¿Y ahora qué?
La versión pesimista es un responso fúnebre.
Sánchez, según la lúgubre letanía que recitan los agoreros, nos ha tomado la medida y convencido de que la sociedad española se traga todo tipo de sapos, concederá a Puigdemont y a su cuadrilla lo que pidan y se atrincherará en La Moncloa.
La maquinaria propagandística del Gobierno Frankenstein seguirá soltando ‘argumentarios’ sobre las bondades de la ‘mayoría progresista transversal’ que capitanea el PSOE, que El País, Cadena SER, TVE, RNE, LaSexta y el rebaño de periodistas amarrados al ‘pesebre sanchista’ se encargarán de difundir a los cuatro vientos.
Mientras las televisiones adictas al régimen ejecutan el ‘lavado de cerebro’ colectivo, se intensificará la compra de voluntades con pagas peronistas, subvenciones y contratos oficiales.
Ayudado por Conde Pumpido, el felón Sánchez modificará la Constitución a gusto de golpistas y terroristas, una vez desactivados los jueces García-Castellón o Aguirre, a los que se ‘castigará por mantener vivas investigaciones judiciales sobre el terrorismo de los CDR o de Tsunami y sobre las siniestras relaciones del separatismo catalán con Putin.
Y allá para el verano o todo lo más en el otoño habremos vuelto a la ‘normalidad sanchista’, porque la sociedad española tiene proclividad a la amnesia y no se puede vivir perpetuamente cabreado.
Los optimistas, a los que me sumo, entonan un salmo totalmente distinto.
A diferencia de los derrotistas, que de momento son mayoría, vaticinan que el engendro montado por el PSOE con los proetarras de Bildu, la derechona xenófoba de JUNTS, los zarrapastrosos de ERC y los chavistas de SUMAR, hará agua a medio plazo.
Con un telón de fondo que es el enfriamiento de la economía y un endurecimiento de las condiciones que exige la Unión Europea para seguir mandando dinero, lo que obligará a moderar la orgía en el gasto público.
La tesis es que Puigdemont, cada día más envalentonado, pedirá la luna y como Sánchez no podrá dársela, estallará la coalición antiespañola e iremos a nuevas elecciones generales.
Si la autonómicas gallegas salen como Dios manda y el popular Alfonso Rueda saca mayoría absoluta, la vascas de abril enajenan el apoyo que PNV presta al PSOE, las europeas del 6 de junio confirman que el centroderecha esta en auge en todo el Viejo Continente, y andaluces, extremeños, manchegos y castellanos no olvidan al acercarse a las urnas el agravio económico que van a sufrir para regalarles a los separatistas catalanes un cuponazo a la vasca, lo normal es que PP y VOX sumen esta vez más de 175 diputados y formen Gobierno.
No me atrevo a decir cuántos meses faltan, pero confío en que no sean muchos y que España se libre por fin de esta anomalía, de esta peste, de esta maldición que son Sánchez y el PSOE.
La versión pesimista es un responso fúnebre.
Sánchez, según la lúgubre letanía que recitan los agoreros, nos ha tomado la medida y convencido de que la sociedad española se traga todo tipo de sapos, concederá a Puigdemont y a su cuadrilla lo que pidan y se atrincherará en La Moncloa.
La maquinaria propagandística del Gobierno Frankenstein seguirá soltando ‘argumentarios’ sobre las bondades de la ‘mayoría progresista transversal’ que capitanea el PSOE, que El País, Cadena SER, TVE, RNE, LaSexta y el rebaño de periodistas amarrados al ‘pesebre sanchista’ se encargarán de difundir a los cuatro vientos.
Mientras las televisiones adictas al régimen ejecutan el ‘lavado de cerebro’ colectivo, se intensificará la compra de voluntades con pagas peronistas, subvenciones y contratos oficiales.
Ayudado por Conde Pumpido, el felón Sánchez modificará la Constitución a gusto de golpistas y terroristas, una vez desactivados los jueces García-Castellón o Aguirre, a los que se ‘castigará por mantener vivas investigaciones judiciales sobre el terrorismo de los CDR o de Tsunami y sobre las siniestras relaciones del separatismo catalán con Putin.
Y allá para el verano o todo lo más en el otoño habremos vuelto a la ‘normalidad sanchista’, porque la sociedad española tiene proclividad a la amnesia y no se puede vivir perpetuamente cabreado.
Los optimistas, a los que me sumo, entonan un salmo totalmente distinto.
A diferencia de los derrotistas, que de momento son mayoría, vaticinan que el engendro montado por el PSOE con los proetarras de Bildu, la derechona xenófoba de JUNTS, los zarrapastrosos de ERC y los chavistas de SUMAR, hará agua a medio plazo.
Con un telón de fondo que es el enfriamiento de la economía y un endurecimiento de las condiciones que exige la Unión Europea para seguir mandando dinero, lo que obligará a moderar la orgía en el gasto público.
La tesis es que Puigdemont, cada día más envalentonado, pedirá la luna y como Sánchez no podrá dársela, estallará la coalición antiespañola e iremos a nuevas elecciones generales.
Si la autonómicas gallegas salen como Dios manda y el popular Alfonso Rueda saca mayoría absoluta, la vascas de abril enajenan el apoyo que PNV presta al PSOE, las europeas del 6 de junio confirman que el centroderecha esta en auge en todo el Viejo Continente, y andaluces, extremeños, manchegos y castellanos no olvidan al acercarse a las urnas el agravio económico que van a sufrir para regalarles a los separatistas catalanes un cuponazo a la vasca, lo normal es que PP y VOX sumen esta vez más de 175 diputados y formen Gobierno.
No me atrevo a decir cuántos meses faltan, pero confío en que no sean muchos y que España se libre por fin de esta anomalía, de esta peste, de esta maldición que son Sánchez y el PSOE.
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