alexander». «Sí». «Gracias». «De verdad». Alexander solo asintió y continuó su camino. Al
00:14:08entrar en su estudio, se acercó a la ventana y miró hacia el jardín. Por primera vez en mucho
00:14:14tiempo se permitió recordar. Recordar al niño que alguna vez fue, perdido y anhelando conexión.
00:14:21Sabía que permitir que Mateo se quedara era más que un simple acto de caridad. Era una
00:14:28oportunidad, quizás, de redimirse, de sanar heridas que pensaba incurables. Los días siguientes pasaron
00:14:36como en un delicado equilibrio, como si ambos, Alexander y Mateo, caminaban sobre un hilo
00:14:42invisible que los mantenía unidos en una relación nueva y frágil. Alexander, acostumbrado a la rutina
00:14:49solitaria de su vida, encontró su día a día interrumpido por la presencia del niño. Al principio,
00:14:56la situación le resultaba incómoda, no sabía cómo interactuar con un niño de la edad de Mateo,
00:15:02y más aún, no sabía si debía hacerlo. Pero algo dentro de él lo impulsaba a intentarlo. Mateo,
00:15:10por su parte, caminaba por la mansión con la misma cautela con la que había recorrido las calles.
00:15:16Cada rincón de esa enorme casa parecía guardar un secreto, y cada gesto de Alexander era una
00:15:23lección sobre una vida que hasta ahora le era desconocida. Descubrió que, a pesar de su riqueza,
00:15:30Alexander estaba solo. La casa, aunque llena de objetos lujosos, estaba vacía de vida. Los ecos
00:15:38de los pasillos vacíos eran como un espejo de la soledad que Alexander había aprendido a aceptar
00:15:44como normal. Una tarde, mientras Mateo exploraba el enorme jardín, Alexander decidió acompañarlo.
00:15:51Caminaban en silencio, escuchando el suave crujir de la grava bajo sus pies. El sol del atardecer
00:15:58se filtraba a través de las ramas de los árboles, bañando el lugar con una luz dorada que, por un
00:16:04momento, le recordó a Alexander su infancia. Esa época lejana cuando jugaba en el jardín de su casa
00:16:11familiar, antes de que su padre se convirtiera en una sombra distante guíel un joven obsesionado
00:16:17con el éxito. —¿Siempre viviste aquí? —preguntó Mateo de repente, rompiendo el silencio. Alexander
00:16:26miró al niño y luego al horizonte, pensativo. —No, esta casa la compré cuando mi negocio empezó
00:16:33a crecer. Antes vivía en una casa más pequeña, con mis padres. Mateo pateó una piedra, siguiendo
00:16:41el ritmo de la conversación, pero no se atrevió a preguntar más. Aunque, en el fondo, la curiosidad
00:16:48lo carcomía. Notaba que, a pesar de todo lo que Alexander poseía, había algo roto en él,
00:16:55una tristeza que compartían, aunque venían de mundos completamente diferentes. —¿Y ellos dónde
00:17:03están ahora? —preguntó Mateo, con la timidez de quien siente que está cruzando una línea invisible.
00:17:09Alexander se detuvo por un momento, sus ojos fijos en el horizonte. —Murieron hace tiempo —respondió,
00:17:18sin mirar a Mateo— mi madre cuando yo era joven. Mi padre. Simplemente no estuvo presente. El silencio
00:17:28que siguió fue espeso, pero no incómodo. Era como si ambos entendieran que, de alguna manera,
00:17:35compartían un vacío. La ausencia de alguien que los hubiera cuidado. —¿Y no te da miedo estar solo?
00:17:42—insistió Mateo, su voz apenas un susurro. Alexander, sorprendido por la pregunta,
00:17:50se giró hacia el niño. Las palabras de Mateo lo golpearon de una forma inesperada,
00:17:56como si hubiera revelado una verdad que él mismo había intentado ignorar durante años.
00:18:01Le daba miedo. Tal vez en algún rincón de su alma, la soledad le pesaba más de lo que estaba
00:18:08dispuesto a admitir. —A veces —dijo finalmente—, pero con el tiempo te acostumbras. Te convences de
00:18:17que no necesitas a nadie más. Mateo asintió, aunque no comprendía del todo esa respuesta.
00:18:25Él también había estado solo, pero no por elección. Vivía con el miedo constante de
00:18:31que alguien lo lastimara, lo dejara, lo olvidara. La soledad era diferente para él, era un enemigo,
00:18:38no una elección. Con los días, su relación se volvió una especie de rutina. Alexander,
00:18:45sin darse cuenta, comenzó a esperar esos pequeños momentos con Mateo. Descubría que el niño,
00:18:52a pesar de su duro pasado, conservaba una chispa de vida que hacía tiempo él había perdido.
00:18:58Le sorprendía cómo un simple comentario de Mateo podía hacerlo reír, o cómo su curiosidad constante
00:19:05sobre las cosas más simples le recordaba lo que era ver el mundo con ojos nuevos.
00:19:10Una tarde, mientras Mateo se sentaba frente al enorme piano en el salón principal,
00:19:16Alexander se acercó. —¿Sabes tocar? —le preguntó Alexander, al ver cómo el niño observaba las
00:19:24teclas con una mezcla de fascinación y miedo. Mateo negó con la cabeza. —Nunca he visto uno
00:19:31tan de cerca. Solo en películas. Alexander, por un momento, sintió una extraña necesidad de
00:19:39enseñarle. Se sentó junto a él en el banco de madera y, con movimientos suaves, presionó una
00:19:46tecla. El sonido profundo y melódico llenó la habitación. —Es fácil —dijo, tocando algunas
00:19:54notas básicas. Solo necesitas escuchar, dejar que tus dedos sigan el ritmo. Mateo lo observaba con
00:20:02los ojos muy abiertos. Sin decir una palabra, intentó imitar el movimiento de Alexander,
00:20:08tocando una tecla. Un sonido errático salió del piano, pero Mateo sonrió, como si hubiera
00:20:15logrado algo inmenso. Alexander rió, sorprendido por la felicidad del niño. —Ya mejorarás —dijo,
00:20:24pero algo en su tono dejaba entrever que realmente disfrutaba esos momentos sencillos.
