Desde el comienzo de su instalación, en 2007, los escáneres corporales en aeropuertos y edificios públicos estadounidenses generaron cierto rechazo. Pero ahora acaban de provocar un verdadero escándalo. Una serie de imágenes de ciudadanos desnudos, que se suponía eran de carácter privado y sólo las vería un pequeño equipo de seguridad, comenzaron a dar vuelta en Internet. El sitio Gizmodo difundió un video y alrededor de 100 fotos tomadas el año pasado en el Tribunal Federal de Florida.
Las imágenes pertenecen a funcionarios, magistrados y ciudadanos que tuvieron que someterse al sistema. En realidad deberían haber sido destruidas, pero inexplicablemente se guardaron y ahora se hicieron públicas. Si bien se eliminaron todos los datos personales para evitar que las personas “escaneadas” sean identificadas, la filtración muestra las limitaciones de seguridad de estas máquinas.
Los escáneres corporales se multiplicaron en los últimos meses en Estados Unidos, a medida que crecieron las amenazas terroristas. No sólo se colocaron en aeropuertos, que son los lugares más sensibles, sino también en distintos edificios públicos. El visor de estas máquinas permite ver en un monitor la silueta del cuerpo, a través de la ropa. Esa revisión se hace en privado, en una sala aparte. No se observa el rostro de la persona y el personal que la realiza no se entera tampoco de su nombre. Si una persona se niega a esa revisión, debe someterse a un cacheo personal que no deja lugar sin palpar. En la actualidad se están usando unos 315 escáneres, la mayoría en aeropuertos, y planean colocar otros 450 adicionales.
El carácter invasivo de estas inspecciones electrónicas desató una fuerte polémica. Organismos de defensa de derechos humanos consideran que implica una violación de la vida privada. Un grupo de científicos de la Universidad de California en San Francisco (UCSF), por su parte, sembró cierto temor al advertir que representan “un riesgo potencialmente grave para la salud”. En una carta enviada a la oficina de Ciencia y Tecnología de la Casa Blanca explicaron que la mayor parte de la energía que proviene de estos escáneres es absorbida por la piel y los tejidos subcutáneos.
Los más enojados son los pasajeros frecuentes. Una de las asociaciones que los agrupa lanzó por Internet una campaña de boicot a la que llamaron “We won%u2019t fly” (Nosotros no volaremos). Proponen no tomar vuelos el 24 de noviembre, la víspera del fin de semana de Acción de Gracias, una de las más populares fiestas estadounidenses. Si la campaña tiene éxito, las grandes compañías de aviación y el sector turístico se podrían ver afectados seriamente.
También los pilotos mostraron su descontento. Los sindicatos que los representa en las aerolíneas US Airways y American instaron a sus afiliados a que no se sometan a los exámenes con escáneres de todo el cuerpo en los aeropuertos, argumentando razones de salud y de protección de la intimidad.
El Departamento de Seguridad Nacional, en tanto, defiende los controles ante las amenazas.
Las imágenes pertenecen a funcionarios, magistrados y ciudadanos que tuvieron que someterse al sistema. En realidad deberían haber sido destruidas, pero inexplicablemente se guardaron y ahora se hicieron públicas. Si bien se eliminaron todos los datos personales para evitar que las personas “escaneadas” sean identificadas, la filtración muestra las limitaciones de seguridad de estas máquinas.
Los escáneres corporales se multiplicaron en los últimos meses en Estados Unidos, a medida que crecieron las amenazas terroristas. No sólo se colocaron en aeropuertos, que son los lugares más sensibles, sino también en distintos edificios públicos. El visor de estas máquinas permite ver en un monitor la silueta del cuerpo, a través de la ropa. Esa revisión se hace en privado, en una sala aparte. No se observa el rostro de la persona y el personal que la realiza no se entera tampoco de su nombre. Si una persona se niega a esa revisión, debe someterse a un cacheo personal que no deja lugar sin palpar. En la actualidad se están usando unos 315 escáneres, la mayoría en aeropuertos, y planean colocar otros 450 adicionales.
El carácter invasivo de estas inspecciones electrónicas desató una fuerte polémica. Organismos de defensa de derechos humanos consideran que implica una violación de la vida privada. Un grupo de científicos de la Universidad de California en San Francisco (UCSF), por su parte, sembró cierto temor al advertir que representan “un riesgo potencialmente grave para la salud”. En una carta enviada a la oficina de Ciencia y Tecnología de la Casa Blanca explicaron que la mayor parte de la energía que proviene de estos escáneres es absorbida por la piel y los tejidos subcutáneos.
Los más enojados son los pasajeros frecuentes. Una de las asociaciones que los agrupa lanzó por Internet una campaña de boicot a la que llamaron “We won%u2019t fly” (Nosotros no volaremos). Proponen no tomar vuelos el 24 de noviembre, la víspera del fin de semana de Acción de Gracias, una de las más populares fiestas estadounidenses. Si la campaña tiene éxito, las grandes compañías de aviación y el sector turístico se podrían ver afectados seriamente.
También los pilotos mostraron su descontento. Los sindicatos que los representa en las aerolíneas US Airways y American instaron a sus afiliados a que no se sometan a los exámenes con escáneres de todo el cuerpo en los aeropuertos, argumentando razones de salud y de protección de la intimidad.
El Departamento de Seguridad Nacional, en tanto, defiende los controles ante las amenazas.
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