• hace 9 meses
Pocas secuencias de películas mudas son tan famosas como esa donde un ojo es cortado por una navaja al principio de Un perro andaluz. El origen de tan fascinante imagen estuvo en un sueño del propio Buñuel. «Conocida es la anécdota del origen de Un perro andaluz. Salvador Dalí, coetáneo amigo del realizador, había soñado con hormigas que le cubrían su mano y se lo contó a Buñuel. Este, a su vez –nos dice E.J. Manola–, había tenido otro sueño fantástico, una navaja cortando la luna en dos pedazos. Así, como una suerte de inspiración onírica telepática de dos mentes particularmente privilegiadas y hambrientas de esparcir su arte, se engendró el cortometraje». ¿Por qué vale la pena ver hoy en día este corto filmado en 1916? Una posible respuesta podría ser la siguiente: porque es una película que se aleja por completo de los modelos narrativos clásicos y su interpretación soporta múltiples análisis y acercamientos. Entre todas las películas de Buñuel, ésta, como algunas de David Linch, se resiste a cualquier intento de clasificación y de aproximación explicativa.

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