00:20:29Momentos que hacía años que no compartía con nadie. A medida que los días pasaban,
00:20:36la relación entre ambos fue tejiéndose con hilos invisibles. Mateo, poco a poco,
00:20:42dejó de sentirse como un intruso, y Alexander comenzó a ver al niño no como una carga,
00:20:47sino como una presencia que le recordaba lo que era vivir. Sin embargo, a pesar de la aparente calma,
00:20:55en el fondo de Mateo crecía una duda constante. ¿Debería quedarse? Sabía que su vida en la
00:21:03calle era dura, pero era lo que conocía. Había aprendido a sobrevivir por su cuenta,
00:21:09a no depender de nadie. Y ahora, justo cuando empezaba a sentirse a salvo,
00:21:15ese instinto de huida volvía a florecer. Temía que todo esto fuera temporal,
00:21:20que en cualquier momento Alexander decidiera que ya no lo quería cerca,
00:21:24como había ocurrido tantas veces antes. Esa misma noche, después de la cena,
00:21:30Mateo estaba en su habitación, mirando por la ventana. Las luces de la ciudad brillaban a lo
00:21:37lejos, y él se preguntaba cómo sería volver allí. ¿Sería más seguro huir antes de que lo
00:21:43echaran? Un suave golpe en la puerta lo sacó de sus pensamientos. Era Alexander.
00:21:50—¿Estás bien? —preguntó, entrando lentamente en la habitación. Mateo asintió,
00:21:58pero Alexander percibió la preocupación en sus ojos.
00:22:01—¿Qué pasa? —insistió.
00:22:04Mateo bajó la mirada. —No sé si debería quedarme aquí.
00:22:09La declaración fue directa, y Alexander sintió un nudo formarse en su estómago.
00:22:15Se acercó al niño y se sentó en la cama a su lado.
00:22:19—¿Por qué no? —preguntó, genuinamente desconcertado.
00:22:24Mateo se encogió de hombros, luchando por encontrar las palabras adecuadas.
00:22:31Solo. —No estoy acostumbrado a esto.
00:22:34A confiar en alguien. Alexander asintió,
00:22:39entendiendo más de lo que Mateo imaginaba. —No tienes que decidir ahora mismo —dijo,
00:22:45con una calma que sorprendió al propio Alexander—, pero quiero que sepas que,
00:22:50si decides quedarte, estaré aquí. No tienes que volver a las calles si no quieres.
00:22:57Mateo lo miró, sus ojos llenos de incertidumbre. Pero en el fondo de esa duda había una chispa de
00:23:04esperanza. Alexander, por primera vez, había pedido que se quedara. Y eso significaba más
00:23:12de lo que cualquiera de los dos estaba dispuesto a admitir. Los días siguientes fueron un torbellino
00:23:19de descubrimientos para Mateo. Nunca antes había imaginado un mundo como el que Alexander habitaba,
00:23:26un mundo donde todo parecía al alcance de la mano, desde la ropa más fina hasta los autos
00:23:31lujosos que descansaban en el garaje, relucientes como joyas bajo el sol.
00:23:36Cada rincón de la mansión era un reflejo del poder y éxito de Alexander, y aunque Mateo había
00:23:43estado allí ya por algún tiempo, la sensación de extrañeza nunca se desvanecía por completo.
00:23:48Una mañana, Alexander decidió llevar a Mateo a conocer el otro lado de su vida,
00:23:54fuera de los muros de la mansión. Lo condujo a través de las oficinas corporativas de su imperio,
00:24:00a las que llegaban personas importantes con trajes impecables que saludaban a Alexander
00:24:06con respeto. Mateo observaba todo en silencio, sintiéndose pequeño entre los rascacielos,
00:24:13los pasillos interminables y las reuniones que parecían discusiones en otro idioma.
00:24:19«Aquí es donde trabajo la mayor parte del tiempo», dijo Alexander mientras caminaban
00:24:24por su lujosa oficina en la parte más alta del edificio. «Esta es mi vida». Mateo miraba
00:24:30incrédulo la vista panorámica de la ciudad desde el ventanal. Era imponente, inalcanzable,
00:24:37y le recordaba lo lejos que estaba de su propia realidad. Los autos parecían hormigas moviéndose
00:24:44en un hormiguero, y él, tan pequeño, nunca había sentido la diferencia entre él y alguien
00:24:50como Alexander de manera tan aguda. «¿Y te gusta?», preguntó Mateo tímidamente,
00:24:56sintiendo que no debía hacer demasiadas preguntas. Alexander se detuvo, pensativo. Sabía que debía
00:25:05decir que sí, que amaba lo que había construido, pero frente a la mirada inocente de Mateo,
00:25:10no pudo mentir del todo. «Es complicado», respondió después de una pausa. «Me da
00:25:17muchas cosas, pero también me ha quitado otras». Mateo no preguntó más, pero algo en las palabras
00:25:24de Alexander resonó en él. Podía ver que, aunque el mundo de Alexander parecía perfecto
00:25:31desde afuera, también había dolor y vacío en su interior. A medida que pasaban los días,
00:25:37Alexander empezó a enseñarle pequeñas cosas a Mateo, intentando acercarlo a su forma de vida.
00:25:43Lo llevó a restaurantes donde los camareros hablaban en susurros y servían platos delicados
00:25:49que Mateo apenas reconocía. Lo introdujo en reuniones con hombres de negocios que
00:25:54hablaban de cifras y acuerdos millonarios como si estuvieran discutiendo el clima.
