• hace 9 meses
La convulsión de los mares a medida que las placas geopolíticas han empezado a chocar está afectando al comercio mundial, como lleva semanas apreciándose en el Mar Rojo. Los analistas no quitan ojo a la guerra en Gaza por temor a que sus derivadas desemboquen en un conflicto a escala regional. La atención es máxima en torno a los movimientos de Irán, actor principal en la zona por oposición a Israel. Los estrategas han señalado el riesgo de que la tensión se desplace al decisivo Estrecho de Ormuz (al sur de Irán y paralelo al Mar Rojo, al otro extremo de la península arábiga), por donde pasa el 21% del consumo mundial de petróleo y derivados. Algunos incluso han apuntado hacia Gibraltar, donde la amenaza sería un dramático cierre del Mediterráneo. Sin embargo, no se ha hecho especial hincapié en la amenaza que sigue suponiendo Rusia.

En un informe para clientes de esta semana sobre los principales puntos de estrangulamiento mundial (chokepoints) y las amenazas que los rodean, Matt Gertken, estratega jefe de geopolítica de BCA Research, pone sobre aviso: ni el Mar Negro ni el Báltico están libres de interrupciones comerciales. "Las dos últimas décadas de agresiones rusas se deben en parte a la gran estrategia rusa de conseguir un mayor acceso marítimo. Rusia intentará constreñir la economía de Ucrania en el Mar Negro y evitar que la admisión de Finlandia y Suecia en la OTAN reduzca su acceso al Báltico", resume.

Cabe recordar que los puntos de estrangulamiento son canales estrechos a lo largo de rutas marítimas mundiales ampliamente utilizadas y son fundamentales para la seguridad energética mundial. La incapacidad del petróleo para transitar por un punto de estrangulamiento importante, aunque sea temporalmente, puede provocar retrasos sustanciales en el suministro y mayores costes de envío, lo que resultaría en mayores precios mundiales de la energía.

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