Mohamed VI le ha tomado la medida a Pedro Sánchez.
No es el único, porque el etarra Otegi y el golpista Junqueras también lo han hecho, pero esos dos facinerosos no son el tema de hoy.
El asunto que nos intriga y aflige es Marruecos.
Vaya por delante que, en nuestra Historia, desde la oscuridad de tiempos pretéritos hasta hoy, pasando por La Reconquista y la Guerra del 36, ningún país ha influido tanto en nuestra existencia como el vecino del sur.
Tiene lógica, por tanto, que le prestemos atención e incluso que el propio jefe del PSOE, con mas de la mitad de sus ministros de comparsas, viaje a Rabat.
Lo que es de coña es que allí no le reciba el Monarca alauí, que se limitó a llamarle por teléfono desde Gabón.
En las seis cumbres anteriores, se llamase el español González, Aznar, Rajoy o Zapatero, siempre se presentó el rey marroquí a hacer los honores de rigor.
Plantones y desaires aparte, también es muy relevante que Sánchez no haya explicado todavía por qué alteró la línea diplomática que Madrid sostenía desde hace medio siglo con respecto al viejo Sahara español y se entregó con armas y bagajes, respaldando la anexión de nuestra antigua provincia.
No ha estado nunca fino Sánchez con Marruecos.
Empezó mal, porque al llegar a La Moncloa y a diferencia de todos sus antecesores, que lo primero que hacían era visitar al vecino del sur, se largó a ver al francés Macron, porque sus asesores imagen le dijeron que quedaba más guapo en las fotos.
Después, no tuvo mejor ocurrencia que traer de tapadillo al líder del Polisario, archienemigo de Marruecos, para darle tratamiento médico en Logroño.
Los marroquíes, que consideran a Ghali un terrorista y tienen un servicio secreto muy eficaz, retiraron primero a su embajadora y después, como correctivo y advertencia, metieron en un día a 8.000 ilegales por la frontera de Ceuta.
De poco sirvió que Sánchez entregase como ofrenda la cabeza de su ministra de Exteriores, la mediocre González Laya, así que el 18 de marzo de 2022, tras filtrarse que una ‘potencia extranjera’ había hackeado con el sistema Pegasus el teléfono móvil del líder del PSOE, al socialista no le quedó otra que sacrificar al Polisario y alinearse con Marruecos en la cuestión del Sahara.
Un giro ejecutado de sopetón, sin contar con el Congreso y sin informar a Felipe VI, que ya nos ha costado perder 3.500 millones en exportaciones hacia Argelia y que pone sobre el tapete una pregunta crucial:
¿Por dónde tiene Mohamed agarrado a Sánchez?
No es el único, porque el etarra Otegi y el golpista Junqueras también lo han hecho, pero esos dos facinerosos no son el tema de hoy.
El asunto que nos intriga y aflige es Marruecos.
Vaya por delante que, en nuestra Historia, desde la oscuridad de tiempos pretéritos hasta hoy, pasando por La Reconquista y la Guerra del 36, ningún país ha influido tanto en nuestra existencia como el vecino del sur.
Tiene lógica, por tanto, que le prestemos atención e incluso que el propio jefe del PSOE, con mas de la mitad de sus ministros de comparsas, viaje a Rabat.
Lo que es de coña es que allí no le reciba el Monarca alauí, que se limitó a llamarle por teléfono desde Gabón.
En las seis cumbres anteriores, se llamase el español González, Aznar, Rajoy o Zapatero, siempre se presentó el rey marroquí a hacer los honores de rigor.
Plantones y desaires aparte, también es muy relevante que Sánchez no haya explicado todavía por qué alteró la línea diplomática que Madrid sostenía desde hace medio siglo con respecto al viejo Sahara español y se entregó con armas y bagajes, respaldando la anexión de nuestra antigua provincia.
No ha estado nunca fino Sánchez con Marruecos.
Empezó mal, porque al llegar a La Moncloa y a diferencia de todos sus antecesores, que lo primero que hacían era visitar al vecino del sur, se largó a ver al francés Macron, porque sus asesores imagen le dijeron que quedaba más guapo en las fotos.
Después, no tuvo mejor ocurrencia que traer de tapadillo al líder del Polisario, archienemigo de Marruecos, para darle tratamiento médico en Logroño.
Los marroquíes, que consideran a Ghali un terrorista y tienen un servicio secreto muy eficaz, retiraron primero a su embajadora y después, como correctivo y advertencia, metieron en un día a 8.000 ilegales por la frontera de Ceuta.
De poco sirvió que Sánchez entregase como ofrenda la cabeza de su ministra de Exteriores, la mediocre González Laya, así que el 18 de marzo de 2022, tras filtrarse que una ‘potencia extranjera’ había hackeado con el sistema Pegasus el teléfono móvil del líder del PSOE, al socialista no le quedó otra que sacrificar al Polisario y alinearse con Marruecos en la cuestión del Sahara.
Un giro ejecutado de sopetón, sin contar con el Congreso y sin informar a Felipe VI, que ya nos ha costado perder 3.500 millones en exportaciones hacia Argelia y que pone sobre el tapete una pregunta crucial:
¿Por dónde tiene Mohamed agarrado a Sánchez?
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