00:25:58Y aunque Mateo intentaba poner buena cara, no podía evitar sentir que estaba
00:26:04completamente fuera de lugar. Una tarde, después de una reunión especialmente larga,
00:26:10Alexander lo llevó a una tienda de ropa de lujo. Al principio, Mateo intentó negarse,
00:26:17pero Alexander insistió. Lo ayudó a elegir ropa nueva, camisas de algodón fino, pantalones
00:26:24impecables y zapatos de cuero reluciente. Pero, a pesar de la atención, Mateo se sentía como un
00:26:31impostor vistiendo ropa que no le pertenecía. —Te ves bien —comentó Alexander,
00:26:37mirándolo de arriba abajo—. Deberías acostumbrarte. Mateo solo asintió,
00:26:44pero en su interior luchaba por aceptar esta nueva realidad. Todo era demasiado. Cada día
00:26:51sentía que el abismo entre su vida anterior y ésta se hacía más grande. Esa noche,
00:26:57de vuelta en la mansión, Mateo se sentó en el borde de su cama, mirando la ropa nueva
00:27:03que Alexander le había dado. Sus dedos acariciaban la tela suave, pero en su mente,
00:27:08todo volvía a su vida en las calles. Recordaba las noches frías, la lucha por encontrar algo
00:27:15que comer y las veces que había tenido que esconderse para sobrevivir. Ahora, en esta
00:27:21mansión, rodeado de lujo, todo parecía tan irreal, como si estuviera viviendo en un sueño
00:27:27del que pronto despertaría. Los días continuaron, y aunque Mateo no decía nada, poco a poco empezaba
00:27:34a abrirse. Empezaba a confiar en Alexander. Por primera vez en mucho tiempo, sentía que
00:27:42tenía un lugar donde podía estar a salvo. Aunque el lujo no le importaba, la estabilidad
00:27:48que encontraba en esa casa le brindaba una paz que no había conocido antes. Y Alexander,
00:27:54sin darse cuenta, redescubría algo que había perdido hacía tiempo, la calidez de la compañía
00:28:00humana, la simple alegría de compartir momentos con alguien sin intereses ocultos.
00:28:05Una tarde, mientras Mateo exploraba el jardín trasero, se encontró con una figura inesperada.
00:28:13Era un hombre que trabajaba en el mantenimiento de los jardines de la mansión, pero había algo en
00:28:18el que le resultaba familiar. Al acercarse más, reconoció el rostro curtido por el sol y las
00:28:24arrugas de la preocupación. Era Pedro, un hombre con quien había compartido varias noches en las
00:28:30calles, alguien que, en los momentos más oscuros, le había ofrecido una palabra de consuelo.
00:28:37Pedro lo miró con los ojos entrecerrados, intentando reconocerlo.
00:28:41—¡Mateo! —preguntó, incrédulo.
00:28:46El corazón de Mateo se detuvo por un momento. No esperaba ver a nadie de su pasado aquí,
00:28:53en este nuevo mundo. Pedro avanzó hacia él, sacudiendo la cabeza, sorprendido.
00:28:59—¿Qué haces aquí? —preguntó Pedro, sus ojos llenos de curiosidad y preocupación.
00:29:06Mateo no supo qué responder. No sabía si debía contarle la verdad o si debía
00:29:12mantener su nueva vida separada de su pasado. —Yo.
00:29:16—Estoy viviendo aquí ahora —dijo finalmente, aunque las palabras le sonaron extrañas al salir
00:29:23de su boca. Pedro lo observó por un largo momento antes de asentir lentamente.
00:29:28—Supongo que las cosas cambian para algunos de nosotros —dijo, aunque su tono estaba cargado
00:29:35de una mezcla de escepticismo y dolor. Ese encuentro dejó a Mateo inquieto.
00:29:40Mientras volvía a la casa, su mente era un torbellino de pensamientos. Por primera vez
00:29:47desde que había llegado a la mansión, la duda volvió a instalarse en su corazón.
00:29:51¿Realmente pertenecía a este mundo? ¿O estaba traicionando su pasado al intentar adaptarse?
00:29:59Pedro, con su mirada cargada de experiencia, le había recordado quién era, de dónde venía,
00:30:06y las dificultades que había dejado atrás. Esa noche, en la soledad de su habitación,
00:30:12Mateo se enfrentó a una decisión. ¿Sabía que podía huir, regresar a la vida que conocía,
00:30:19a la dureza de las calles que le resultaba familiar? ¿O podía quedarse, enfrentar el
00:30:25miedo que sentía por este nuevo mundo, y seguir confiando en Alexander,
00:30:29quien le había dado algo que jamás había imaginado tener, una oportunidad de algo más?
00:30:35El viento rugía con fuerza esa noche, golpeando las ventanas de la mansión como un eco distante
00:30:42de las turbulencias internas que ambos, Alexander y Mateo, enfrentaban.
00:30:47Habían pasado semanas desde que Mateo había tenido su encuentro con Pedro en el jardín,
00:30:52y desde entonces, algo había cambiado en el aire entre ellos. La duda que Mateo cargaba
00:30:59consigo había crecido, y Alexander, aunque intentaba ignorarlo, sabía que había algo más,
00:31:05algo que el niño no estaba diciendo. Una tarde, sentados frente a la chimenea,
00:31:11el silencio entre ellos se sintió más pesado que de costumbre. Alexander observaba cómo las
00:31:17llamas danzaban, proyectando sombras en las paredes, mientras Mateo jugueteaba nerviosamente
00:31:23con los pliegues de su camisa. Había un tema no hablado entre ellos, una conversación inevitable
00:31:30que ambos estaban evitando. «Hay algo que me has estado ocultando», dijo Alexander finalmente,
00:31:36rompiendo el silencio. Mateo dejó de jugar con su camisa y miró al suelo. Sabía que
00:31:44este momento llegaría, pero no estaba preparado. No sabía cómo explicarle a Alexander por qué
00:31:50realmente había estado en su casa aquella noche. «Yo». Empezó, pero las palabras se le
00:31:57atragantaron. Tragó saliva y volvió a intentarlo. «No entré a tu casa solo por comida». Alexander
00:32:05no se sorprendió. Lo había sospechado desde el principio, pero había esperado pacientemente a
00:32:12que Mateo se sintiera listo para confesarlo. «¿Entonces por qué?», preguntó, su tono calmo,
00:32:19aunque sus ojos lo observaban con intensidad. Mateo respiró hondo. No podía seguir escapando
00:32:27de la verdad. «Un hombre me lo pidió», dijo finalmente. «Me dijo que tu casa estaba vacía
00:32:34la mayor parte del tiempo y que había algo dentro que debía conseguir para él. No me dijo qué,
00:32:40solo que si lo hacía, me pagaría lo suficiente para no volver a pasar hambre». Alexander frunció
00:32:47el seño. No esperaba esa respuesta. «¿Quién te lo pidió?», preguntó, su tono más frío ahora.
