La escena es peculiar. Varios colchones están tirados en las calles de Castrillo de Murcia (Burgos) el domingo siguiente al Corpus Christi. En cada uno, cuatro o cinco bebés acostados —de máximo un año de vida— esperan ser bendecidos. "Es un símil, como un segundo bautismo... Es una representación en la que se demuestra que el mal no tiene ningún poder frente a Cristo en la Custodia. No es un bautismo, que es insustituible... Pero, de modo teatral, nos lo recuerda", según describe Juan Pablo Calvo, uno de los habitantes del pueblo. Pero este rito bautismal no va de agua bendita, sino de que un señor disfrazado de colacho salte sobre ellos.
Juan Pablo tiene 41 años y es programador industrial. El último año ha tenido el trabajo más especial de su pueblo burgalés. Ha sido el colacho oficial, ese curioso personaje vestido de rojo y amarillo que ilustra este artículo. Representa al diablo y es el protagonista de la Fiesta de El Colacho, que se celebra en Castrillo de Murcia todos los años, desde que en 1621 se creó la Cofradía del Santísimo Sacramento de Minerva, la congregación encargada de organizar la festividad desde entonces.
Juan Pablo tiene 41 años y es programador industrial. El último año ha tenido el trabajo más especial de su pueblo burgalés. Ha sido el colacho oficial, ese curioso personaje vestido de rojo y amarillo que ilustra este artículo. Representa al diablo y es el protagonista de la Fiesta de El Colacho, que se celebra en Castrillo de Murcia todos los años, desde que en 1621 se creó la Cofradía del Santísimo Sacramento de Minerva, la congregación encargada de organizar la festividad desde entonces.
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