Después de 15 años de dictadura militar y en medio de una considerable presión internacional, el gobierno de Chile debe realizar el plebiscito nacional de 1988, como había quedado establecido en la constitución de 1980. Esta elección definía la continuidad del régimen autoritario, las opciones eran "Si" y "No". La opción "Si" le permitiría al general Augusto Pinochet continuar al mando del país por ocho años más, tras los cuales recién entregaría el poder a la democracia, y la opción "No", que daría el paso a elecciones presidenciales y parlamentarias, y el fin del régimen militar, al año siguiente.
René Saavedra, un exitoso publicista, es abordado por el comité del lado del No para consultas sobre su propuesta publicitaria. A espaldas de su jefe políticamente conservador, Saavedra accede y considera que la publicidad en cuestión es una letanía triste y poco atractiva de los abusos del régimen, creada por una organización que no tiene confianza en sus esfuerzos. Atraído con este desafío de mercadeo y su propio odio a la tiranía de Pinochet, propone con el subcomité de publicidad un enfoque promocional alegre y optimista, destacando conceptos abstractos como "alegría" (canción "Chile, la alegría ya viene") para enfrentar preocupaciones de que votar en un referéndum bajo una notoriamente brutal junta militar podría ser peligroso y políticamente sin sentido.
Aunque Saavedra, su hijo y sus camaradas son eventualmente intimidados por las autoridades mientras que el enfoque de mercadeo heterodoxo es rechazado por algunos miembros del No como una fácil negación de los abusos del régimen, la propuesta es aprobada para la campaña. Eventualmente, el jefe de Saavedra, Lucho, se entera de las actividades de su empleado. Cuando Saavedra rechaza una oferta para volverse socio si renunciaba a la campaña, Lucho va a dirigir la campaña del Sí como un asunto de supervivencia.
La campaña tuvo lugar durante 27 noches de anuncios televisivos, en donde cada lado tenía 15 minutos por noche para presentar su punto de vista. A lo largo de ese mes, la campaña del No, creada por la mayoría de la comunidad artística de Chile, prueba ser efectiva a través de una serie de presentaciones entretenidas y perspicaces que tienen un irresistible encanto para todas las audiencias. En contraste, la campaña del Sí, habiendo extraído solamente datos económicos positivos a su favor y poco personal creativo, es ridiculizada incluso por oficiales del gobierno, siendo considerada como repelentemente ignorante y de mano dura.
Aunque el gobierno trató de interferir con la campaña del No con más intimidación y censura evidente, Saavedra y su equipo usan esas tácticas a su favor en su estrategia de mercadeo y la simpatía pública se inclina hacia ellos. Mientras la campaña se calienta en los días finales con el No respaldado por celebridades internacionales y ampliamente populares conciertos callejeros, incluso los ataques policiales no logran desanimar a la campaña del No
René Saavedra, un exitoso publicista, es abordado por el comité del lado del No para consultas sobre su propuesta publicitaria. A espaldas de su jefe políticamente conservador, Saavedra accede y considera que la publicidad en cuestión es una letanía triste y poco atractiva de los abusos del régimen, creada por una organización que no tiene confianza en sus esfuerzos. Atraído con este desafío de mercadeo y su propio odio a la tiranía de Pinochet, propone con el subcomité de publicidad un enfoque promocional alegre y optimista, destacando conceptos abstractos como "alegría" (canción "Chile, la alegría ya viene") para enfrentar preocupaciones de que votar en un referéndum bajo una notoriamente brutal junta militar podría ser peligroso y políticamente sin sentido.
Aunque Saavedra, su hijo y sus camaradas son eventualmente intimidados por las autoridades mientras que el enfoque de mercadeo heterodoxo es rechazado por algunos miembros del No como una fácil negación de los abusos del régimen, la propuesta es aprobada para la campaña. Eventualmente, el jefe de Saavedra, Lucho, se entera de las actividades de su empleado. Cuando Saavedra rechaza una oferta para volverse socio si renunciaba a la campaña, Lucho va a dirigir la campaña del Sí como un asunto de supervivencia.
La campaña tuvo lugar durante 27 noches de anuncios televisivos, en donde cada lado tenía 15 minutos por noche para presentar su punto de vista. A lo largo de ese mes, la campaña del No, creada por la mayoría de la comunidad artística de Chile, prueba ser efectiva a través de una serie de presentaciones entretenidas y perspicaces que tienen un irresistible encanto para todas las audiencias. En contraste, la campaña del Sí, habiendo extraído solamente datos económicos positivos a su favor y poco personal creativo, es ridiculizada incluso por oficiales del gobierno, siendo considerada como repelentemente ignorante y de mano dura.
Aunque el gobierno trató de interferir con la campaña del No con más intimidación y censura evidente, Saavedra y su equipo usan esas tácticas a su favor en su estrategia de mercadeo y la simpatía pública se inclina hacia ellos. Mientras la campaña se calienta en los días finales con el No respaldado por celebridades internacionales y ampliamente populares conciertos callejeros, incluso los ataques policiales no logran desanimar a la campaña del No
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