00:32:56Mateo dudó antes de continuar. No lo conocía bien. Era alguien que solía ver en las calles.
00:33:05Se hacía llamar El Ruso. Siempre andaba con tipos peligrosos y todo el mundo lo respetaba o le tenía
00:33:12miedo. Yo no quería hacerlo, pero no veía otra opción. Sabía que si le decía que no, no me dejaría
00:33:22en paz. Alexander se levantó de su silla y caminó hacia la ventana, su mente trabajando rápidamente
00:33:28para procesar la información. El nombre El Ruso le resultaba vagamente familiar. Sabía que había
00:33:36gente peligrosa en la ciudad, personas que hacían negocios en las sombras, pero jamás pensó que uno
00:33:42de esos hombres se fijaría en su casa. O en Mateo. «¿Qué iba a buscar en mi casa?», preguntó Alexander
00:33:51aún sin girarse. «No lo sé», me dijo que no preguntara. Solo me pidió que entrara y buscara
00:33:59un maletín en tu despacho. Lo intenté, pero nunca lo encontré. Me fui antes de que pudiera buscar más,
00:34:07porque no quería robarte de verdad. No quería hacerte daño. Alexander se giró para mirarlo.
00:34:15Había sinceridad en los ojos de Mateo, pero también miedo. Miedo a lo que pudiera pasar
00:34:21si este hombre lo encontraba y sabía que había fallado. En ese momento, Alexander se dio cuenta
00:34:29de que Mateo no solo había venido por comida aquella noche. Había huido de algo, de alguien.
00:34:35Y ahora, ese peligro los alcanzaba a ambos. «Gracias por decírmelo», dijo Alexander,
00:34:43volviendo a sentarse. Pero no pudo evitar sentir una punzada de traición. Había dejado entrar al
00:34:50niño en su vida, había bajado sus barreras, y ahora descubría que desde el principio había
00:34:56un secreto entre ellos. El silencio cayó entre ellos nuevamente, hasta que Mateo,
00:35:01con voz temblorosa, habló de nuevo. «No quería hacerte daño», repitió. «¿Y si lo que te conté
00:35:10significa que ya no quieres que me quede aquí?» «Lo entiendo». Las palabras de Mateo resonaron
00:35:17en el aire, y Alexander se quedó mirando al niño. No era la confesión lo que lo había sacudido,
00:35:22sino la sensación de que este pequeño, a pesar de sus propios problemas, se preocupaba más por
00:35:29no perder ese refugio que había encontrado. «No se trata de eso», Mateo, dijo finalmente.
00:35:36«Es solo que...» Esto cambia las cosas. Se quedó en silencio por un momento,
00:35:43sus ojos fijos en las llamas que chisporroteaban. «Te he contado sobre lo que el dinero me ha dado,
00:35:50pero no te he dicho lo que me ha quitado». Mateo lo miró, intrigado, sin atreverse a
00:35:56interrumpir. «Cuando era joven, igual que tú, mi padre siempre me decía que el éxito lo era todo»,
00:36:02continuó Alexander, sus palabras lentas, «como si fueran un peso que llevaba demasiado tiempo
00:36:08cargando. Me enseñó a ver el dinero como una solución a todos los problemas, y al principio,
00:36:15lo creí. Cuando comencé a tener éxito, pensé que podía escapar de todo lo que me dolía. Pero
00:36:23no fue así». Mateo frunció el ceño, sin entender del todo. «¿A qué te refieres?» «A lo que perdí
00:36:32por el camino». Alexander se inclinó hacia adelante, con los codos apoyados en las rodillas.
00:36:38«Mi madre murió cuando era joven, y en lugar de encontrar consuelo en mi padre, él se distanció
00:36:45aún más, volviéndose un extraño. Entonces, lo único que conocí fue el trabajo. Y cuando me
00:36:53di cuenta, había construido esta vida, esta mansión. Pero a costa de mi propia humanidad».
00:37:00Mateo se quedó callado, asimilando lo que Alexander había dicho. Ahora entendía mejor
00:37:07por qué Alexander era como era. El lujo, la mansión, todo eso era una forma de escapar
00:37:14de las cosas que lo habían roto por dentro. Y, en cierto modo, Mateo se dio cuenta de que
00:37:21él también había intentado escapar, sólo que de maneras diferentes. «Yo también he intentado
00:37:27escapar», dijo Mateo en voz baja. «De las calles, del hambre, del miedo. Por eso vine aquí. Pensé que
00:37:36esta casa sería mi escape. Pero ahora no estoy seguro de qué hacer». Alexander lo miró,
00:37:43y por primera vez vio en los ojos del niño una reflexión más profunda, una lucha interna que
00:37:49reconocía bien. «No tienes que decidir ahora mismo», dijo Alexander con suavidad. «Pero
00:37:56quiero que sepas que, pase lo que pase, te protegeré. No importa quién te haya mandado
00:38:02o que esté buscando. No permitiré que te hagan daño». Mateo asintió lentamente, agradecido por
00:38:10esas palabras, pero aún cargado de dudas. Sabía que el ruso no se rendiría fácilmente, y en el
00:38:17fondo temía que su presencia pusiera en peligro a Alexander. Justo cuando comenzaba a confiar en
00:38:24alguien, su pasado oscuro volvía para amenazar lo que había encontrado. De repente, el sonido
00:38:31de un golpe fuerte resonó en la puerta principal, interrumpiendo sus pensamientos. Alexander y
00:38:38Mateo se miraron, ambos sintiendo que algo estaba a punto de cambiar. Alexander se levantó rápidamente,
00:38:45con una expresión tensa en el rostro. Sin decir nada, le indicó a Mateo que se quedara
00:38:51donde estaba, mientras se dirigía hacia la entrada de la mansión. El viento afuera había empeorado,
00:38:57haciendo que las ramas de los árboles golpearan las ventanas. Cuando abrió la puerta, vio a un
00:39:04hombre que no reconoció de inmediato. Pero en cuanto sus ojos se fijaron en él, supo que la
00:39:10situación era grave. «Vengo por el niño», dijo el hombre con una sonrisa siniestra. Era el ruso.
00:39:18La puerta principal de la mansión se cerró de golpe detrás de Alexander, haciendo eco en el
00:39:24silencio del vestíbulo. Allí, de pie frente a él, estaba el ruso, un hombre corpulento con una
00:39:31sonrisa que no alcanzaba sus ojos, flanqueado por dos hombres más. Alexander había enfrentado muchos
00:39:39desafíos en su vida, pero nunca había sentido esta clase de amenaza palpable. La presencia del
00:39:45hombre traía consigo una sensación de peligro inminente, como si el aire mismo hubiera cambiado.
00:39:51«Vengo por el niño, Moretti», dijo el ruso en un tono bajo, pero lleno de autoridad. «Me debe
00:39:59algo, y estoy aquí para cobrarlo». Alexander mantuvo su mirada fija en él, su mente corriendo
00:40:06por posibles soluciones. Sabía que este hombre no era alguien con quien se pudiera negociar
00:40:12fácilmente, y la idea de que Mateo pudiera estar en peligro le producía un nudo en el estómago.
00:40:18Sin embargo, no estaba dispuesto a retroceder. «El niño no te debe nada», respondió con calma,
00:40:26aunque su voz estaba cargada de tensión. «Si alguien tiene que responder, soy yo».
00:40:33El ruso río, una risa seca y áspera que resonó en el vestíbulo. «¿Tú?», dijo,
00:40:40cruzando los brazos. «El chico hizo un trato, Moretti, y en mi mundo, los tratos no se rompen.
00:40:48No importa si es un niño o no. Me debe algo, y voy a conseguirlo».
00:40:54Alexander sabía que el algo del que hablaba era más que un simple maletín. Era un principio
00:41:02de control, de poder. El ruso no sólo quería recuperar lo que Mateo no había podido robar,
00:41:08quería asegurarse de que su dominio sobre aquellos que vivían bajo su sombra no fuera desafiado.
00:41:14Mientras las palabras del ruso llenaban el aire, Alexander sintió una ola de rabia recorrer su
00:41:21cuerpo. No era sólo por la amenaza hacia Mateo, sino también por la vida que él mismo había
00:41:27construido, llena de éxito pero vacía de significado. En ese momento se dio cuenta de
00:41:34que el niño, con todas sus dudas y miedos, era lo más real que había tenido en mucho tiempo.
00:41:39«No te llevarás al niño», dijo Alexander, esta vez con más firmeza. «No dejaré que eso ocurra».
00:41:48El hombre frente a él dio un paso adelante, su rostro torciéndose en una mueca de desprecio.
00:41:55«No creo que estés en posición de decidir, Moretti. Si no me lo das, voy a tomarlo».
00:42:01Alexander sintió como la adrenalina comenzaba a correr por su cuerpo, pero justo antes de que
00:42:07pudiera responder, una voz temblorosa se escuchó desde la escalera. «Me iré con él». Era Mateo.
00:42:15Había estado escuchando desde el segundo piso y, al ver a el ruso en la puerta,
00:42:21supo que todo había llegado a un punto crítico. Se sintió culpable. Culpable de haber traído ese
00:42:29caos a la vida de Alexander, alguien que le había ofrecido una oportunidad de algo más,
00:42:34algo que Mateo nunca había tenido, seguridad. Pero ahora, lo estaba poniendo en peligro y
00:42:41no podía permitirlo. Mateo bajó los escalones lentamente, su rostro pálido y su mirada fija
00:42:48en el suelo. Sabía que si se iba con el ruso, tal vez no volvería a ver a Alexander, pero al menos
00:42:55lo mantendría a salvo. Mateo, no. La voz de Alexander resonó con fuerza, pero el niño no
00:43:03se detuvo. «No quiero que te hagan daño por mi culpa», respondió Mateo, finalmente levantando
00:43:10la mirada hacia él. «Esto es mi problema. Yo lo causé. Si me voy, todo esto acabará».
00:43:18Alexander sintió un peso en su pecho, como si el aire hubiera sido succionado de la habitación. En
00:43:25su mente, había creído que podría proteger a Mateo, mantenerlo a salvo, pero ahora se daba
00:43:31cuenta de que el niño estaba dispuesto a sacrificarse por él. Y eso lo devastaba.
00:43:38El ruso sonrió, complacido con el giro de los eventos. «Sabio chico», dijo, con una mirada de
00:43:46triunfo en los ojos. Mateo caminó lentamente hacia la puerta, pero justo cuando estaba a
00:43:52punto de cruzarla, Alexander se interpuso en su camino, bloqueando la salida. Su corazón latía
00:43:59con fuerza en su pecho, pero sus manos se mantuvieron firmes. «No vas a irte con él»,
00:44:05dijo Alexander, mirando a Mateo a los ojos. «No lo permitiré. Si te vas ahora, nunca podrás
00:44:13volver a escapar de esta vida. No lo entiendes, pero te lo digo, no es solo una deuda lo que
00:44:19él quiere. Quiere tu libertad». Las palabras de Alexander golpearon a Mateo con una fuerza
00:44:26inesperada. Siempre había pensado que la única manera de sobrevivir era huyendo,
00:44:32enfrentando el peligro solo. Pero ahora, por primera vez, alguien le ofrecía otra opción,
00:44:39pelear, pero no solo. Pelear juntos. «Tú no tienes que hacer esto», murmuró Mateo,
00:44:46su voz temblorosa. «Claro que sí», respondió Alexander, su mirada determinada, «porque eres
00:44:54lo más cercano que he tenido a una familia en mucho tiempo. No voy a dejar que te arrebaten
00:45:00eso». El silencio cayó entre ellos, pero fue roto por el sonido de pasos pesados que se acercaban.
00:45:07El ruso, impaciente, avanzó hacia ellos. «Esto se acaba ahora, Moretti. O me das al chico,
00:45:16o lo tomaré por la fuerza». Pero antes de que Alexander pudiera responder, Mateo dio un paso
00:45:23atrás, retrocediendo hacia las escaleras. Su mente era un caos, lleno de voces contradictorias.
00:45:30No podía permitir que Alexander sufriera por su culpa. De alguna manera, se sentía responsable
00:45:37de todo esto, como si su sola presencia hubiera atraído el peligro a la vida de Alexander.
00:45:43En un instante, tomó su decisión. «Lo siento», susurró Mateo, y antes de que Alexander pudiera
00:45:51detenerlo, salió corriendo por el pasillo hacia la parte trasera de la casa. Alexander gritó su
00:45:58nombre, pero Mateo ya estaba desapareciendo en la oscuridad. El ruso intentó seguirlo,
00:46:04pero Alexander lo detuvo con un movimiento rápido. «Déjalo en paz», rugió Alexander,
00:46:12empujando al hombre hacia atrás. La tensión en el vestíbulo era insoportable. Los hombres
00:46:18del ruso se movieron rápidamente, pero Alexander no les permitió avanzar más.
00:46:23«Esto no ha terminado», amenazó el ruso, señalando a Alexander con un dedo antes de
00:46:30dar media vuelta y salir de la casa con sus hombres. El eco de sus pasos y el golpe de
00:46:36la puerta al cerrarse dejaron a Alexander solo en la vasta y vacía mansión. El silencio,
00:46:42que antes era familiar, ahora era opresivo. Caminó por la casa llamando a Mateo,
00:46:48pero no había rastro de él. Salió al jardín, desesperado, esperando verlo correr entre los
00:46:56árboles, pero el niño se había ido. Mateo había desaparecido en la noche y Alexander se quedó
00:47:02solo, enfrentando el vacío de una casa que, por primera vez en años, le parecía más fría y
00:47:08desolada de lo que nunca había sido. La lluvia caía como un torrente sobre la ciudad, golpeando
00:47:15el asfalto con fuerza, convirtiendo las calles en ríos de agua sucia que arrastraban hojas y
00:47:20papeles desechados. Alexander apenas notaba el frío que calaba en su piel. Su mente estaba en
00:47:28otra parte, completamente enfocada en una única misión, encontrar a Mateo. Desde el momento en
00:47:35que había desaparecido, una sensación de vacío se había instalado en su pecho, un miedo primitivo,
00:47:41casi desconocido para él. Nunca había tenido que preocuparse por alguien de esta manera. En
00:47:48su mundo, la gente iba y venía, y las pérdidas se medían en dinero o en contratos fallidos,
00:47:54no en personas. Pero con Mateo era diferente. El niño no solo había irrumpido en su vida,
00:48:01lo había hecho replantearse todo. Mateo. Gritó Alexander, su voz apenas audible bajo el rugido
00:48:10de la tormenta. Las calles estaban desiertas, pero él seguía buscando, deteniéndose en cada
00:48:17rincón, en cada sombra, con la esperanza de encontrarlo. Pero el niño parecía haberse
00:48:23desvanecido entre la lluvia y la oscuridad. Recorrió los lugares donde pensaba que Mateo
00:48:28podría haber ido, los callejones cerca del mercado, las puertas traseras de los restaurantes
00:48:34donde solía robar comida, los bancos del parque donde había pasado tantas noches.
00:48:39Con cada lugar vacío, la desesperación crecía en su interior. No era solo el miedo de no encontrarlo,
00:48:47era la idea de haberlo fallado. De haberle dado una promesa de protección que no había podido
00:48:53cumplir. A medida que avanzaba por las calles empapadas, una memoria que había enterrado
00:49:00hacía mucho tiempo volvió a su mente. Recordó una noche parecida a esa, cuando él era solo un niño.
00:49:06Había corrido bajo la lluvia, escapando de su padre, del peso de las expectativas y del dolor
00:49:13de la soledad. Había estado completamente solo, igual que Mateo lo estaba ahora. Y en ese momento,
00:49:21entendió algo que nunca había querido admitir, no podía dejar que el niño pasara por lo mismo que
00:49:27él. Finalmente, sus pasos lo llevaron a un viejo edificio abandonado en las afueras de la ciudad,
00:49:34un lugar donde los sin techo solían refugiarse en noches como esa. Alexander, empapado hasta los
00:49:41huesos, entró en el edificio en silencio, escuchando el eco de sus pasos en las paredes desnudas.
00:49:47Mateo. Murmuró, su voz más débil esta vez. Pero algo en su interior le decía que estaba cerca.
00:49:56Subió las escaleras con rapidez, su corazón latiendo con fuerza. Cuando llegó al último piso,
00:50:04se detuvo frente a una puerta medio abierta. Respiró hondo y empujó la puerta con cuidado.
00:50:11Y allí, sentado en el suelo, con la espalda contra la pared y la mirada perdida en la lluvia
00:50:17que golpeaba las ventanas, estaba Mateo. El alivio fue tan abrumador que Alexander
00:50:22tuvo que apoyarse en la pared para no caer. Mateo no lo había oído entrar, sumido en sus
00:50:28propios pensamientos. Parecía más pequeño, más vulnerable, como si la tormenta externa reflejara
00:50:36la tormenta interna que estaba librando. Mateo, dijo Alexander con suavidad.
00:50:42El niño levantó la cabeza lentamente, y cuando vio a Alexander de pie en la puerta,
00:50:48una mezcla de sorpresa y dolor cruzó su rostro.
00:50:51—No deberías estar aquí, dijo Mateo en un susurro, volviendo la vista hacia la ventana.
00:50:57—No tienes por qué seguir buscándome. —Claro que sí, respondió Alexander,
00:51:03dando un paso adelante. —No voy a dejarte solo.
00:51:07—No otra vez. Mateo sacudió la cabeza, con los ojos llenos de una tristeza profunda.
00:51:15—Todo esto es mi culpa. Si no me hubiera cruzado en tu camino,
00:51:20nada de esto habría pasado. No habría rusos, no habría peligro.
00:51:25—¿Estarías bien? Alexander se arrodilló frente a él,
00:51:30tomando al niño por los hombros. —No digas eso.
00:51:35—Esto no es tu culpa. Esos hombres viven de aprovecharse de personas vulnerables,
00:51:41y tú no eres responsable de eso. Lo miró a los ojos, su voz temblando por primera vez.
00:51:48—Lo que importa es que no quiero perderte. —No eres un problema para mí, Mateo.
00:51:54—Me has recordado algo que pensé que había perdido para siempre,
00:51:58la capacidad de preocuparme por alguien más que por mí mismo. Mateo lo miró,
00:52:04con lágrimas que apenas podía contener. Durante toda su vida había aprendido a
00:52:10desconfiar de los adultos, a creer que todos lo abandonarían en algún momento.
00:52:15Pero allí estaba Alexander, mojado, cansado y sin rendirse.
00:52:20—Nunca he tenido a nadie que me buscara —dijo Mateo en voz baja, su mirada fija en el suelo.
00:52:27—Siempre he estado solo. Pensé que lo mejor era irme antes de causarte más problemas.
00:52:33—No estás solo ahora —dijo Alexander, su voz cargada de emoción.
00:52:38—Y si crees que te vas a ir sin que luche por ti, estás muy equivocado.
00:52:44El silencio que siguió fue cargado, pero lleno de significado. Mateo lo miró,
00:52:51y por primera vez sintió que las palabras de Alexander eran reales.
00:52:56No había promesas vacías, no había condiciones. Solo honestidad.
00:53:02—No tienes que seguir corriendo —continuó Alexander.
00:53:06—Yo no voy a dejar que esos hombres te controlen. Nos enfrentaremos a ellos juntos.
00:53:13—Te lo prometo —Mateo parpadeó, una lágrima solitaria rodando por su mejilla.
00:53:20Por un momento no supo qué decir. Pero en lo profundo de su corazón algo se rompió,
00:53:26una barrera que había construido a lo largo de los años. Y por primera vez permitió que
00:53:33alguien entrara. —¿De verdad puedo quedarme? —preguntó con la voz temblorosa, como si aún
00:53:40dudara de que todo fuera cierto. Alexander asintió lentamente. —No solo puedes quedarte.
00:53:48—Quiero que te quedes. Pero no como mi responsabilidad o un huésped.
00:53:53—Quiero que seas parte de mi vida, de esta casa. Respiró hondo,
00:53:59sabiendo que lo que iba a decir cambiaría todo. —Quiero adoptarte, Mateo.
00:54:04Mateo se quedó inmóvil, su mente aturdida por las palabras de Alexander.
00:54:09Había soñado con tener un lugar al que pertenecer, una familia,
00:54:14pero nunca había pensado que sería posible. Ahora, ese hombre frente a él,
00:54:20alguien que había sido tan inaccesible al principio, le estaba ofreciendo lo que más
00:54:25había deseado. —¿Adoptarme? —repitió, como si necesitara confirmar que no lo había imaginado.
00:54:33—Sí —respondió Alexander, con una sonrisa—. Quiero que esta sea tu casa,
00:54:40tu hogar. No solo por un tiempo, sino para siempre. El silencio se prolongó mientras
00:54:47Mateo procesaba la oferta. Sabía que, si aceptaba, su vida cambiaría para siempre.
00:54:53No sería fácil, y tendría que enfrentarse a su miedo de confiar en alguien. Pero cuando miró a
00:55:01Alexander, vio algo que nunca había visto en nadie más, una promesa genuina de no abandonarlo.
00:55:08—Sí —dijo finalmente, su voz quebrada por la emoción—. Quiero quedarme.
00:55:14Alexander sonrió, y sin decir más, lo abrazó con fuerza, como si el niño fuera lo más valioso en
00:55:21su vida. Y en ese momento, bajo el sonido de la tormenta que seguía golpeando las ventanas,
00:55:27ambos encontraron lo que habían estado buscando, un hogar, un sentido de pertenencia,
00:55:32y lo más importante, una familia. La luz del sol entraba suavemente a través de las
00:55:39ventanas de la mansión, llenando cada rincón con una calidez nueva, distinta. La casa,
00:55:46que antes había sido fría y vacía, ahora tenía una energía distinta, casi como si
00:55:52hubiera despertado a una nueva vida. Las habitaciones, los pasillos y hasta el jardín
00:55:58que una vez parecían monumentos al éxito aislado de Alexander, ahora resonaban con los sonidos de
00:56:04una nueva rutina. El sonido de risas, de conversaciones casuales y del ritmo de una
00:56:10vida compartida. Mateo estaba en la sala, sentado frente al enorme piano que Alexander le había
00:56:16mostrado meses atrás. Sus dedos rozaban las teclas con más confianza que antes, aunque no tocaba
00:56:23ninguna melodía en particular. Simplemente experimentaba, disfrutando de la libertad de
00:56:29explorar este nuevo mundo que ahora, por fin, sentía como propio. Alexander lo observaba desde
00:56:36la puerta, sonriendo. Había algo especial en verlo allí, tan a gusto en un espacio que antes parecía
00:56:44destinado a permanecer en silencio. Desde la noche en que Mateo había aceptado quedarse y ser parte
00:56:50de su vida, todo había cambiado. La casa ya no era sólo una estructura imponente, sino un hogar
00:56:57lleno de posibilidades. —Estás mejorando con esas notas —dijo Alexander, acercándose con
00:57:04una sonrisa. Mateo levantó la vista y sonrió tímidamente. —Es más fácil cuando no siento
00:57:11que tengo que huir de todo —bromeó, y ambos rieron. El niño había cambiado mucho en esas semanas. Ya
00:57:19no tenía esa expresión de alerta constante ni la mirada desconfiada que había llevado consigo
00:57:25durante tanto tiempo. Había comenzado a ir a la escuela, algo que nunca había imaginado posible,
00:57:32y se había adaptado sorprendentemente bien. Cada día traía nuevos desafíos, claro,
00:57:37pero Mateo estaba encontrando su camino, y con cada pequeño logro, crecía su confianza.
00:57:44Por su parte, Alexander también había cambiado. Se había sorprendido al descubrir cuánto
00:57:51disfrutaba de la compañía de Mateo, y cómo su vida, que una vez había parecido perfectamente
00:57:57diseñada para el éxito solitario, ahora estaba llena de algo mucho más valioso, conexión.
00:58:03Ser una figura paternal para Mateo lo había llevado a descubrir una faceta de sí mismo que
00:58:09no sabía que existía, y en ese proceso había encontrado una forma de redención. Pero aún
00:58:15quedaba un cabo suelto por resolver, el ruso. Después de aquella noche en la que Mateo había
00:58:21intentado sacrificarse para proteger a Alexander, ambos supieron que no podían seguir viviendo con
00:58:27esa sombra acechándolos. Decidieron actuar. Con la ayuda de un abogado y el respaldo de la policía,
00:58:35Alexander denunció al ruso y a su red de extorsión y abuso de niños de la calle.
00:58:40La información que Mateo proporcionó fue crucial, y, tras semanas de investigación,
00:58:47las autoridades lograron desmantelar la operación del ruso. El peligro que antes
00:58:52había amenazado sus vidas fue erradicado, y Mateo ya no tendría que mirar por encima del hombro.
00:58:58Cuando la noticia de la detención del ruso llegó, Mateo se sentó en el sofá de la sala,
00:59:04en silencio, procesando lo que significaba. Por primera vez en mucho tiempo, estaba realmente
00:59:11a salvo. No solo físicamente, sino emocionalmente. Alexander lo observaba, dándole espacio para
00:59:20comprender la magnitud de lo que había sucedido. «Ya no tienes que huir», dijo Alexander,
00:59:26sentándose a su lado. Mateo asintió, pero no dijo nada al principio.
00:59:32Finalmente, con un suspiro, habló. «Siempre pensé que estaría solo,
00:59:37que la única forma de sobrevivir era escapar de todo. Pero ahora, no sé,
00:59:44siento que todo está bien por primera vez». Lo miró. «Y todo gracias a ti».
00:59:51Alexander negó con la cabeza una leve sonrisa en sus labios. «No, Mateo. Fue gracias a ti».
01:00:01Tú tuviste el valor de confiar en alguien, de aceptar una oportunidad diferente. Eso no es
01:00:08fácil. Mateo sonrió, pero esta vez había algo más en su expresión. Una paz que antes no existía.
01:00:16«Supongo que fue mutuo», dijo, dándole un codazo en el brazo. Los días que siguieron fueron tranquilos,
01:00:23casi normales, si es que se puede llamar normal a la vida que compartían.
01:00:29Alexander continuó con su trabajo, pero ya no era el único centro de su vida. Ahora se aseguraba
01:00:36de estar presente para Mateo, de asistir a sus actividades escolares, de compartir
01:00:41cenas donde las conversaciones giraban en torno a los pequeños detalles del día.
01:00:45Era una rutina sencilla, pero en esa simplicidad Alexander encontró una felicidad que nunca había
01:00:53esperado. Una tarde, mientras paseaban por el jardín, Mateo se detuvo junto a un rosal,
01:00:59observando las flores que comenzaban a abrirse con la llegada de la primavera.
01:01:04«Nunca pensé que viviría en un lugar así», comentó, medio en broma.
01:01:09Alexander lo miró, reconociendo la verdad detrás de esas palabras.
01:01:14«Yo tampoco pensé que compartiría mi vida con alguien así», respondió.
01:01:20«Pero me alegro de que estés aquí». El silencio que siguió no fue incómodo,
01:01:26sino reconfortante. Ambos sabían que, sin importar lo que el futuro trajera,
01:01:31ahora tenían algo que los anclaba, algo que les daba fuerzas para seguir adelante, el uno al otro.
01:01:37Días después, mientras cenaban juntos, Mateo hizo una pausa y miró a Alexander
01:01:44con una mezcla de seriedad y gratitud. «Gracias por todo».
01:01:48«Por no rendirte conmigo», dijo, su voz cargada de emoción.
01:01:53Alexander sonrió, inclinándose hacia él. «No tienes que darme las gracias».
01:02:00«Esto es sólo el comienzo, Mateo. Somos una familia ahora, y las familias no se rinden».
01:02:09Mateo sintió, pero no pudo evitar sonreír. La palabra «familia» resonaba en su mente
01:02:15de una manera nueva. Para alguien que nunca había tenido una, ahora significaba todo.
01:02:21Y en ese momento comprendió algo que no había entendido antes, la verdadera riqueza no estaba
01:02:28en las cosas materiales, sino en las personas que se quedaban a tu lado, sin importar las
01:02:33dificultades. La vida que compartían ahora era un nuevo comienzo, uno lleno de esperanza
01:02:40y oportunidades. Ambos, Alexander y Mateo, habían aprendido que el destino, por impredecible que
01:02:47fuera, podía unir a las personas de maneras inesperadas, transformando vidas con la simple
01:02:53fuerza de la empatía y el sacrificio mutuo. Y así, mientras el sol se ponía en el horizonte,
01:03:00iluminando la mansión con un resplandor dorado, Alexander y Mateo se miraron, sabiendo que su
01:03:06viaje estaba lejos de terminar. Pero ya no tenían miedo. Habían encontrado su camino,
01:03:13uno que los llevaría hacia adelante, juntos. A veces, el destino nos une de formas que
01:03:20jamás podríamos haber imaginado. No son las riquezas materiales las que definen el
01:03:25valor de una vida, sino las conexiones humanas que encontramos en el camino. Porque al final,
01:03:31la verdadera riqueza está en los corazones que elegimos amar y proteger.

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